¿Caminar o pasear por la Feria del Libro?

Soy de esas personas que no sabe la diferencia exacta entre caminar y pasear. Aún así, la vida no me ha tratado demasiado mal. Estos días de feria, ¿los visitantes caminan o pasean? “Yo ando y a mis 82 años eso es ya toda una aventura”, me rebate un adorable anciano que busca con desesperación el best-seller de esta edición, Por qué las cosas pueden ser diferentes, de Manuela Carmena.

Kart Gottlieb Schelle escribió en El arte de pasear que caminar invita a pensar y a imaginar con frescor. Quizás esto último no sea posible en el tórrido Madrid de junio, pero sí estoy convencida que el visitante ferial se intelectualiza al entrar en el recinto. “Pasear es un rito civil, y caminar es un acto animal. Pasear es algo social, y caminar algo más bien selvático, aunque sea por las calles de una ciudad”, escribe Juan Marqués en el prólogo del libro Caminar que Diego Moreno —editor de Nórdica Libros— me regala.

Todos estarán de acuerdo conmigo que el arte de pasear o caminar por la feria un sábado se convierte más bien en una sucesión de obstáculos que conviene ir esquivando. Algo similar presencié hace unos días cuando un grupo de jóvenes corrían frenéticamente entre las casetas. Exhausto y con varios libros en la mano, uno de los adolescentes me explicó muy irritado: “Estamos en mitad de una yinkana libresca, no nos interrumpas”.

Lo que más sortea el visitante estos días de feria son políticos. Lejos queda aquel tiempo en el que las estrellas de este evento eran escritores: las colas más multitudinarias se reproducen en las casetas donde firman Iñigo Errejón, Albert Rivera, Ángel Gabilondo, Luís García Montero —poelítíco— o Juan Carlos Monedero.

Caminar o pasear sobre una isla es algo absolutamente diferente a cualquier otra experiencia: “La Feria del Libro es para mí una isla en la que fondeo cada mar de junio”, me cuenta el escritor Guillermo Busutil. Le digo que los isleños sufren a veces mareos y convulsiones cuando abandonan sus ínsulas, que tenga cuidado al volver a Sevilla. “Aquí me encuentro con mi Hermandad del Cuento y celebro con ellos que resiste la buena literatura”, me explica entusiasmado.

La tierra del Retiro se adhiere a mis sandalias de forma insistente; llevo 7 días en la feria y acabo de descubrir que todos los lectores llevamos los pies sucios. La arena rojiza de wéstern o de circo romano dota a estas caminatas de un sentido —en su doble acepción de significado y de dirección— mucho más salvaje.

“Buenas tardes y que ustedes lo pasen bien.”, repite amablemente una voz femenina por el megáfono del recinto. Como si la lectura fuera un placer y no un esfuerzo terrible.

María Jesús Espinosa de los Monteros es subdirectora de la radio por Internet elextrarradio.com