Venecia arranca con vértigo y frialdad
La superproducción 'Everest’, recibida casi en silencio por los críticos, inaugura el certamen
Frente al Palazzo del Cinema hay un campamento. Está equipado con paraguas, toallas y muchos víveres, aunque los más profesionales se han traído sillas e incluso escaleras. Las hermanas Elisa y Annachiara Gatti, de 18 y 14 años, han apostado por “las cartas”, para que la espera sea más llevadera. A su lado, una treintena de jóvenes luce una organización impecable para su misión: aguantar hasta que arranque la alfombra roja. Sin embargo, su estructura no duraría ni una noche frente al Himalaya, donde se plantaron las estrellas a las que esperan. Y si no, basta con ver Everest, la superproducción de Hollywood que ayer presentaron divos como Jake Gyllenhaal y Emily Watson y que inauguró la 72ª edición de La Mostra.
“El lugar más peligroso del mundo”, asegura un cartel de Everest que luce una inquietante imagen del coloso montañoso. Y así lo testifica la historia real en la que está basado el filme del islandés Baltasar Kormákur: la obra se remonta al 10 de mayo de 1996, cuando el Everest parecía “las Naciones Unidas”, como dice un personaje. Básicamente, desde que el neozelandés Rob Hall lanzó con éxito una empresa que acompañaba hasta la cima a escaladores aficionados, una marea de compañías y viajeros quiso seguir su ejemplo, invadiendo y humanizando al monstruo del Himalaya. Tanto que ese día se verificó un dramático overbooking: tres comitivas trataron de subir a la vez hasta el cielo.
Rodaje de altura
Algunos de sus miembros escuchaban este miércoles en primera fila la rueda de prensa de los intérpretes de Everest. Sin más spoilers, baste con saber que una tormenta puso las cosas todavía más cuesta arriba. Aunque la historia es tan célebre que hay cuatro libros de los protagonistas contando su versión de lo ocurrido, como Mal de altura, de Jon Krakauer (también autor de Hacia rutas salvajes). Y Kormákur quiso que sus actores también vivieran en parte las dificultades de aquel ascenso.
“Los hice sufrir mucho, pero no herirse”, resumió el director ante la prensa. Empeñado en ofrecer al público un vértigo en 3D lo más parecido posible al que proporciona hallarse a miles de metros del suelo, Kormákur trasladó a su reparto hasta Katmandú y llegó a filmar cerca del auténtico campamento base del Everest. Sin embargo, como se sostiene en la película, “esta montaña siempre tiene la última palabra”: la altura pasó factura a parte del equipo y el rodaje se marchó a las Dolomitas italianas. El alivio debió de ser relativo: allí filmaron secuencias en un glaciar a 3.000 metros y 30 grados bajo cero. “Cuanto más tires de la realidad, más la transmites”, defendió Kormákur, que completó Everest en los estudios de Cinecittà y Londres.
“Tenemos una responsabilidad enorme al recrear algo que realmente ocurrió”, añadió Gyllenhaal, que se reunió con los hijos de Scott Fisher, su personaje, para entender mejor a quién interpretaba. El actor, con barba y pelo casi tan largos como en la película, era el más deseado por los jóvenes que esperaban ante la alfombra roja. Al fin y al cabo, la llegada de las primeras estrellas despertó a un Lido que permanecía adormecido hasta la noche previa al festival. El miércoles la sede de La Mostra, oculta en el corazón de esta pequeña isla frente a Venecia, empezaba a poblarse de colas ante las salas, curiosos en busca de un famoso y tipos trajeados disfrutando de su glamur y su spritz.
A la vez, el certamen de cine más antiguo del mundo inauguró por la noche la carrera por el León de Oro, con 21 películas en la pugna, dos de ellas latinoamericanas: El clan, del argentino Pablo Trapero —coproducida por El deseo, de los hermanos Almodóvar—, y Desde allá, del venezolano Lorenzo Vigas. Otros dos filmes en castellano se encargaron de lanzar las secciones alternativas Horizontes y Venice Days: Un monstruo de mil cabezas, del mexicano Rodrigo Plá, y El desconocido, del debutante español Dani de la Torre.
Mientras, con Everest, Venecia se ha apuntado otro arranque de renombre. Aunque Kormákur recogía el incómodo testigo que dejaron Gravity en 2013 y Birdman en 2014. Es decir, que dar el pistoletazo de salida a La Mostra ha sido últimamente sinónimo de Oscar. A saber si habrá estatuillas para Everest: a juzgar por el silencio glacial tras la proyección, parece una montaña difícil de escalar.
Babelia
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