“Habéis luchado muchísimo, pero es nuestro turno”

El lector se preguntará quién es esa chica de la foto. Es una chica con muchas ganas de luchar, con muchas ganas de vivir y que no entiende la vida si no es a través del periodismo.

 ¿Qué ha entendido de la vida? Que es imposible que la abarquemos. Dudo de la gente que siempre tiene certezas; yo soy una duda andante: es lo que más aprecio del periodismo.

¿Y qué le genera duda de nuestro oficio? Me produce duda y pena que algunos grandes tótems del periodismo más tradicional no se den cuenta de que las cosas están cambiando y de que están cambiando para bien. No venimos a sustituir ni a tirar por tierra a nadie: venimos a mejorar la obra, a hacerla un poquito mejor. Si nos ayudamos todo va a tener mayor sentido.

No sólo somos esos rebeldes que se manifiestan, sino que llevamos la revolución dentro

¿Qué falla en las generaciones anteriores? No escucharnos, o escucharnos mal, escucharnos sólo con un oído, no entender que no sólo somos esos rebeldes que se manifiestan, sino que llevamos la revolución dentro. Una revolución que no se puede canalizar bien como vosotros hicisteis con la Transición.

¿Qué dice esa revolución? Que somos unos resistentes. Acabamos de demostrar que las cosas pueden cambiar, que no nos vamos a quedar con los brazos cruzados, que no vamos a huir (aunque desgraciadamente hay muchos que han tenido que irse); nos vamos a quedar aquí y vamos a ser capaces de cambiar las cosas. En mi caso desde el periodismo, pero también lo hará mucha más gente de mi generación desde otros lugares.

¿Qué es lo más urgente que se debe cambiar? El clima de prepotencia, de arrogancia por parte de esa otra generación. Habéis luchado muchísimo, pero ahora es nuestro turno.

No es fundamental decir algo nuevo; sí es importante la forma de decirlo

¿Y qué debemos hacer nosotros? Darnos la mano, fundamental. Escucharnos, aconsejarnos, por supuesto. En mi familia siempre me han dejado tropezar; algunas veces me han avisado de que había una piedra, pero otras ni siquiera me han dicho que estaba ahí. Creo que es la única manera de aprender y en la que nos podéis ayudar.

¿Y debemos guardar silencio? En absoluto. Una de las cosas que más me gusta de este mundo es escuchar a mi abuela, cinco minutos con ella y aprendo más que hablando una hora con mis amigos. Esta escucha es bidireccional: vosotros nos escucháis y nosotros a vosotros, pero en el último tiempo ese ejercicio ha sido sólo desde un lado. A quienes nos ha tocado callar ha sido a nosotros. Y ya no es el momento.

¿Qué dicen que sea nuevo? No creo que digamos nada nuevo y tampoco creo que el decir algo nuevo sea positivo. Hay cosas que se dijeron hace tiempo, en la antigua Grecia, por ejemplo: ahora son más revolucionarias que nunca. No es fundamental decir algo nuevo; sí es importante la forma de decirlo.

¿Qué es lo que más le ha asustado de lo malo que ha ocurrido? Me ha asustado que se hayan tenido que ir amigos por obligación. Me ha asustado la falta de respeto con la que nos han tratado. Algunas cifras, como el 52% del desempleo juvenil. Y lo que más me asusta, la mezquindad y la mentira con la que nos han tratado.

¿Y qué hay de bueno? Rayuela sirve para llegar al fondo de todo y a partir de ahí mirar hacia arriba. Hemos llegado tan, tan abajo, que ahora ya podemos empezar a mirar hacia arriba. Estamos viendo la luz.

Ya sabemos quién es la chica de la foto. ¿Qué será? Espero que la misma, pero mejorada; alguien que pueda decir que ha sido una buena persona. Que me parezco a mi abuela: no habría mejor horizonte en mi vida.