Israel Elejalde: “Tu dolor es lo que finalmente te hace artista”
Le gustaba la política pero a los 18 terminó metido a actor. El dolor del desencuentro con sus padres lo ha convertido en arte
Israel Elejalde, Madrid, 1972. Hijo de padre impresor, sindicalista y político. Su madre fue ama de casa. Actor en El misántropo, Veraneantes, La función por hacer y La fiebre.Se hizo actor para escapar del dolor, para explicárselo.
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Israel Elejalde (Madrid, 1973). Es un actor de teatro, cine y televisión Premio Ojo Crítico de teatro de RNE en 2004. Ha trabajado en obras como Memoria de un olvido, con José Luis Gómez, y Veraneantes, dirigida por Miguel del Arco. Una de sus últimas películas ha sido Magical Girl.
Pregunta. ¿Qué ha pasado para que usted sea actor?
Respuesta. No sé muy bien; esta es una profesión que te elige más que elegirla tú. Desde chico me contaban mis padres cosas relacionadas con el escenario y con el público. A los 18 tenía claro que quería ser actor, pero me gustaba mucho la política, y estudié eso, Ciencias Políticas. Decidí hacer un curso de teatro para probar y quedé atrapado.
P. ¿Qué le atrapó?
R. Que es un vehículo para transformarte, para descubrirte a ti mismo. Y también para compartir con los demás tu forma de ver el mundo. Tuvo que ver más con cosas que llevaba dentro, dolorosas, que el teatro me permitía vehiculizar.
P. ¿Qué era doloroso?
R. Tenía una relación conflictiva con mis padres. No sabía dónde situarlos. Habían sido muy importantes para mí en la infancia, sobre todo mi padre; en la adolescencia se truncó y sentí un gran dolor. Un maestro me enseñó no sólo a hacer psicoterapia sino a convertir ese dolor en algo artístico. Sentí que era una forma de poder mejorar.
P. ¿Por qué hubo esa ruptura?
No creo en el teatro como psicoterapia, pero algo tiene que ver”
R. ¡Uf, me has pillado! Mis padres no eran pareja perfecta y en la adolescencia, cuando las parejas no son perfectas y además eres hijo único, tomas partido. Ya no los ves desde lejos sino como adulto y te enfrentas a cosas que no entiendes o no quieres entender. Eso provoca dolor… Mis padres murieron el año pasado, uno después del otro. Cuando me entrevistan siempre acabo hablando de ellos; es algo muy importante en este momento. Ahora entiendo que en algunos momentos fui injusto. A través del trabajo he empezado a descubrir estas cosas también.
P. Eso le hizo actor.
R. Me impulsó a tomar una decisión que llevaba dentro. No creo en el teatro como psicoterapia, pero algo tiene que ver porque tu dolor, tu forma de ver el mundo, es lo que finalmente te hace artista. El artista es alguien que tiene algo que contar y quiere compartirlo. A los 18 eso me decantó por la actuación.
P. ¿En qué consistió ese ejercicio que hizo a los 18?
R. Ejercicios muy básicos para descubrirte a ti mismo. Decidí hablar de un hecho concreto que me había pasado con mi padre. Sólo la descripción me provocó un llanto brutal. El maestro hizo que dejara de ser psicoterapia para convertirlo en algo artístico.
P. ¿Qué le sedujo para que lo marcara tanto el teatro?
R. Algo del ritual del teatro me atrajo desde pequeño. Esa cosa desnuda, ese peligro brutal que consiste en quedarse solo en medio del escenario, ante unos señores a los que tienes que contarles algo. Tiene que ver con el peligro, el riesgo…, las cosas que necesito en la vida.
Cuando tus padres desaparecen comienzas un nuevo orden"
P. ¿Qué más necesita?
R. El amor. Necesito no sentirme solo. Lo único que remedia la ausencia de mis padres y el dolor que provoca la orfandad es que afortunadamente siento que no estoy solo. Es un miedo que he tenido siempre como hijo único. Ahora estoy orgulloso de tener amigos. La soledad me da pánico. El actor a veces se siente muy solo, pero a la vez está acompañado. Desea mostrarse como vehículo para que otros descubran cosas.
P. ¿Hubo un momento específico en que ya se dijo “soy actor”?
R. Todavía no soy capaz de decirlo. Esta es una profesión en la que aprendes todos los días. No puedes perder ese rastro, pero sí hay un momento de inflexión: cuando surge Kamikaze Producciones, con Miguel del Arco, Aitor Tejada, Manuela Paso, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, Miriam Montilla y Barbara Lennie… He aprendido a no querer actuar sino a querer ser. Cuando empecé creo que tenía buenas dotes… Fui un actor muy técnico quizá como forma de tapar carencias. En el encuentro con Miguel y el resto de compañeros me di cuenta de que no hacía falta pensar en la técnica, que había que dejarse hacer: estar allí.
P: ¿Y hay un instante en el que se da cuenta de que es otro en el escenario?
Ahora estoy orgulloso de tener amigos. La soledad me da pánico. El actor a veces se siente muy solo, pero a la vez está acompañado"
R. Depende de las funciones. En El Misántropo fui Israel y Alceste a la vez. El teatro es una gran paradoja: no eres Israel porque estás en un escenario: es que el dolor de Alceste es mi dolor, ese personaje eres tú. No es Israel.
P. Y en el monólogo La fiebre le pasará igual.
R. Lo abordé porque reflexionaba el texto de Wallace Shawn sobre cosas que me estaban perturbando. La crisis del 2008, la brutal sensación de que no hay solución. El teatro es preguntas, no respuestas.
P. ¿Cuáles son las preguntas ahora?
R. Estoy resituándome en la vida, en una segunda etapa. Cuando tus padres desaparecen comienzas un nuevo orden porque algo ha cambiado radicalmente.
P. Ahora es usted su propio padre.
R. ¡Ja ja ja! ¡No lo creo! Soy lo que era, pero con un bagaje diferente que te hace ver la vida diferente; ya no le puedo echar la culpa a nadie. Ahora la culpa es mía.
P. Usted, por cierto, recuerda ahora a Vittorio Gassman.
R. ¿Ah, sí? ¡Qué más quisiera! ¡Pero lo que yo quiero es parecerme a José Luis Gómez!
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