Y vio Dios todo lo que había hecho, y se enfadó en Bruselas
El belga Jaco van Dormael ironiza en 'El nuevo nuevo testamento', sobre la vida del iracundo creador y su familia rebelde
Dios estaba contento. Había creado la Tierra, la cosa pintaba bien con la humanidad, y decidió dirigir el resto de la operación desde el último piso de un rascacielos en Bruselas. Pero el destino se torció, Adán y Eva hicieron lo que hicieron y cómo puede leerse en el Antiguo Testamento, se convirtió en un ser tan omnipotente como iracundo y vengativo. Al menos así fantasea el cineasta belga Jaco van Dormael (Ixelles, 1950). Su dios se volvió rastrero contra todos: los seres humanos, los animales e incluso contra su esposa -que efectivamente no está dotada de muchas luces- y su hija pequeña; el mayor, JC, ya se sabe que bajó a la Tierra y cambió algunas cosas. Ea, la hermana pequeña, harta de la situación, decide rebelarse y envía a todos los seres humanos la fecha y hora exacta de su muerte. Con ese dato, el miedo ya no existe y desaparece la congoja humana ante el posible castigo de un ser superior, tal y como cuenta El nuevo nuevo testamento.
Ganadora de los premios a mejor película europea y a la mejor actriz -Pili Groyne, que da vida a Ea- en el festival de Sitges, y estrenada el pasado viernes en salas comerciales españolas, la comedia que representa a Bélgica en los Oscar devuelve al mejor van Dormael, el de la imaginería barroca, el director que debutó en la ficción con Totó, el héroe (1990), a la que siguieron las irregulares El octavo día (1996), Las vidas posibles de Mr. Nobody (2009) y Kiss & Cry (2011). En Sitges, el cineasta está feliz, ansioso por empezar a desgañitarse contra su deidad. "Mi dios refleja sencillamente al de la Biblia. Es celoso, envió a su hijo a una muerte segura, pareciera que le daba igual que le crucificaran al vástago... No creo en Dios, pero tuve una educación cristiana, y para mí la Biblia es un gran libro con estupendos personajes y un final triste". Bruselas no parece un buen lugar para que viva alguien, ni siquiera Dios. "Cuando escribía con Thomas Gunzig el guion pensamos que nos interesaba mucho contar esa vida secreta con esposa e hija... Es curioso, porque en la Biblia las mujeres se dividen en tres clases: madres, bellísimas o prostitutas. Y pensamos que un personaje femenino debería de ser su contrapunto". Bienvenida una hija, que encima baja a la Tierra a buscarse sus propios discípulos.
Van Dormael asegura que el miedo es el principal lastre que atenaza a la humanidad. "Si sabes cuándo mueres, te liberas. Porque ahora puedes incluso hacer un poco el tonto. Disfrutar". ¿Y el preferiría saber cuándo morirá? "No. Porque entonces vives como si fueras inmortal. Y no creo que eso sea tampoco muy conveniente. Sé que me contradigo".
Puede que el cineasta no crea en Dios, pero su El nuevo nuevo testamento está salpicada de momentos espirituales. "Porque en realidad la película habla del amor. Los nuevos apóstoles se enamoran entre ellos, no como los originales. La hija se mueve por amor a su madre. Creo que en realidad hemos escrito un guion al estilo Don Quijote: no importa el final, sino la motivación del viaje. No necesitas el mañana para ser feliz, sino que el camino te da la dicha. Disfrutas de las flores, los paisajes... La hija ya avisa: no hay paraíso tras la muerte, sino que el paraíso es la vida".
El cineasta asegura que fue facilísimo escribir el guion -"Lo hice con Thomas, y me gusta escribir comedia entre dos para saber qué es divertido"- y más aún rodar: "A casi todo el equipo técnico le conozco desde hace décadas, Benoît Poelvoorde [que está sensacional como un Dios odioso] es mi amigo, lo mismo el resto de los actores... Y Catherine Deneuve [una de las apóstoles] aceptó a la primera. He hecho la comedia con muy poco dinero". A Deneuve le espera en su cama un curioso compañero. un gorila. "Lo más divertido es que el chico dentro del traje es de Madrid, no veía nada por la careta y no hablaba francés. Ella iba traduciendo mis instrucciones del francés al inglés, del tipo: 'Por tu mano aquí, en mi pecho'. Delirante".
¿Le falta espiritualidad a la sociedad actual? "No, eso es una engañifa del siglo XXI. Apuesta por conectar con uno mismo, es decir, la antesala del egoísmo. Lo que falta es amor".
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