“En España la cultura no está latente, el arte está olvidado”
El coreógrafo lleva a los Teatros del Canal un programa doble: 'Samsara' y 'El amor brujo'
Cuando Víctor Ullate (Zaragoza, 1947) se sienta a contemplar el ballet Samsara en los Teatros del Canal, las coreografías le llevan irremediablemente a un sueño que tuvo en un sala de operaciones, sobre la que se encontraba en el año 2001 tras sufrir dos ataques al corazón en una misma semana. Entonces se debatía entre la vida y la muerte. Desde ese recuerdo parte la obra que presencia, pero va más allá. “Representa un viaje por Oriente porque desde el quirófano me transporté a países donde reflexiono sobre el paso del tiempo, sobre el valor del momento, del ahora”.
El coreógrafo ha sido el encargado de abrir la temporada dancística de los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid con un programa doble: Samsara, una creación de su ballet, y El amor brujo, el clásico de Manuel de Falla que ahonda en el misticismo gitano. Desde el pasado 27 de agosto hasta el 13 de septiembre, las representaciones se intercalan para ofrecer una oferta más amplia de la compañía. “De esta manera, quien viene a un espectáculo repite al día siguiente”, dice el exbailarín.
Víctor Ullate se sienta a contemplar Samsara próximo a su mano derecha, Eduardo Lao, el director artístico de su ballet y su hombre de confianza. Tres pases bastan para transportar al espectador a diferentes escenarios como Nepal, India o Irán. El ambiente se palpa en los vestuarios, en las coreografías, en la música. Media hora más tarde, Ullate se detiene a conversar sobre su ballet y su vida. Ahora menciona que se encuentra perfectamente de salud, aunque ha pasado por momentos complicados. A sus 68 años ha sufrido tres infartos y una complicada operación de rodilla.
Pero no le tuvo miedo a la muerte. Más bien, todo lo contrario. “Me relajé tanto que me quedé traspuesto y tuve un viaje fantástico”, recuerda. “En los momentos críticos hay una regresión del tiempo”. Se detiene a hablar de Nepal, porque de aquel país le cautivó su filosofía budista, que practica en la actualidad. “Estuve meditando en templos, me levantaba a las cinco de la mañana para ver el amanecer en el Annapurna, hacía trekking y recorría los pueblos de la falda del Himalaya. Es de esos viajes que no olvidas nunca”.
Samsara y El amor brujo me han aportado muchas satisfacciones, pero también Wonderland y el programa Bolero
Hablar de esa experiencia deriva en un repaso a su obra. Lleva 27 años al frente de su compañía de danza, que tiene por nombre el suyo propio, y echa la vista atrás con aire taciturno. Recuerda los que a su juicio son sus mejores espectáculos: “Samsara y El amor brujo me han aportado muchas satisfacciones, pero también Wonderland y el programa Bolero”.
Una trayectoria tan larga como la suya le ha dejado un reguero de anécdotas. De su paso por el extranjero recuerda una escena que aún le abruma. Se refiere a la primera vez que llevó Samsara al Festival de Bogotá, en Colombia. “El estruendo de aplausos fue tan grande que creíamos que el teatro se venía abajo”. Ese comentario le lleva a valorar el ballet y la cultura en general fuera de España. Se lamenta al hablar de su propio país: “La gente aquí no sabe de arte. Y no sabe porque no hay educación en arte. Las entradas de un ballet tendrían que ser muy asequibles. En España la cultura no está latente, lo artístico está muy olvidado”, reflexiona.
Falta de oportunidades
Lo que le preocupa a Ullate es la falta de oportunidades: “Se necesitan mejores sueldos y teatros estables que permitan realizar varias temporadas al año como ocurre en la Ópera de París, el New York City Ballet o en la Scala de Milán, entre otros”.
Se necesitan mejores sueldos y teatros estables
El ballet de Víctor Ullate depende desde 1997 de la Comunidad de Madrid. Al filo de la despedida, el coreógrafo conversa sobre la crisis y se apena por la inestabilidad del sector, aunque reconoce que se siente un afortunado por haber llevado tantos años su compañía. Con todo, anhela mejores tiempos para la danza y termina la entrevista con la vista puesta en un objetivo: “Me gustaría que mi fundación de ballet tuviera una casa de acogida donde niños de poder adquisitivo bajo pudieran dedicarse a esta profesión tan bonita. Mis penas las he pasado bailando y las alegrías también. Le he dado mucho a la danza y la danza me ha dado mucho a mí”.
Babelia
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