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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Rugía el león

Ha sido otro paisano nuestro al que por la insignificante suma de 50.000 euros se le ha permitido la hazaña de asaetear a un león que vivía en la reserva y estaba presuntamente protegido por la ley

Carlos Boyero

Es una de las imágenes más sugestivas que tengo del cine de mi niñez: en un impresionante amanecer de Tanganika, la preciosa música de Mancini arropa a los camiones de cazadores profesionales que se dirigen a cazar (no a matar) animales salvajes con destino a los zoológicos. Se titula Hatari! El jefe de esa cuadrilla enfrentada cotidianamente al peligro es, cómo no, John Wayne. Pocas veces se han fundido tan armoniosamente la aventura y la comedia como en esta obra maestra de Hawks. Imagino que a los bichos no les hacía gracia que los secuestraran de su entorno natural, pero nadie pretende derramar su sangre. Solo es negocio.

John Huston contaba en la muy trágica Vidas rebeldes la caza en el desierto de Nevada de los últimos caballos salvajes. Pero a estos los destinaban al matadero. Sin embargo, ese amor de Huston a los potros libres (aunque el guion lo firmaba Arthur Miller) se contradecía con lo que nos contó Eastwood en Cazador blanco, corazón negro. Al parecer, lo que más obsesionaba a Huston cuando rodó la deliciosa La reina de África no era la película, sino que ésta solo le servía como pretexto para poder matar un elefante. Debe de enganchar mucho lo de cargarse animales por placer. No conocemos la opinión al respecto de un monarca sobre lo de asesinar paquidermos mientras que su país andaba en la ruina.

Me entero de que ha sido otro paisano nuestro al que por la insignificante suma de 50.000 euros se le ha permitido la hazaña de asaetear a un león que vivía en la reserva y estaba presuntamente protegido por la ley, y rematar a balazos al herido después de perseguirle dos días. Por el placer de arrancarle la cabeza e imagino que exhibirla con orgullo en su mansión cuando llegan las visitas. Cómo me gustaría asistir a la lucha cuerpo a cuerpo entre ese tipo tan valiente (vale, le damos un cuchillo, como a Tarzán) y el viejo león. Y después, brindaría por el ganador.

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