_
_
_
_

The Strokes, el lazo flácido del Primavera Sound

El festival se cierra repitiendo las cifras del año pasado

The Strokes, en un momento de su concierto.
The Strokes, en un momento de su concierto.gianlucca battista

Con un mediocre concierto de The Strokes y una recuperación de la memoria electrónica de la mano de Underworld, concluyó la actividad de los escenarios centrales del Primavera Sound 2015, que en su despedida anunció que la próxima edición tendrá lugar entre os días 1 y 4 de junio del próximo año. Antes de estas actuaciones Alberto Guijarro y Alfonso Lanza, dos de los directores del certamen, mostraron su satisfacción sobre la marcha de la edición que esta madrugada se ha despedido de su público, manifestando que durante sus cuatro días de actividad el recinto del Fórum ha recibido entorno a las 175.000 visitas, lo que deja las cifras en unos niveles similares a los del año anterior y según la organización en los términos numéricos que hacen habitable y cómodo el recinto.

Ciertamente se ha de reconocer que no se han producido grandes aglomeraciones y problemas de movilidad en el Fórum y sólo en los grandes conciertos de los dos escenarios principales, ubicados en una explanada simplemente enorme, se han vivido las naturales apreturas propias de los grandes conciertos. Fue por ejemplo el caso vivido con The Strokes, cuya actuación fue seguida por una verdadera multitud que hubo de poner bastante de su parte para pasárselo bien. Y es que la banda neoyorquina pareció aburrida de sí misma y protagonizó un concierto sin emoción, escasamente contagioso y siempre descansando en canciones mayormente antiguas, lo que viene a evidenciar que se trata de un grupo que en apenas una década ya tiene más pasado que, aparentemente, futuro. Con un sonido bastante cuestionable, la banda no mantuvo la tensión de manera estable, si es que la llegase a haber, viajando su actuación entre las puntas de sus grandes hits. De esta manera, sólo al final, con la concatenación de piezas como “Reptilia”, “Last Nite”, o “Take It Or Leave It” se mantuvo una temperatura emocional constante, con el público abandonado a la sonrisa y al baile.

El pase a los bises fue tan desangelado que nadie, o casi nadie, entiéndase que en una multitud nunca se puede decir nadie, los solicitó. Pero llegaron, claro está, y sonaron “The Modern Age”, “Under Cover Of Darkness”, “Hard To Explain” y la final “New York City Cops”. El grupo marchó del escenario y sólo una minoría entre la masa se quejó. El concierto, de 19 temas, había durado quince minutos menos de lo previsto y en ningún momento pareció que fuese a ser una actuación recordable. Puede que dentro de 15 años, una reunificación de The Strokes para tocar su primer disco encaje en el Primavera. En esta edición el grupo, con un Julian Casablancas cada vez más limitado en su registro vocal, ha pasado como propietario de un ramillete de canciones afortunadas y poco más.

Underworld, en un momento de su concierto.
Underworld, en un momento de su concierto.Gianluca Battista

Pero la suerte que tienen los grupos de rock es que este género nunca pasa de moda, y sus piezas, o al menos las mejores, pueden mantener su sentido a pesar del paso del tiempo. Eso no ocurre tanto con la electrónica, que pese a no vivir una vorágine de renovación, suena inmediatamente antigua en cuanto el calendario deja caer hojas. Viene a colación del concierto de Underworld, que celebrando el vigésimo aniversario de “dubnobasswithmyheadman”, su disco más celebrado, lo recuperaron en su integridad. El sonido fue casi perfecto, no tanto en entorno visual, francamente poco trabajado y nada original, pero lo que quedó más en evidencia es que el sonido del dúo británico suena añejo, reiterativo y pelín trasnochado, particularmente en las piezas más bailables, con ese toque de house machacón propio de un bombo a negras. Pero en fin, como ya era tarde y se trataba de apurar las últimas horas de festival, el público, un público siempre atento, educado y cortés, decidió que no era cuestión de buscar tres pies al gato y se abandonó al baile mientras los temas interpretados lo permitían. Y fue un espectáculo, no tanto el escenario como la enorme explanada convertida por momentos en una pista de baile.

Y hablando de baile, la jornada, artísticamente la más floja del festival, tuvo sus instantes para el recuerdo, y no sólo para los culés que siguieron la final de Copa en una pantalla gigante ubicada en una de las zonas de restauración. Salif Keita con Les Ambassadeurs hicieron bailar a todo el mundo con su propuesta de renovación de la música africana que a pesar de todo no la aleja de sus raíces. Eso sí era hipnótico, un ramillete de instrumentos sonando en bucles con una guitarra que pespunteaba las canciones, presididas por la voz de Kerita. De la misma manera que el dúo Sleaford Mods ofreció un concierto de hip hop descarado e inglés estupendo. Eran dos, uno recitaba e insultaba furioso y el otro tocaba un botoncito que disparaba las bases, no hacía más en escena. Esas bases, electro guarro, regusto punk, acompañaban la hiriente voz del recitador, cuyo tono irritado evocaba a Mark E Smith (The Fall). Por su parte, los alemanes Einstürzende Neubauten protagonizaron un concierto estupendo, manteniendo un tempo retenido con marcado registro industrial y un Blixa Bargeld muy en forma como líder y vocalista. Realmente impresionaron. En el ámbito local destacó Joan Miquel Oliver, líder de los desaparecidos Antònia Font, con su pop pluscuamperfecto, melancólico y a la vez esquivo, mientras que Mourn, el grupo barcelonés que ha sido editado en Estados Unidos recientemente, demostró que el escenario no le iba grande pese a su bisoñez (dos de sus componentes , hermanas, tienen 19 y 15 años). Fueron alguno de los recuerdos que dejó uno de los trayectos de los muchos que ofrece un festival como el Primavera. El año que viene más.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_