Niña Pastori se pone al servicio de los ritmos latinos
Juan Luis Guerra, Rubén Blades, Pancho Céspedes y Sara Baras colaboran en su nuevo disco, ‘Ámame como soy’
Hace 14 años una chiquilla de San Fernando nos contó que había tirado una moneda al agua para que su sueño se enamorara. “Lo de la moneda trajo tela y aquel disco, María, funcionó muy bien. Decían con mucha guasa que la Niña Pastori se había arruinado de tanto tirar monedas al agua. ¡Yo que sé dónde estará la moneda, esa ya está perdida!”, cuenta entre risas María Rosa García, el nombre que se esconde tras Niña Pastori. Ahora saca Ámame como soy, un acercamiento a la salsa y a los ritmos latinos desde una voz flamenca atípica. Le acompañan en la aventura Juan Luis Guerra, Rubén Blades, Sara Baras y Pancho Céspedes.
“Creo que nunca he sido una artista flamenca pura y tradicional. En el flamenco tenemos la suerte de tener una riqueza rítmica que nos permite movernos en otras músicas como el jazz”, dice la cantante. Por eso a estas alturas ya nada le importa lo que piensen los puristas: “Después de casi 20 años desde que salió mi primer disco y de haber hecho tantas cosas, estoy definida y no preocupa nada lo que puedan pensar de mí. Intento hacer las cosas bien y creo que he puesto todo el amor en lo que hago. Lo que me da la música no me lo da nadie: mi familia es lo primero, pero lo que siento en el escenario es solo mío, es mi momento”.
De Juan Luis Guerra, con el que interpreta en este trabajo Si tú no bailas conmigo, dice que “los que son tan grandes muchas veces son más normales y tienen menos tonterías que los que llevan cuatro días”, y presume de tomar café de vez en cuando en El Puerto de Santa María con Sara Baras después de dejar a los niños en el colegio. “Quería meter los pies en el disco, y los pies son un instrumento más”, dice la artista sobre la colaboración que le presta a golpe de tacón la bailaora en Remolino.
A veces le cuesta lo de las giras y las horas de estudio, porque implica dejar a la familia algo desatendida, más cuando tu pareja es el productor de tus discos, aunque admite que es organizada y familiar y que siempre encuentra tiempo para estar con su hija. De eso habla también la canción de El cantante que interpreta en el disco con Rubén Blades. “El cantante no está siempre arreglado, guapo y contento. Evidentemente tenemos una vida y tenemos momentos mejores y peores, como todo el mundo. Pero hay una realidad que es que nosotros nos subimos a un escenario a hacer música y sabemos que la gente viene a divertirse con nosotros. Como público, quieres que te ofrezcan lo mejor. Puede que el artista ese día tenga la cabeza en otra cosa porque tiene a su hija enferma, pero tienes que darlo todo”, dice Niña Pastori.
Dos décadas se cumplen ahora de aquel primer disco con el que se presentó al mundo. Dice que es “genio y figura hasta la sepultura” y su voz no tiembla para hablar de ningún tema, como la “vergüenza” que le produjo que no hubiera ni un medio de comunicación español presente cuando ganó su tercer Grammy. “Es una pena, la cultura y en especial la música. En el supermercado hay música, en una tertulia de radio hay música… ¿qué hay sin música? La música es todo: ¿por qué no se le da su sitio?”, dice la cantante sobre la ausencia de espacios en España en los que un artista pueda mostrar su trabajo. “Me siento muy querida en España y tengo un público fiel. Pero sí creo que fuera se ve la música de otra manera. Entiendo que a la gente le pueda interesar la vida personal de los artistas, pero aquí no hay espacios ni programas donde tú puedas ir a mostrar tu música, algo que en América es diferente”, cuenta.
También habla de la crisis discográfica y de los baremos con los que se mide el esfuerzo que hay detrás de un disco. “Yo he estado en Polonia hace poco y la gente compra discos originales y van a las firmas de discos. Pero yo he visto aquí en firmas de discos la gente venir con el pirata metido en una fundita para que se lo firmes. Dicen que un disco es muy caro pero, ¿comparándolo con qué? La gente se compra botas de fútbol que duran un año y cuestan 90 euros, y un disco es para toda la vida”, dice muy seria. Y cree que la crisis del mercado de la música es algo extrapolable a toda la cultura, como las salas de cine a las que dice que va con sus hijas y en las que no hay nadie más que ellas viendo la película. “Entiendo que si un país no está bien, evidentemente llenes la nevera antes que ir a un concierto. Pero eso ha sido así siempre: si no se puede, no se puede. Pero no faltas a la ley si no te lo puedes permitir”, cuenta sobre las copias y descargas ilegales.
Babelia
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