La doble batalla de U2
Con su tercer disco, el grupo irlandés venció sus dudas espirituales y conquistó el mundo
Cuesta pensar en un momento en que U2 no fueran ridículamente famosos. Pero en 1982 no sólo no lo eran, sino que sobre el futuro de la banda se cernían más nubes que estadios con 50.000 fans a voz en grito. October (1981), su segundo disco, no había funcionado como se esperaba tras la espectacular acogida del debut, Boy (1980). Faltaba convicción. Por marciano que suene en 2015, U2 dudaban en lo más profundo si proseguir el camino del rock era compatible con ser cristianos. Bono, The Edge y Larry Mullen (Adam Clayton siempre fue el verso suelto) pertenecían al círculo Shalom Fellowship, en Dublín, y cantante y guitarrista habían llegado a plantearse seriamente abandonar el grupo.
Ganó el rock, pero no podía ganar de cualquier manera. Una pasión se cambia por otra. Y digamos que U2 cogieron su fervor religioso y lo cambiaron de cesta. Tocaba abrir los ojos a lo que les rodeaba. Así, después de un álbum de debut consagrado al abandono de la adolescencia, y de otro debilitado por las dudas espirituales, War (1983) reflejaba un mundo en conflicto y desintegración. La violencia en Irlanda del Norte, que el propio Bono reconocía que no le había interesado lo suficiente hasta entonces, abre el disco con la crepitante Sunday Bloody Sunday. La fama, la sobreexposición de la canción, no deben opacar la valentía de un grupo irlandés significándose de tal manera en contra del terrorismo, no falto de predicamento en su entorno y entre su público potencial.
New Year’s Day fue el primer single, la bandera. Una canción que iba a ser para su mujer Ali, pero que tras su despertar al mundo Bono identificó en Lech Walesa, líder del sindicato Solidaridad en Polonia. Seconds verbalizaba el temor a una hecatombe nuclear, un peligro nada improbable en 1982. Y en ese clima bullía un álbum sostenido también por canciones menos graves, pero no menos intensas, como Two Hearts Beat As One o 40 (que aún se fundamentaba en la Biblia, en concreto en el Salmo 40).
No sólo por su apuesta personal-espiritual, War debía funcionar también por el bolsillo. Después de October, era éxito o fracaso. Y War se convirtió en su primer número 1, la arrolladora gira que lo siguió trajo los estadios, el dinero y la fama. Y todo esto lo lograron con un álbum abiertamente político, nada fácil, pero que comulgó con los tiempos y con un público que ya no dejaría de crecer. Sería empatía sobrenatural, pero supieron comunicar y compartir que creían firme, religiosamente en su propósito de significar algo. En algún momento de 1982, U2 pasaron de rebaño a pastores, el camino giró cuesta abajo y encontraron que la gloria terrenal bien valía perderse una misa.
'War', este domingo con EL PAÍS por 9,95 euros.
Babelia
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