Los cortos españoles, a la pelea por un espacio en Cannes
Elena López Riera participa en la Quinzena de Realizadores con ‘Pueblo’, y Ian Garrido gana el tercer premio de Cinéfondation
El viernes ha dado lustre al cortometraje español, un formato más acostumbrado a participar en los Oscar que en el certamen de Cannes. Con la proyección esta tarde de su Pueblo, la ovetense Elena López Riera se ha convertido en la primera cineasta española con cortometraje en Cannes. Directoras de largos ha habido otras, como Icíar Bollaín o Isabel Coixet. Parecido caso ha vivido el granadino Ian Garrido con su proyecto de fin de carrera de la ESCAC Víctor XX: es la primera vez que una escuela de cine española participaba en el concurso de Cinéfondation, cuyo jurado en esta edición presidía Abderrahmane Sissako (Tombuctú).
Pueblo es la vuelta de López Riera a sus 33 años a su Orihuela natal. Vive entre Paris y Ginebra, y ha estado tres años puliendo su filme, que mezcla una historia de ficción, la vuelta del chico protagonista a su pueblo tras una temporada en la capital francesa, con imágenes documentales rodadas durante una Semana Santa. Ha tenido un buen recibimiento. “La verdad es que estoy en estado de shock desde que supe hace dos semanas que participaríamos en Cannes”, cuenta aún vestida de gala tras la proyección de la tarde. Variety la ha considerado una de las diez estrellas emergentes españolas, y eso que le ha costado sacar adelante su filme. “Hemos recibido muy pocos apoyos oficiales, solo el impulso del festival de cine europeo de Sevilla, y de la Universidad de esa ciudad, y posteriormente de Suiza”.
Pueblo ha cambiado mucho desde su concepción inicial. “Era un esquema más clásico en su narrativa. Pero me interesó mucho la idea de que cuando te vas fuera, miras a tu pueblo con cierta distancia, y montando descubrí que no yo quien les miraba a ellos, sino ellos a mí”. De ahí un enorme plano final con miradas directas desde la pantalla al patio de butacas. “Te confieso que creo que es el único momento de verdad de cine que he logrado. Yo estoy aprendiendo, y veo mis fallos. No pasa nada. No es una película perfecta, aunque en realidad no me gustan las películas perfectas”. Al final, como si decantara su filme, ha mezclado creando una gran atmósfera, todos los elementos visuales que poseía, en los que la parte documental en realidad es la más arriesgada formalmente, con poca iluminación y planos casi abstractos.
Doctora en comunicación audiovisual, diplomada en un master de comisariado en prácticas culturales y nuevos medios, y profesora de Cine y Literatura Comparada en la Universidad de Ginebra López Riera forma parte del colectivo lacasinegra, responsables del largo Pas à Genève. “Son mi familia, mi gente, no entendemos de jerarquías y trabajamos todos en todo”. En Pueblo, hay un reflejo de lo que la cineasta y sus amigos están viviendo ahora. “Sería muy megalómano pensar que enseño a toda generación, pero desde luego sí sé que represento a mucha gente que conozco. Ahora estoy en el paro, con una maleta, y unos días duermo en un sitio y otros en otro”.
A Ian Garrido la idea de su corto, Víctor XX, le ha acompañado toda su vida, porque se inspira en situaciones que él ha vivido. Toda esa cosecha de emociones para recibir, ex aequo con un trabajo ruso, el tercer premio del concurso de Cinéfondation, donde participan escuelas de cine de todo el mundo. El director, de 26 años, nacido en Granada, se crio en Níjar (Almería) y por eso ha rodado allí la historia de su protagonista transexual, que es también su proyecto fin de carrera para la rama de dirección de la ESCAC, la Escuela de Cine de Catalunya, que se ha proyectado esta mañana en Cannes. “Víctor no encaja en el sistema binario hombre-mujer, intenta expresar su identidad y tiene dos espacios donde muestra dos identidades distintas. No se trata de que salga de un cajón de género para meterlo en otro, consiste en la búsqueda de identidad fuera de esos dos cajones. Hay algo dentro que no sabe expresar muy bien, que no es consciente”.
Para Ian Garrido está claro que lo narrado es ficción, pero lo emocional forma parte de su vida. “Tenía la necesidad de transmitir cómo me sentía yo, cómo ha sido mi vida, tras identificar lo que yo sentía, algo que me costó porque en estos casos de identidad de género y transgénero lo complejo es lograr definir tu emoción. Al final me di cuenta que con el cortometraje hablaba tanto para el público como para mí”. En un momento de Víctor XX, un personaje pregunta al protagonista si es “una puta ameba”. “No creo que la gente sea malvada, sino que en realidad desconoce lo que ven. La primera reacción por tanto es de negación o extrañeza, cuando es un sentimiento mucho más común de lo que a simple vista parece”.
Babelia
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