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Negro, gay y rapero

Zebra Katz introduce 'performances' y discursos de género en sus composiciones

Abraham Rivera
Zebra Katz, en una foto de promoción.
Zebra Katz, en una foto de promoción.

Responde bajo el álter ego de Zebra Katz, aunque su verdadero nombre es Ojay Morgan. Criado en las escuelas de arte de Florida y Nueva York, el carácter transgresor de este joven artista ha permitido que un sector del hip hop se renueve y transite terrenos como la performance o las cuestiones de género. “Me gusta verme como una persona en constante cambio. Mi formación dentro del mundo del arte me ha ayudado a tratar la problemática del género y el lenguaje desde un punto de vista diferente”, comenta un corpulento chico negro de casi dos metros de estatura en el backstage del SonarDôme de la Red Bull Music Academy.. “No me interesan las lecturas literales de mis composiciones, busco los dobles sentidos y reapropiarme del significado de muchas de las palabras que son de uso común en la sociedad”.

Morgan se daría a conocer hace cuatro años, cuando el productor Diplo puso su mirada sobre una de sus obras más incontestables, Ima Read. “Esta canción la compuse hace ocho años. En ella pronunciaba repetidamente la palabra bitch (la traducción más cercana sería la de perra), mi objetivo era desvirtuar su significado original y llegar a hacerla mía. De esta manera podía transformarla con mi voz y buscar nuevos matices”, explica el rapero. Este juego de dobles sentidos va estrechamente ligado a su figura. “El nombre Zebra Katz lo tomé porque buscaba potenciar la sensación de extrañamiento. Las cebras son animales que aunque parezcan idénticos son diferentes, además las rayas les sirven para camuflarse y no ser vistas”.

Las primeras obras de Zebra Katz impactaban además de por su torrente lírico, lascivo e inquietante, por un uso muy despojado de la música, bases cortantes y secas que dejaban ver un esqueleto oscuro y claustrofóbico. “Mis influencias son muy dispares. Mis padres son de origen jamaicano, por lo que los ritmos tropicales estaban presentes en el hogar donde crecí. Otro de mis referentes claros es el Miami Bass y la música de 2 Live Crew”, aclara el músico sobre su filiación por los bajos gordos.

“El nombre, Zebra Katz, surge de mi proyecto de tesis, una obra de performance donde di vida a diferentes personajes”, confiesa. “La pieza se llamaba Moor Contradictions y en ella ofrecía distintas versiones alrededor del término moro, tan estudiado en la literatura de Shakespeare”. La obra del escritor inglés se mezcla con gran acomodo junto a otro tipo de referencias, como la eclosión del movimiento ballroom en el Nueva York de finales de los ochenta. “El descubrimiento de la película Paris is burning ha sido muy importante en mi obra. Me siento en esa tradición de artistas que experimentaban en torno al cuerpo y la cultura drag”, revela Morgan sobre la influencia del documental dirigido por Jennie Livingston. En esta cinta se narraba la aparición de los primeros clubes neoyorquinos que acogieron fiestas de travestis. En ella también se observa la fuerte relación de comunidad que había entre todos sus implicados.

Los directos de Zebra Katz apuestan por lo imprevisible. “En cada concierto intento cambiar cosas y aprender de lo que hice en el previo. Tienen un alto componente lúdico, no se parecen demasiado a mis discos”. Morgan matiza al final de la conversación que la etiqueta queer rap no le beneficia demasiado. Interpreta que la definición que acoge el término es restrictiva y pobre. “No me gusta alardear de mi condición de homosexual. Tengo otras muchas facetas por las que destacar. Mi música va mucho más allá de la reivindicación de género. Es evidente que existe, pero de esta manera hay capas e interpretaciones que se pierden”.

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Sobre la firma

Abraham Rivera
Escribe desde 2015 para EL PAÍS sobre gastronomía, buen beber, música y cultura. Antes ha sido comisario de diversos festivales, entre ellos Electrónica en Abril para La Casa Encendida, y ha colaborado con Museo Reina Sofía, CA2M y Matadero. También ha presentado el programa Retromanía, en Radio 3, durante una década.

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