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Todos para Vetusta

El sexteto madrileño publica 'La Deriva' en edición especial con dos temas inéditos y '15151', álbum en directo que repasa su carrera

Vetusta Morla en la furgoneta, de gira, en octubre de este año.
Vetusta Morla en la furgoneta, de gira, en octubre de este año.Álvaro B. Baglietto

Loa al mejor grupo español del nuevo siglo. Vetusta Morla. Pasito a pasito. Vueltas y vueltas. La música en cualquier parte, la música de este nuestro tiempo con el viento en contra. Vetusta Morla consiguen llenar la pista, que el mundo baile, que el mundo cante. La música salvavidas, cantos de alerta. El éxito de la camaradería, de la paciencia y de la tolerancia de un grupo, del sexteto mismo y compañeros de viaje que se nombran como Pequeño Salto Mortal. Son lo que son gracias a cada uno de ellos, a la levedad de seis seres que dejan en casa la mochila pesada del ego. Lo fueron cuando en sus comienzos los consideraban indies, o cuando con la llegada del éxito les tachaban de “comerciales”; y lo son ahora que están en tierra de ellos mismos. Cada vez que un grupo nuevo empieza a despuntar, - Izal o Club del Río -, se dice que es como Vetusta Morla. La banda de referencia.

Recuérdese el pacto tácito perenne del cuarteto irlandés U2: ”No se toman decisiones si cualquiera de los cuatro no estamos de acuerdo”, sean entrevistas, sesiones de fotos, fechas de giras o de grabaciones. Como los cuatro mosqueteros, Álvaro, Guille, Juanma, Jorge, David y Pucho. La canción para todos y todos para la canción. Aquel choque de cervezas, aquel brindis de caballeros en el Oriente Próximo, aquel pacto de Beirut sigue vigente y vigoroso. Todos para Vetusta y Vetusta para todos. Cinco estudiantes del Instituto Jose Luís Sampedro de Tres Cantos más Álvaro, que se sumó procedente del grupo Alma Máter, creciendo juntos al paso lento y seguro de la tortuga de Michael Ende en su novela La historia Interminable: fidelidad, lealtad, amistad. A ninguno se le ha ido la pinza ni por éxito ni por vértigo.

Hace una semanas se presentó Retrovisores, primer libro de poemas de Guille Galván. Acudió Pucho, despegándose de su zona de confort y timidez, para participar no sin reservas en el coloquio de los conferenciantes. Contó que un par de días antes se había caído de la moto. Unos rasguños y... Sacó una caja y de ésta un retrovisor sin espejo, el único perjudicado del accidente bajo la lluvia. “Le di vueltas y vueltas. Aquello era una señal. Nada sucede por casualidad”. O lo que sucede, conviene. Como el viejo quelonio de Ende. “Creerse lo justo para no convertirse en nada”, y disfrutar el camino. Puntos suspensivos. Pucho habló en dicha presentación de los autores y gustos literarios comunes: Jack Kerouac, la generación Beat, Paul Auster, el uruguayo recientemente fallecido Eduardo Galeano o el inglés John Berger -“un pavo bastante clave para nosotros”, reconoce Pucho-, y también con mayor afinidad a la música Road Movies, el libro de Lee Ranaldo -guitarrista de Sonic Youth- o Política de hechos consumados de Sam Shepard.

Seis amigos que conjugan sus diferencias para hacerse más fuertes, mejores músicos... En los viajes en furgoneta duermen, charlan de cuestiones pendientes, escuchan música y, cada vez más, callan: “Hemos aprendido en la furgo a respetar el silencio, -dice Galván-, a tener un momento cada uno de intimidad, con tu libro o contigo mismo. Nuestro respiro es la furgoneta... Después de un tiempo de viajar en tren a los bolos, hemos tenido la última salida en furgo a Onda en Castellón y a Albacete y nos hicimos la foto selfi como un autohomenaje”.

Autocrítica, primer tema de Un día en el mundo, el primer álbum completo de la banda madrileña, resonaba a manifiesto involuntario de intenciones y actitudes: “Ese ejercicio de mirar desde el agujerillo de la cerradura de la puerta esas cosas que te chocan -así lo explicaba Guille Galván, autor de la letra- y que llevado un poco a la parodia en un momento determinado parecen alejadas de tu mundo pero en el fondo no lo están tanto. Todos formamos parte de lo mismo y es como un toque de atención, tenerlo ahí siempre detrás de la de oreja, que te pueda guía”. Desde Tres Cantos en Madrid o Beirut, Líbano, a la bodega manchega de la Alameda de Cervera o a los Estudios Sonobox en Madrid o Estudios Gárate en Guipúzcoa, o en el bareto de la nocturnidad Toni2 o desde el pasillo de la casa de Guille donde se registró hasta llegar al salón a modo de trávelin sonoro aquel piano incipiente de Los días raros, el comienzo del segundo álbum Mapas. Los recuerdos, los rincones, los labios... el cine, imágenes, como la poesía de Guille.

El álbum en directo se llama 15151 “El número de asistentes más las 150 personas que había trabajando allí ese día 23 de mayo en el Palacio de Deportes y el uno el que representa a quien tiene el disco, de forma simbólica, y porque lo hace número capicúa”. La edición especial de La Deriva, publicada como clausura de la gira de más de dos años, incluye dos canciones inéditas: “Cuando estábamos terminando La Deriva, -explica Guille-, los temas Puntos suspensivos, de Juanma, y Profetas de la mañana, con mi letra, eran dos propuestas de cierre del álbum, con una o con la otra, pero Manuel -Colmenero, productor- propuso retomar la del Soneto, y aunque Juanma era reacio, por ser ya algo del pasado al final terminó la nueva letra y el tema entró. Estas dos canciones que nos ha parecido muy apropiado que estuvieran en el epílogo en una edición especial de La Deriva como colofón. Parece que están escritas ahora al término de la gira, por lo que cuenta y por ese poso de nostalgia de todo lo que hemos dejado atrás en este tiempo. Eso sí, ambas se grabaron en enero de este año”.

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