¿Periodismo o estrellato?
Bienvenido sea un programa como 'Cintora, a pie de calle', aunque se eche en falta el respeto a una regla básica: no seamos nosotros la noticia
El oficio del periodismo debe estar tan deteriorado que lo hemos convertido en noticia. Salir a la calle, buscar testimonios y ser capaces de rastrear noticias ha sido siempre la harina de nuestros panes, pero nos debe parecer ya tan extraordinario que practicarlo ya recibe un nombre rimbombante. Como si fuera un mérito.
Cintora, a pie de calle, nuevo programa de Cuatro, es un correcto artefacto de periodismo necesario donde lo que choca es el nombre. Convertir al periodista en estrella es como decirle a los ciudadanos que ellos no lo son ni lo serán, y hacerlo con ese aire de aquellos cuentos de reyes que salían a confundirse con el pueblo para respirar el mismo aire que sus súbditos en tiempos en que parecía que había que alegrarse por ello. Cintora es la estrella y debemos celebrar que no vive en palacio, no, sino que ¡ha salido a la calle! Gracias. Curiosa noticia en tiempos de gentes y castas.
Y a partir de ahí lo que ha hecho, salir a la calle, se agradece si no lo anunciara tan pomposamente. Escuchamos entonces testimonios de empleadas del calzado que no cobrarán pensión porque nunca cotizaron lo que trabajaron. Defraudadores fiscales que explican a cara descubierta cómo no podrían vivir si cobraran todo en A. Declaraciones valientes y desafiantes en momentos en que nadie en el PP reconoce las porquerías propias aunque las señalen los jueces. ¿Qué país vamos a construir cuando los principales partidos esconden sus miserias millonarias sin la ejemplaridad que ellos mismos exigen a los ciudadanos?
El periodismo de Cintora es necesario en televisión, como es necesario el de Jordi Évole en Salvados. Pongamos cara a las noticias, busquemos historias y situemos el foco en los problemas de la gente. Como hicimos siempre.
La vulgaridad, la carnaza y el morbo se extendieron estos años como la tinta de calamar en el universo creciente de canales de televisión. Bienvenido sea, pues, un nuevo programa de periodismo, aunque se eche en falta el respeto a una regla básica: no seamos nosotros la noticia.
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