Geometría de los afectos

El circo es el diccionario enciclopédico de la destreza humana. El arte donde la fuerza se concilia con la poesía y la elocuencia es muda. Escuchen si no las figuras de orfebrería zen que con su delicado cuerpo mutante Elayne Kramer, contorsionista equilibrista argentina, construye y deconstruye elegantemente: antes de que la flecha que dispara cabeza abajo tomando el arco con sus pies dé en la diana, ya había dado de lleno en el corazón de cada espectador. Presten también oído al diálogo amoroso que en lo alto de la carpa establecen Diego y Elena, pareja española, colgada ella vertiginosamente por la nuca del pie de él.

En esta edición de Navidades en el Price hay números que reúnen habilidad, verdad y belleza: el de Elayne mereció el Clown de Bronce del Festival de Montecarlo 2008. El del felliniano Trío Markins (equilibristas rusos que elevan sus castellets sobre un cilindro inestable y sobre percha), recibió el Clown de Bronce en 2013. Sobresalientes, el trapecio acrobático de la Troupe Dobrovitsky, Clown de Plata del año pasado, y el diábolo estratosférico de Werner Pranay. Bastaría con encadenar estos números con los restantes, uno detrás de otro, ponerlos en valor, crear una atmósfera y enmarcarlos en la escenografía de Miguel Brayda, para dar espectáculo, pero, conforme a la moda y a la tradición corta del nuevo Circo Price, el productor los sirve envueltos en una dramaturgia cuya elaboración y calidad distan mucho de la del material puramente circense.