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Un viaje por el ADN de El Greco

Carmen Garrido firma el estudio técnico de la obra del artista a partir de 34 cuadros y fruto de 30 años de investigación

'El caballero de la mano en el pecho', en la exposición 'El griego de Toledo'.
'El caballero de la mano en el pecho', en la exposición 'El griego de Toledo'.Gorka Lejarcegi

Tan productivo como innovador, Doménikos Theotokópoulos, El Greco (Candía, Creta, 1541 - Toledo,1614) pintó mucho a lo largo de su vida. Alrededor de 320 obras, aunque un centenar desaparecieron o están perdidas. Entre las que están localizadas, unas 70 han salido directamente de la mano del artista. Las demás, sin ser ni mucho menos falsas, cuentan con participación de su escuela, de su hijo o de sus aprendices. El Prado, con su soberbia colección de grecos, a lo largo de los últimos 35 años, ha visto desfilar por su taller de restauración y salas de exposiciones, más de 150 obras que han sido estudiadas en su Gabinete de Documentación Técnica. Elegidas por su incuestionable pureza, 35 de esas obras forman parte del Estudio Técnico de la obra del artista que ayer presentó el museo con toda la solemnidad de las grandes ocasiones. Dirigido por Carmen Garrido (Madrid, 1947), y realizado en colaboración con Jaime García-Maiquez, el libro sirve de colofón de todo un año dedicado a conmemorar el cuarto centenario de la muerte del artista.

José Pedro Pérez-Llorca, presidente del Patronato del museo, destacó que los 30 años de investigación del museo sobre la obra de El Greco coinciden con el tiempo durante el que Carmen Garrido ha dirigido el citado gabinete. Jubilada desde hace dos años, la investigadora ha proseguido con su trabajo hasta poder presentar un auténtico ADN de la pintura de El Greco.

Gregorio Marañón, presidente de la Fundación El Greco 2014, afirmó que el minucioso trabajo de Garrido es un viaje al corazón de la alquimia con la que el Greco realizó su genial obra. “No queríamos quedarnos solo en las exposiciones extraordinarias que le hemos dedicado el pasado año. Queríamos ir más allá y por eso, además de los cuatro catálogos de las exposiciones hicimos el simposium en el Thyssen. Ahora presentamos esta obra fundamental y anuncio que el catálogo razonado que preparaba José Alvarez Lopera cuando murió será rematado por Leticia Ruíz. Esperamos que el texto se pueda presentar en un par de años”.

De detallar la guinda del pastel del Año Greco, en palabras de Miguel Zugaza, director del Prado, se ocupó una emocionada Carmen Garrido. Desde el atril del Auditorio y mientras se proyectaban obras completas y fragmentos del artista al que la experta ha dedicado toda su energía. Carmen Garrido empezó explicando que en cada uno de los detalles se aprecia el talante innovador de El Greco, un artista que es pura técnica. Como anécdota contó que de las más de 50.000 refrectografías realizadas en el Gabinete de Documentación, la primera era, precisamente, de una obra de El Greco. “Es un pintor al que siempre se le ponían peros debido a su técnica. Y así fue hasta el XIX, cuando fue reivindicado por los artistas”.

Garrido argumentó que el trabajo ha consistido en mostrar un conocimiento en profundidad de la técnica de El Greco a través del análisis de los soportes que utilizó, de su creatividad y dominio en el uso de los pigmentos, su peculiar manera de mezclarlos y de la ejecución de sus complicadas composiciones. En estos años, Garrido ha recorrido cada uno de los puntos esenciales que albergan obra del artista y ha revisado al detalle cada documento y prueba relacionadas con la obra.

Garrido ha recorrido cada uno de los puntos esenciales que albergan obra del artista y ha revisado al detalle cada documento y prueba relacionadas con la obra

En esos viajes para contemplar los hitos de la producción de El Greco, ha visto en persona los primeros iconos de su etapa cretense, como el San Lucas pintando el icono de la Virgen del Museo Benaki en Atenas y ha recorrido las huellas italianas del artista hasta su llegada a Toledo. En la parte del libro dedicada a España se anañizan todos los géneros pictóricos en los que trabajó. Desde el retrato hasta los cuadros devociones o los grandes retablos incluyendo las obras inacabadas.

La filosofía que persigue el libro es contar al detalle como pintaba el Greco. Y, en contrapartida, como no pintaba. En esta segunda parte, según la autora, cabe entender todas esas obras en las que El Greco participó pero en las que el taller, su hijo o sus seguidores tuvieron un peso notable. “Cuidado que no hablanos de obras falsas”, señala Garrido, “sino de pinturas en las ha habido otras manos junto a la suya o siguiendo sus instrucciones”.

 

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