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El 'EXTRARRADIO' DE LA FERIA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El monzón ha llegado al Retiro

Lectores caminando en la Feria del Libro de Madrid.
Lectores caminando en la Feria del Libro de Madrid.Sergio Barrenechea (EFE)

 

Ha llegado el monzón. Las casetas permanecen cerradas. El suelo se ha convertido en barro. Me imagino a mí misma subida a una barca -como una versión femenina del Maqroll de Álvaro Mutis- saludando a todos los expositores de La Feria del Libro que se afanan por conservar sus libros intactos. Sin mácula. ¿Salpica la literatura? Sé que las heridas de algunos libros duelen pero no sangran y la vida sí, la vida mancha. La lluvia es una imagen recurrente en la literatura en general y en la poesía en particular. Ha simbolizado desde bucólicas imágenes de fertilidad hasta aciagos anuncios de muerte. “Esta lluvia ha caído en el mejor momento. Deja el suelo y el ambiente limpio para afrontar este último fin de semana”, me explica una de las personas que forman parte del equipo de seguridad del recinto.

Achicar agua es la actividad favorita de esta mañana de bosque lluvioso. Intento guarecerme en alguna caseta pero todas han cerrado sus persianas; deben estar dentro celebrando este húmedo paréntesis. Un caballero sigue sentado en un banco en mitad de la tormenta. Lee absorto. Me acerco delicadamente con cierto temor a resbalarme. La avenida se ha convertido en un receptáculo inmenso de fango y yo no podré seguir viviendo si no descubro qué lectura le hace soslayar incluso esta climatología tan adversa. Giro delicadamente mi cuerpo y antes de perder el equilibrio, vislumbro: “Sumisión” de Michel Houellebecq. Entiendo entonces el motivo de su evasión.

Me cuentan que hubo un tiempo en que para evitar estas tormentas se sugirió cambiar la feria al mes de agosto. “Una de dos: o morimos naufragados o morimos de calor”, escucho decir a una señora que venía con ganas de comprar la última novela de María Dueñas.

La lluvia siempre me ha provocado desasosiego. Los truenos me asustan irremediablemente. Temo morir por el roce de un rayo descarriado. “¿Cubriendo La Feria del Libro de Madrid? ¿Morir así? ¿Con el pelo mojado?”, me voy preguntando mientras camino hasta el kiosco de María. “En estos años he visto de todo. Otras nubes han sido mucho peores. Una vez llovieron piedras”. Lo de leer –sigo constatando estos días- no es un asunto tan sencillo, más bien se trata de un deporte de riesgo.

Creo que esta mañana de tormenta feroz sólo deberían venderse esos libros viscosos que definía el escritor Julio Ramón Ribeyro: “libros como pantanos en los cuales uno se hunde y clama en vano para que lo rescaten”. El monzón ha llegado al Retiro, sí. Es cierto que algunos libros se empaparon pero, afortunadamente, mañana saldrá el sol de nuevo, las casetas se volverán a llenar gente y nada de esto habrá quedado en papel mojado.

María Jesús Espinosa de los Monteros es Subdirectora de elextrarradio.com

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