Hermoso de Mendoza corta un rabo en la corrida final de la plaza México
Enrique Ponce mató tres toros y solo paseó una oreja al fallar en la suerte suprema
El rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza se reencontró con los aficionados de la Monumental Plaza México y cortó dos orejas y un rabo, mientras que el valenciano Enrique y el mexicano Fermín Rivera obtuvieron una oreja cada uno y, el mexicano Octavio García El Payo, enfermo, sólo mató un toro.
Con un gran ambiente en esta última corrida de la temporada 2015-2016, se registró una magnífica entrada, calculada en 35 mil aficionados que disfrutaron del espectáculo. Se lidiaron dos toros de Los Encinos, el primero y el quinto, uno bueno, y magnífico el otro, que recibió el premio de la vuelta al ruedo. Además se lidiaron seis reses del hierro de Teófilo Gómez, muy bien presentados. Resultaron buenos, el cuarto, sexto y octavo, y los otros, el primero, segundo y séptimo, cumplieron.
Hermoso de Mendoza estuvo bien con el que abrió plaza, con momentos de lucimiento, pero sin llegar a romper, por lo que fue silenciado. En cambio con el quinto, estuvo bravo y emotivo. El navarro lo aprovechó con una actuación que fue subiendo de tono y con maestría en el manejo de sus caballos. Lo mejor llegó al final, en un par de banderillas a dos manos y un rejón de muerte, que fulminó al de Los Encinos. Recibió dos orejas y rabo, este con ligeras protestas y un arrastre lento tardío a la res.
Enrique Ponce estuvo muy torero ante un toro carente de fortaleza, pero falló con el acero y recibió silencio. Con el sexto también estuvo muy bien y logró otra faena de impacto, pero mató de estocada baja y descabello. Con una petición de oreja, no concedida, logró una vuelta al ruedo que valió más que el trofeo solicitado. Mató el octavo por El Payo, y logró otra labor del gusto del público, que fue subiendo de tono y concluyó con estocada trasera y descabello. Recibió una oreja y recogió el cariño de los tendidos.
Fermín Rivera volvió a enseñar, una vez más, sus buenas maneras con el tercero, al que lidió muy bien, dejando varios naturales de calidad. Tras una estocada, paseó una oreja. Con el séptimo, un toro que no funcionó, desarrolló otra labor que gustó al público y concluyó de pinchazo y estocada. Escuchó la ovación del respetable.
En el cuarto, El Payo realizó la mejor labor de la corrida. Tuvo destellos toreros y de calidad, que fueron festejados, pero al final de la faena empezó a vomitar y sin poder respirar, se quedó hasta matar de una estocada y recibió palmas. Pasó a la enfermería, y tras ser atendido de un mal hepático severo, el doctor le prohibió volver al ruedo.
Babelia
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