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Feria de Otoño

Mantequerías Rincón

Decepcionante comienzo de feria con novillos inválidos y novilleros con pocas ideas

Antonio Lorca

Los novillos eran de mantequilla, y se deshacían con el viento madrileño; chicos, endebles, mansos, de carnes fofas, de aspecto borrachazo todos ellos, de andares lastimosos, morrazos vergonzosos y penosa imagen. Y el dueño de tales birrias es don César Rincón, el gran maestro colombiano que un día deslumbró al mundo con su torería heroica, y que como ganadero no tiene inconveniente en hacer el ridículo. Si él se hubiera enfrentado en Madrid a novillos de la calaña de los que él cría no estaría, como está, en la gloria taurina. Pero, una vez más, se cumple la máxima: torero grande, pésimo ganadero. Y como prueba, ‘Mantequerías Rincón’.

Al parecer, no había peor novillada en el campo bravo para abrir la Feria de Otoño, y que se estrellasen tres novilleros con estrella. Novillos elegidos por el enemigo, de esos que te quitan de la circulación porque todos los despachos taurinos apuntan que ‘en Madrid no pasó nada’; novillos que producen pena y lástima en lugar de miedo; animales que había que enviar al matadero porque componen la peor imagen posible de la fiesta de los toros.

En fin, que resulta inexplicable que don César Rincón críe estos animaluchos imberbes para el aburrimiento de una afición ávida de emociones y el fracaso de chavales necesitados de esperanza.

No hubo triunfo; imposible que lo hubiera con tales regalos. Y los toreros se marcharon vacíos de trofeos e ilusiones.

El Torreón/Filiberto, Marcos, Galdós

Novillos de El Torreón, -el quinto, devuelto-, muy mal presentados, mansos, inválidos y descastados. Sobrero de Dolores Rufino, bien presentado, manso y encastado.

Filiberto: dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio); pinchazo bajo y bajonazo (división de opiniones).

Alejandro Marcos: pinchazo, estocada _aviso_ y dos descabellos (silencio); estocada que hace guardia, un descabello _aviso_ y siete descabellos (silencio).

Joaquín Galdós: pinchazo, estocada, dos descabellos y el novillo se echa (silencio); pinchazo, casi entera y un descabello (silencio).

Plaza de las Ventas. Primer festejo de la Feria de Otoño. 1 de octubre. Casi tres cuartos de entrada.

El escenario de Las Ventas debe imponer lo suyo porque se les vio nerviosos, con pocas ideas, agarrotados, cuando cuentan las crónicas y no paran de sus muchas virtudes. Molestó el viento, omnipresente en esta plaza, y no encontraron colaboradores dignos, pero tampoco los de luces expresaron mucho sentimiento. En fin, una mezcla extraña que, sin duda, les perjudicará.

Quizá el más talentoso pareció Filiberto, que dijo poseer buenas maneras y templanza en las muñecas. Maneja mejor la muleta que el capote. Intentó lucirse por chicuelinas en dos ocasiones y lo hizo tan mal que debieran obligarle a visionar videos de Paco Camino durante una buena temporada. Su primero padecía urgencia por morirse y el muchacho se limitó a hacerle más llevaderos sus instantes finales. Dibujó vistosos naturales ante el cuarto, soso y descastado, motivo por el que no pudo redondear el dibujo que traía en la cabeza. A los dos novillos los mató mal, y pasó con poca gloria.

Decepcionó Alejandro Marcos; y también Joaquín Galdós, ambos con méritos para lo contrario, pero así es la vida de los aspirantes.

El primero, desconfiado toda la tarde, mostró un tipo de toreo muy vacío entre el desinterés general. Pero eso ocurría en su primero, porque el sobrero, tan manso como encastado, le pudo permitir un triunfo si se queda quieto y se coloca en el lugar donde regalan los cortijos. Prefirió, en cambio, las dudas, no se la jugó y la ocasión se esfumó.

Y mal, también, el peruano Galdós, con tan buenas condiciones como ya ha evidenciado en otros ruedos. No tuvo toros, es verdad, pero se mostró nervioso, torpón y ventajista, errores imperdonables para quien dice poseer condiciones de figura.

Pero, en fin, el gran perdedor fue el ganadero. Así, no se viene a Madrid; así, lo mejor es montar Mantequerías Rincón.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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