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Keith Richards quiere que sus hijas esnifen sus cenizas

El guitarrista de los Rolling Stones confesó en 2007 que había hecho este inaudito rito funerario con su padre

Keith Richards con su esposa Patti Hansen en Londres.
Keith Richards con su esposa Patti Hansen en Londres.SUZANNE PLUNKETT (REUTERS)

Tan provocador como de costumbre, Keith Richards ha vuelto a dejar unas declaraciones llamativas. En una entrevista que publica el diario británico Mirror, el guitarrista de los Rolling Stones ha asegurado que no le molestaría que sus hijas esnifen las cenizas de sus restos mortales, como hizo él con los de su padre. “Yo mismo les dejaré la pajita”, ha dicho en relación a lo que le gustaría que hiciesen sus hijas tras su muerte.

Richards, de 71 años, tiene dos descendientes de su matrimonio con Patti Hansen, Theodora, de 30 años, y Alexandra, de 28. Y dos hijos más de su primera relación sentimental estable, con la italiana Anita Pallenberg, Marlon y Angela. Estos días anda promocionando su disco en solitario, Crosseyed Heart, así como el documental Keith Richards: under the influence.

El guitarrista de la banda británica ya fue noticia cuando en 2007 confesó en la revista musical NME que había esnifado las cenizas de su padre Bert. Ante la pregunta de “lo más extraño que había intentado esnifar”, Richards contestó: “Mi padre. Esnifé a mi padre. Fue incinerado y no pude resistir mezclarlo con un tiro. No le hubiera molestado, no le importaba una mierda. Me sentó muy bien, todavía sigo vivo”.

Un día después, el guitarrista se arrepintió y publicó un comunicado en la web del grupo, alegando que todo era una broma. Pero en su biografía Life, el músico recogía estas palabras: “Como perro viejo que soy, dije que [la declaración a NME] se sacó de contexto. Ni lo negué ni lo admití. La verdad del asunto es que después de tener las cenizas de mi padre en una urna negra durante seis años, porque no tuve fuerzas para esparcirla a los vientos, finalmente planté un robusto roble inglés para esparcirlo alrededor. Y cuando quité la tapa, un hilo de las cenizas se volaron y cayó en la mesa. No podía simplemente limpiarlo, así que pasé mi dedo por encima y me esnifé el residuo. Cenizas a cenizas, de padre a hijo”.

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