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La danza mira al futuro en Venecia

El ambicioso programa creativo de la Bienal se centra en asentar y promover a los artistas de las nuevas generaciones

La pieza 'Ejercicios rítmicos', de Claudia Castellucci.
La pieza 'Ejercicios rítmicos', de Claudia Castellucci. ANDREA AVEZZU

Las cosas han cambiado, y mucho, desde la llegada de Virgilio Sieni a la dirección del sector danza de la Bienal de Venecia. Estamos en su segundo año, en 2014 presentó su idea central con el Evangelio según San Mateo, un acto monumental y trascendente y ahora transforma el festival anual en lo que se ha denominado Bienal College. Por una parte, con la carta blanca dada por el presidente Paolo Baratta, Sieni mira al futuro sosteniéndose en su propio pasado formal, inspirándose acaso en las que fueron sus necesidades escolásticas de debutante, lo que no tuvo porque era otra época y había otras circunstancias y otras exigencias.

Tras una convocatoria internacional a la que se presentaron 240 aspirantes, todos menores de 30 años, Sieni seleccionó a 105, que han trabajado a partir del 10 de junio intensamente con 16 coreógrafos tanto italianos como internacionales en el laboratorio, que comprende, a jornada completa, entrenamientos diversos primero y ya en la tarde, el trabajo creativo con los coreógrafos, a la vez, un convenio con otras regiones italianas permite el trabajo con 31 niños, lo que ha producido una de las obras más conmovedoras: Vàstagos, ideada por el israelí residente en España Sharon Fridman. Entre otros espacios utilizados en los procesos, una recién restaurada ala de la Sala de Armas del Arsenale ha servido de salón de ensayos. Los tiempos de hoy inculcan a estos jóvenes a ser en cierto sentido autosuficientes. Los seleccionados pagan únicamente una matrícula simbólica de 70 euros y deben pasar su etapa veneciana por sus propios medios, eso sí, reciben una cuidada recomendación orientativa de alojamiento y otras necesidades prácticas. Los nuevos artistas proceden de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Argentina, Colombia, Japón, Francia, Alemania, Suiza, Bélgica, España, Portugal, Gran Bretaña, Croacia, Rusia, Polonia y Suecia.

No es difícil augurar que entre este centenar de voluntariosos nuevos artistas del movimiento escénico podrían estar los creadores del futuro, donde se cita la única y real supervivencia de un género que discurre en pleno siglo XXI entre los meandros de la no-danza, el tímido regreso a la danza-danza y la babel conceptual y contaminante del teatro del gesto y las artes visuales.

El corolario de qué creación y formación deben discurrir en una atmósfera única de investigación, riesgo y confrontación encuentra eco y unos primeros resultados muy alentadores. Sieni y Baratta usan los teatros convencionales, pero han sacado la danza a las plazas y a los sitios emblemáticos de la ciudad, han forzado a una convivencia activa de la experiencia con el fragor del turismo y los viandantes, así, una marea de público, cronistas o camarógrafos, críticos y artistas circula peripatéticamente de norte a sur de la laguna, de recoletas plazoletas a patios porticados o palacios de uso social y cultural. La respuesta es masiva, las actuaciones se extienden hasta el día 28 inclusive, y no es difícil augurar que entre este centenar de voluntariosos nuevos artistas del movimiento escénico podrían estar los creadores del futuro, donde se cita la única y real supervivencia de un género que discurre en pleno siglo XXI entre los meandros de la no-danza, el tímido regreso a la danza-danza y la babel conceptual y contaminante del teatro del gesto y las artes visuales. Ayer se entregó el León de Oro de la Bienal a Anne Teresa de Keersmaeker, ella misma empeñada en la didáctica desde que fundara la escuela P.A.R.T.S. en 1995.

Pero probablemente el ingrediente más positivo de este enorme y complejo proyecto está en hacer convivir a los creadores de experiencia y solera como Claudia Castelucci y Cesc Gelabert con nuevos coreógrafos, todos teniendo como arcilla para modelar las propuestas coréuticas a ese centenar largo de jóvenes bailarines de muy diversa formación y procedencia. Lo que más se ha tenido en cuenta es la inquietud y la receptividad intelectual, dos elementos que se tornan básicos en el artista contemporáneo.

En la primera jornada se han visto obras de Fridman, el tunecino Radhouane El Meddeb, residente en Francia como el israelí Emanuel Gat, Boris Charmatz y Claudia Castelucci, la fundadora de la Socìetas Raffaello Sanzio, una verdadera teórico y visionaria que con su Ejercitación rítmica coral pone a prueba a 11 artistas, los coordina en un postulado evocador de la disciplina a la vez que metáfora de los ejercicios gregarios que fomentan la figura circular como avatar simbólico y recurrente, válido siempre para representar la fuerza del grupo. La música original de Stefano Bartolini, creada para la pieza , aporta un arropamiento exacto y metronómico ejemplar.

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