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El color de los calcetines de Clifford Brown

El saxofonista estadounidense es una es una enciclopedia del jazz con piernas

Benny Golson durante el concierto en el Festival de Jazz de San Sebastián.
Benny Golson durante el concierto en el Festival de Jazz de San Sebastián.Javier Hernández

Para los que somos olvidadizos de natural, encontrarse con Benny Golson es un regalo de los dioses. 86 años vividos a tope y una memoria de elefante. No hay detalle, por nimio que sea, que se le escape. Para que se hagan una idea: hace algunos años le pregunté, medio en broma, por el color de los calcetines que llevaba puestos Clifford Brown en la sesión del 23 de febrero de 1955, en la que Golson estuvo presente. “A cuadros rojos y verdes, con unas líneas finas de color blanco”, me contestó. Y hasta puede que fuera verdad.

La cosa, que Benny Golson es una enciclopedia del jazz con piernas. Ayer, jueves, tocó en el Kursaal donostiarra –lleno hasta el primer anfiteatro- como es costumbre en quien ha sido agraciado con el premio Donostiako que otorga el festival por una vida dedicada al jazz. El año pasado le tocó a la japonesa Toshiko Akiyoshi; y el anterior, a Lee Konitz. Casi nada.

Dicen que Benny Golson está viejo; que ya no toca como antes: no se lo crean. Ya quisiera uno llegar a su edad en su estado de forma. Dicharachero, bromista, locuaz, sobre todo eso. A un concierto de Benny Golson se va a escuchar música tanto como a aprender todo lo que hay que saber acerca de algunas de las composiciones que han hecho historia en el género. Como tener a William Shakespearre in person contando del día en que, delante un bocadillo de mortadela y pimientos, se le vino a la mente aquella cosa: “ser, o no ser”. Allá donde la memoria se desvanece de a poquitos, Benny Golson –nuestro Shakespearre- permanece, bendito sea. De acuerdo, él no ha escrito “Hamlet”, ni “El sueño de una noche de verano”, pero ha compuesto “Along came Betty”, y “Are you real?”. Y eso, querido lector, son palabras mayores.

A lo que iba. Da igual si ya hemos oído mil veces la historia de cómo nació “Killer Joe”: escucharlo de labios de su autor es un privilegio al que ningún aficionado sensible puede resistirse. Una historia de putas y macarras y un saxofonista recién llegado a Nueva York a quien todo eso le suena a chino, “y de repente me encontré con que todo el mundo estaba grabando mi composición”. Teniendo en cuenta la fecha en que fue compuesta, Benny Golson lleva 61 años contando la misma historia. Y no sólo esa: “aquella tarde estaba tocando con Dizzy Gillespie en el teatro Apollo de Harlem cuando nos llegó la noticia de la muerte de Clifford Brown en accidente de tráfico”… la historia del jazz no sería la misma sin “I remember Clifford”, “Killer Joe”, “Whisper not”, “Stable mates”… tan importante es la aportación al de Golson como compositor, que tiende a olvidarse lo buen saxofonista que es. Lo que tiene el no seguir los caminos establecidos.

En época de coltranes y sonny rollins, Golson tocaba suavecito, como pidiendo perdón por no tocar como aquellos. “Un gran compositor y un saxofonista mediocre”: la eterna retahíla. Y, sí, es posible que haya perdido algo de fuelle. A cambio, conserva ese sabor inconfundible al jazz de otros tiempos, de cuando ésta música era el territorio de los libres y los poetas; nos queda Golson, y pare Vd. de contar.

Fiel a su costumbre, en su recital de anoche se hizo acompañar por un trío de músicos del país. Sus nombres: Joan Monne, piano; Ignasi González, contrabajo; y Jo Krause, batería. Cumplieron, que no es poco.

La noche terminó con la infaltable “Blues march for Europe nº 1” (el título original) que Golson compuso para el trompetista Blue Mitchell en su álbum “Big 6”, y no para Art Blakey, como suele pensarse. El público despidió al octogenario jazzista puesto en pié, los pañuelos al viento, “!otra!, ¡otra!”…. y es que es necesario que haya quien recuerde el color de los calcetines de Clifford Brown. El futuro del jazz depende de ello.

PS. Pensará el lector que anoche sólo hubo el concierto de Benny Golson. Pues no. También hubo la habitual sesión doble en la Trini pasada por agua, con Andrzej Olejnicazk e Iñaki Salvador y Jamie Cullum, en su concierto de despedida del festival. Y los grupos noruegos en el Victoria Eugenia. Si el abajo firmante ha optado por centrarse en Benny Golson, ha sido por motivos puramente patrióticos. Benny Golson es un músico de jazz, y esto, se supone, es un festival de jazz, ¿o no?

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