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El hombre que fue jueves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Te están esperando

Marcos Ordóñez

Para qué sirve todo esto, me preguntas, estas máquinas tan viejas, tan raras y tan lentas. Ya sé que te parecen una pérdida de tiempo, pero es justo lo contrario, porque pueden servirte para recuperar ese tiempo que se te escapa de las manos, no paras de quejarte, no tienes tiempo para nada, y menos para sentarte ahí a oscuras. O para plantarte ante la cara esas líneas inmóviles, pero vaya si se mueven: un tipo muy sabio dijo que un punto y aparte colocado en el lugar que le corresponde puede desgarrar tu corazón con la fuerza de unas tenazas.

Prueba a ver. Prueba esta noche. No solo se trata de que te cuenten historias, aunque para mí las historias son siempre lo primero. Te parecerá ridículo, pero lo que te digo tiene que ver con una forma de intimidad, una forma de calma. Acuérdate de cuando eras pequeño. Recuerda la balsa quieta en el centro de la laguna, la vibración de la brisa abriendo círculos en el agua, aquel ensueño que podía durar un verano entero. Esto me contaste una vez, hace mucho tiempo, cuando aún contabas cosas, y eso podría venderte ahora: esencia de verano reconcentrada. Ríete, pero dejarás de reírte cuando te vuelva. Verano, invierno, da lo mismo. Te digo verano para que me entiendas. Hay gente que paga por drogas de altísimo diseño para pillar un solo momento como ese.

Ahora acompáñame a ese lugar donde late cada noche la máquina más extraña y más antigua. Ahí el tiempo también se mueve de otra manera: un presente instantáneo y eterno. No puedes darle al avance rápido. No hay mando a distancia que valga. Te ofrecen un producto artesanal y único. No puedes descargarlo ni duplicarlo. Ahí vive la rara gente que sabe respirar los puntos y aparte. En persona. En vivo y en directo. ¿No tienen otra cosa mejor que hacer, a su edad? Te diré lo que hacen, lo que puedes ver en la oscuridad. Se disfrazan de gente como nosotros pero son magos y magas, los oficiantes de la ceremonia. Ahí cada palabra, cada gesto y cada silencio tienen sentido, tienen peso o vuelan. Ahí arriba dicen la verdad, o tu puedes advertir su verdad secreta aunque mientan.

Parece un juego concebido por un niño muy lúcido, o un viejo que llora a carcajadas, un niño y un viejo que silban mientras levantan los velos del misterio. Buscan lo que no se puede comprar, lo que no cotiza en bolsa. Buscan, y ahora vas a reírte otra vez, lo sagrado, todo lo que de inmortal hay en nuestras vidas y nuestras almas, todo lo que puede perderse si alguien no lo encarna. Pasa, te están esperando.

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