Vida nueva para Les Halles
La nueva construcción del arquitecto Patrick Berger intenta dinamizar uno de los puntos más denostados del mapa parisino
Émile Zola bautizó el lugar como “el vientre de París”. Incluso le dedicó la novela del mismo título, un escrupuloso retablo costumbrista que transcurría en los contornos de Les Halles, la antigua lonja de la capital francesa, entre carnes, pescados, frutas y verduras. El mercado central de aquel París decimonónico estaba dividido en distintos pabellones de acero y vidrio, obra del arquitecto Victor Baltard, por los que los autóctonos conservarían siempre un especial cariño.
La demolición iniciada en 1971, a causa de su supuesta insalubridad, sigue siendo considerada hoy uno de los mayores crímenes urbanísticos que han tenido lugar en la capital francesa. Para más inri, el mercado fue sustituido por un desangelado centro comercial subterráneo, al que se superpusieron precarias estructuras pensadas para acoger tiendas a nivel de calle y un jardín público convertido en centro neurálgico del tráfico de drogas en la ciudad. “Para los parisinos, seguía suponiendo una especie de herida”, confesaba este miércoles la alcaldesa Anne Hidalgo durante la inauguración del nuevo edificio que ocupará este denostado punto del mapa local. “Es un lugar reinventado y reparado, destinado a convertirse en el nuevo corazón de París. Es bonito, poderoso y original, a imagen y semejanza de la propia ciudad, y entronca con la historia del lugar a través de los materiales utilizados”, añadía Hidalgo.
Pese a las esforzadas palabras de la alcaldesa, cualquier parecido con el pasado es casualidad. Extendido en dos hectáreas de superficie, el proyecto albergará nuevos equipamientos culturales, un centro comercial ampliado y uno de las mayores intercambiadores de transporte público en toda Europa. El conjunto está coronado por un espectacular tejado de 15 metros de altura y casi un centenar más de extensión, construido con 7.000 toneladas de acero y 18.000 láminas de vidrio dispuestas como escamas. Con una imaginación innegable, la ciudad lo ha apodado “la canopée”, igual que ese dosel forestal que componen las copas de los árboles en las selvas y los bosques más frondosos. Alude también al amarillo verdoso que le da color, un tono ácido e infrecuente en una ciudad tan apegada al beige, que no ha tardado en levantar cierta polémica. “Aquí siempre hay controversia y debate. Los parisinos somos así”, relativiza Hidalgo.
El responsable de esa elección es el arquitecto Patrick Berger, de personalidad discreta y trayectoria principalmente parisina, que incluye obras como el Parque André-Citroën, al oeste de la ciudad, o el llamado Viaducto de las Artes, antepasado francés de la celebrada Highline neoyorquina, un paseo elevado que se extiende a lo largo de una antigua vía de tren entre la Bastilla y el suburbio de Vincennes. “Buscaba una luz difusa y suave que se extendiera por todo el espacio, del nivel subterráneo hasta la superficie exterior, y que pudiera funcionar tanto si hace sol como si llueve. Solo ese tono amarillento reunía esos requisitos”, explica Berger.
La magia que perseguía no acaba de cobrar efecto, aunque sí logre mejorar el paisaje anterior. El arquitecto ha logrado imponerse allí donde no lo logró Ricardo Bofill, que estuvo a punto de erigir un conjunto neoclásico a mediados de los setenta, ni Rem Koolhaas y Jean Nouvel, finalistas del concurso público que se organizó en 2004. A diferencia de ellos, Berger conoce bien Les Halles. “Siendo estudiante, trabajé algunas tardes en el antiguo mercado para sacarme algo de dinero”, confesaba durante la inauguración. Su misión ha consistido en desenclavar el lugar y abrirlo a la ciudad, conectándolo con edificios vecinos como la Cámara de Comercio y la Iglesia de Saint-Eustache, además del Centro Pompidou y el Louvre en el horizonte. También ha cambiado la orientación del edificio del este al oeste, en dirección a un gran parque todavía en construcción.
En realidad, el proyecto va mucho más allá que ese tejado polémico, grandilocuente y algo alienígena. Les Halles alojará también cuatro nuevos equipamientos culturales: un conservatorio, una mediateca, un centro dedicado al hip hop y otro para el teatro y la danza amateur. En los cuatro niveles subterráneos, se les suman la ya existente filmoteca municipal del Forum des Images, distintas bibliotecas, una piscina y el cine privado UGC (el más frecuentado en Europa, con 27 salas y más de 3 millones de espectadores anuales).
El centro comercial se amplía en 6.000 m2 y 35 nuevos establecimientos, entre ellos dos restaurantes impulsados por el chef Alain Ducasse y el diseñador Philippe Starck. Las obras de la estación de Châtelet-Les Halles, que une a París con su periferia y por la que cada día pasan 750.000 pasajeros, deberían terminar en 2018, tras ocho años de obras. El conjunto se enmarca en la reestructuración del perímetro de Les Halles, cuyo presupuesto ya supera los 900 millones de euros, casi cuatro veces por encima de la previsión inicial de 2006. Solo el tejado ya ha costado 216 millones.
Babelia
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