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Paco León, profesor de sexo y de cine

El sevillano dirige su tercera comedia, ‘Kiki, el amor se hace’, sobre las parafilias

Gregorio Belinchón

A Paco León solo le provocan cierta fobia los perros. “Ante ellos me pongo a la defensiva como un gato”. Del resto, él mismo reconoce pocos miedos. Kiki, el amor se hace, que se estrena el próximo viernes. es un buen ejemplo. Versión de una película australiana, The little dead (2014), la productora Vértigo le propuso hacer su propia visión. Y el sevillano decidió, tras aceptar, ir con el proyecto a Telecinco Cinema, que nunca han estado detrás de una comedia como esta, que reflexiona sobre las parafilias, es decir, sobre diferentes comportamientos sexuales cuya fuente de placer no es exactamente la copulación.

Así que León estrena un paseo por excitaciones sexuales provocadas por lágrimas, ropa de un determinado tejido, meadas, rozamientos con árboles, atracos con violencia o parejas dormidas. Por citar solo algunas. “En realidad, mi película habla más del amor que del sexo. En la vida hay límites, pero creo que están mucho más lejos de lo que nosotros nos lo ponemos. No usamos toda la libertad que tenemos”, reflexiona el cineasta, que dirige su tercer largometraje. “Ha habido una parafilia que cambiamos en el guion, porque no nos parecía acertada para los tiempos actuales”, confiesa como remate.

Y sin más problemas. “Los productores me dieron absoluta libertad. Es más, me hicieron un par de recomendaciones que escuché respetuosamente… y las que no hice ni caso”. El León director ha huido de su familia –“No había un papel adecuado para mi hermana”- y mantiene el halo de absoluta libertad de sus filmes precedentes. “Pienso en el público, y en que le va a gustar lo mismo que a mí. Para ser fresco y espontáneo debes apostar por la lucha contra la cobardía. Es imposible agradar a todos, porque cada uno tiene sus límites, que en el sexo son muy marcados. Mi filme es descarado y a la vez no entra en el mal gusto: cuando hay una humanidad detrás, el acto queda justificado”.

Ni por su físico ni por su cine parecería que este sevillano ya ha cumplido 41 años. “Crecí en un ambiente de tolerancia absoluta. Eso queda. Y en mis películas me preocupa la naturalidad. Aquí rodé buscando un realismo nada amanerado, pero que a su vez tuviera una intención. Lo bonito por sí solo no me gusta. Soy más esteta en el día a día”. Dicho lo anterior, cuenta que él mismo fue a comprar un día de rodaje un polo de fresa que se derrite en pantalla en manos de Natalia de Molina porque sabía exactamente el color que deseaba.

"Me gustaría que se identificara con España hoy. Aunque no sé si muestra lo que es España o lo que debería ser”

Hace ya tiempo que se quedaron atrás el corazón de pisto de su Igartiburu de Homo zapping y el Luisma de Aída. “He perdido algo de libertad de espiar en la calle”. A cambio, ha dado rienda suelta a su “biopsia española”. “Sí, eso de retratar a un pueblo y así retratarás al mundo. Para mí, lo más honesto es contar lo más cercano. Yo he rodado en la puerta de mi casa, en la calle de la Paloma en Madrid, una ciudad que cuando cambias de barrio parece que entras en otro país. Quería contar esa mezcla fascinante, por extensión muy española: moderna y provinciana, rompedora y cateta…”.

Para investigar, el actor se fue a un local de intercambio de parejas. "Había de todo y encajaba para mi película". Para no meterse en jaleos, se puso una máscara de lucha mexicana. "Me gustó ver que la gente que acudía allí hablaba de lo que todos: que si me han quedado dos para septiembre, que si nos vamos en verano a Denia... Su humanidad. Incluso fantaseé con sus posibles vidas. ¿Aquella señora mayor no sería una maestra de instituto que está de baja por depresión y que allí se siente supersexy con sus correas?".

¿Es Kiki, el amor se hace una radiografía del sexo y del amor en España? León medita unos segundos. “Son cosas muy específicas… Al menos creo que la trama que yo protagonizo sí puede que lo sea. Es una pareja que busca mejorar su vida sexual y se abre a nuevos mundos. Me gustaría que se identificara con España hoy. Aunque no sé si muestra lo que es España o lo que debería ser”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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