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el hombre que fue jueves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Paseando con tres sombras

Marcos Ordóñez
El actor Josep Maria Pou.
El actor Josep Maria Pou.

Hará unos días me encontré con José María Pou a primerísima hora de la mañana, paseando por su barrio. Se había levantado pronto porque tenía mucho texto que memorizar. “Es la mejor hora”, me dijo, “porque apenas hay gente por la calle”. Pou pasea ahora con tres personajes: el Fürtwangler de Tomar partido, de Ronald Harwood, que sigue representando en bolos de fin de semana; el viejo Welles de Feliz centenario, mister Welles (“es una lectura dramatizada, pero hay que pillarle el tono, como a cualquier función”), que cuando aparezcan estas líneas habrá representado en el Romea, con Carles Canut, en sesión única, dirigida por Esteve Riambau. Y lo más gordo: el texto de Sócrates, que estrenará, a las órdenes de Mario Gas, en Mérida. “Voy a pasar con el señor Sócrates un año de mi vida. Ya andamos en ensayos, para presentarla en Mérida la segunda semana de julio. El 15 vamos al Romea, dentro del Grec, hasta el 4 de agosto. Volveremos el 20 de septiembre y estaremos seis semanas. Luego, gira hasta febrero. Y en marzo a Madrid”.

Mario Gas y Alberto Iglesias, que fue uno de sus hijos en Largo viaje del día hacia la noche, han armado el espectáculo a partir de los textos de Platón: Fedón, donde se cuenta el juicio, y Critón, donde aparece el Sócrates cotidiano, con su mujer y sus discípulos. En el reparto están Carles Canut, Pep Molina, Amparo Pamplona, Ramon Pujol, Guillem Motos y Borja Espinosa. Le pregunto a Pou cómo se vive con tres personajes dentro. Se ríe. “No me quejo: bienvenido sea el trabajo, en los tiempos que corren. Además, lo mejor de esta profesión son los retos”. Así que ésta es su vida ahora: memorizar texto por la mañana y ensayos por la tarde (y a veces primeras horas de la noche). “Es un placer trabajar con Mario. Llevamos muchas horas de vuelo y nos entendemos con una mirada. Y luego, al acabar, otro regalo, habitual en él: las tertulias hasta las tantas. ¡Son muchos recuerdos compartidos!”. Y, conociendo a Pou, sus zambullidas integrales: leer todo lo que encuentre sobre Sócrates. “He rastreado varios textos de funciones inglesas y todas son parecidísimas porque, claro está, recurren a las mismas fuentes”.

Acabamos hablando de los dos Sócrates que, curiosamente, coincidieron en territorio español a principios de los setenta: el de Marsillach, en versión de Enrique Llovet, estrenado en 1972 en el Poliorama barcelonés, “con el que el montaje de Gas quizás comparta voluntad reivindicativa, cívica, y escenografía clara y desnuda”, y el Sócrates que Rossellini filmó dos años antes en Madrid, en Patones de Arriba, en coproducción RAI/TVE, “que visto de nuevo, ahora que nadie nos oye, resulta un tanto pesado”. Nos despedimos, hasta la cita del Romea.

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