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CORRIENTES Y DESAHOGOS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Frieze

Logró vender su primer cuadro cuando había cumplido los 89 años

Si no nos hubiéramos puesto enfermos, ahora estaríamos en la Frieze Art Fair que se inauguró el 14 de octubre y durante toda una semana agita a la casta artística de casi medio mundo.

La Frieze es ya, tras 12 años de vida, la feria de arte con mayor glamour y audacia del mundo y, siguiendo a Nueva York, cunden subsedes en las ciudades con los mayores coleccionistas del mundo. De hecho, las casas de subastas Phillips, Sotheby’s y Christie’s pondrán a la venta más de mil obras en estos siete días.

No pasearemos pues por el Regent Park ni dormiremos en el Melià cercano, pero, a cambio, como una insignia hispánica expondrá por primera vez la cubana Carmen Herrera, que consiguió vender su primer cuadro cuando había cumplido ya los 89 años.

Las seis décadas anteriores las dedicó a ser feliz pintando para sí misma, sin un duro. La fama le parecía vulgar pero también ella le parecía insignificante a la fama.

Una galería del norte de Londres, la Ikon Gallery, fue la que por azar y talante impulso a esta artista que ahora tanto el MoMA como la Tate Gallery acogen sus piezas. ¿Y por qué son raros sus cuadros? Al revés: porque son extremadamente sencillos. El minimalismo sería mucho decir para describir su obra. Ella aclara: “Mi ilusión es llegar a una cima en que mi cuadro se reduzca a un punto”.

No se crea que es poca cosa. Todo pintor o poeta honrado simplifica su estilo a medida que cumple años. Con cien años muy bien podría crear (según Picasso) como un niño. Ahora bien, este artista es lo máximo, pero se halla tan adentro y secreto que la excavación se hace pesadísima. De ahí que la mayoría de los pintores, cuando dan con una fórmula circunstancial de éxito no sigan ahondando más.

El mundo del arte se halla repleto de esta célebre medianía que se hospedó en la mitad del camino. La ventaja es que así se gana dinero y, de paso, se sortea el pánico al más allá.

Un pintor o un escritor sin estilo es, en general, un pintor sin rostro. Pero un pintor con estilo puede ser a la vez una cara. El estilo salva a unos y sepulta a otros. De ahí que, ante el riesgo, muchos escojan repetirse sin esperar más y olvidando que el peor plagio es el que uno se hace a sí mismo. Lo contrario pues a lo que declara la paciente Carmen Herrera: “If you wait for the bus, it will come” (Si esperas el autobús, vendrá).

O, en suma, para quienes tengan la suerte de ir a Londres estos días y visitar la Frieze, no pasen de largo por la Lisson Gallery que actualmente la representa. Allí se manifiesta —guste o no— el tozudo monumento a la honradez y el superlativo carácter de quien estima una solemne peripecia el propio estilo.

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