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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo mejor no figuraba en la leve sección oficial

Sergi López está notable en 'Un día perfecto para volar', pero yo no capto el encanto

Carlos Boyero

La sección oficial se ha despedido con la película canadiense Los demonios, retrato olvidable de los terrores íntimos que perturban la cabeza de un chaval en posesión de un mundo especial, mientras que paralelamente en Montreal se están produciendo misteriosos secuestros de adolescentes; y la catalana Un día perfecto para volar, dirigida por Marc Recha, alguien con un estilo y un universo identificables, con los cuales me resulta muy arduo conectar.

En esta ocasión, Recha solo precisa de 70 minutos para describir la intimista relación entre un niño y su padre, con el pretexto de hacer volar la cometa que ha construido este para el pequeño, todo ello ambientado con imágenes plásticas de la naturaleza y la narración de un cuento. Algunos amigos que tienen hijos pequeños han percibido cierto encanto en lo que describe Recha. Yo no lo capto. Pero admito que la interpretación de Sergi López es notable.

Más información
"Definitiva y memorable despedida"
"Aburrido casi todo lo oficial"
"Ofrenda al caserío y oda espesa a Eva Perón"

En la sección Perlas, la clausura ha llegado con dos películas que concursaron en el último festival de Venecia. Me habían llegado comentarios entusiastas de El clan, dirigida por Pablo Trapero, señor que siempre utiliza el bisturí para narrar historias duras, violentas y tenebrosas de una realidad argentina protagonizada por la corrupción a múltiples niveles, la oscuridad ambiental, las relaciones de poder, las conductas sórdidas. Es un cine siempre interesante, áspero, con capacidad para removerte. El clan no me parece una obra maestra pero sí te deja mal cuerpo, observando el maléfico negocio que ha montado una familia de clase media, que cena y reza unida, patriarcal. El jefe de este clan vivió su siniestro esplendor aniquilando impunemente a los subversivos durante la dictadura de la Junta Militar. Pero los tiempos están cambiando con la llegada de Alfonsín a la presidencia. Consecuentemente esta tradicional y devota familia debe cambiar de objetivos para mantener su saneado plan de vida y se dedica a secuestrar a gente pudiente, cobrar el rescate y asesinarlos para borrar rastros. Y hay de todo en ese clan tan peculiar y macabro, desde los que pretenden ignorar lo que ocurre en el sótano de las torturas a los que se plantean huir de ese cotidiano horror, todos ellos controlados por un padre que nunca ha tenido problemas de conciencia y muchos amigos y cómplices entre los presuntos guardianes de la ley, el orden, la patria, esas cosas. Trapero describe con talento, realismo y matices ese universo aterrador. Y no se inventa nada. Esa familia existió.

No sé cuántos gangsters ha interpretado Johnny Depp, pero a su carrera le va esa turbulenta marcha

No sé cuantos gángsters o policías infiltrados en la Mafia ha interpretado Johnny Depp. Algunos menos que Pacino y De Niro, pero está claro que a su carrera le va esa turbulenta marcha. En Black mass le afeitan parte de la cabeza, le meten implantes y lentillas, le hacen cosas muy extrañas para que encarne al brutal y psicópata boss de la mafia irlandesa de Boston. También es pragmático ya que informa al FBI de las movidas de sus colegas italianos a cambio de que le dejen practicar libremente su salvaje negocio. Y en esos intercambios tan alucinantes también interviene la política. Todo ello en nombre de lealtades familiares y amistosas. Y al gángster, que también es un patriota irlandés, le queda tiempo para surtir de armamento a su amado IRA. El director Scott Cooper otorga fluidez y crueldad a esta historia que escandalosamente ocurrió. Y arropa a Depp con un ejército de secundarios de lujo. Me interesan más que la actuación de Depp. Black mass no marcará ningún hito en el cine negro, pero se deja ver.

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