Bárbara Brecht, guardiana de las obras de su padre
La hija predilecta de Bertold Brecht dedicó su vida a proteger la pureza de su obra de teatro.
La carrera como actriz de teatro de Bárbara Brecht-Schall, hija de Bertold Brecht y Helene Weigel, estuvo marcada por la sombra de sus famosos progenitores y, muy posiblemente, ese hecho le impidió tener éxito en el escenario del famoso teatro Berliner Ensemble, fundado por su padre en 1949 en el sector comunista de Berlín. Pero Bárbara Brecht Schell, que murió el lunes pasado en la capital alemana a la edad de 84 años, tuvo un éxito grandioso en su tarea de ser la “guardiana” de la obra del gran dramaturgo y poeta alemán.
Casada con el actor Ekkerhard Schall, la hija predilecta de Bertold Brecht nunca ocultó pertenecer a un grupo privilegiado de la desaparecida Alemania comunista, la llamada “burguesía roja”, una burguesía que logró superar con comodidad el cambio político que vivió el país después de la caída del Muro y que tuvo la suerte de ser admitida en el mundo cultural capitalista.
Pero Bárbara Brecht-Schall siempre fue la antítesis de los hijos de la nomenclatura y siempre defendió sus orígenes, el apoyo que recibió su padre del régimen y siempre utilizó un delicado tono proletario para referirse a su trabajo. ¿Acaso no calificó como una “vergüenza”, la desaparición de su patria adoptiva, la ex RDA?. Ella tampoco ocultó nunca que gracias a los privilegios que rodearon la vida de sus padres, tuvo una vida fácil y feliz en el estado de los obreros y campesinos.
Cuando murió su madre Helene Weigel en 1971, los tres hijos de Brecht recibieron su herencia literaria y también el control artístico de sus obras. Su hermano Stefan y su media hermana Hanne Hiob, decidieron dejar en manos de Barbara el control de la herencia. Fue el comienzo de su segunda carrera, una etapa que la convirtió en una feroz defensora de la obra de su padre, temida por los productores y respetada por la legión de admiradores de la obra de Brecht.
Mientras vivió, Bárbara Brecht-Schall vigiló todas las producciones que se realizaban en el famoso teatro. Aprobaba los directores, los actores principales, el diseño y la producción de las obras paternas.
“Todos pueden llevar las obras de papá al escenario, pero bajo una condición: nadie puede añadir algo o cambiar algo”, solía decir. Esta particular visión de su trabajo originó, como era de esperar, una ola de críticas hacia su trabajo de “guardiana”, como ocurrió en febrero de este año, cuando Bárbara Brecht-Schall logró impedir que se siguiera representando la obra Baal en Múnich, dirigida por Frank Castorf.
Su pasión por la protección de la obra de su padre la convirtió en una mujer solitaria, algo que no le importaba. Era una Brecht y no necesitaba bufones a su alrededor.
En un breve homenaje póstumo Peymann, actual director del Berliner Ensemble escribió: "Como protectora y guardiana del legado de su padre, Bárbara Brecht-Schall fue una negociadora consecuente y valiente y muchas veces difícil. Ella defendió y protegió, como una verdadera Juana de Arco del teatro, la obra de su padre".
Babelia
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