La poesía en forma de arte toma Central Park
Una obra de la española Alicia Framis ofrece una visión original del parque neoyorquino
Frederick Law Olmsted concibió Central Park como un espacio en el que el público pudiera escapar de la vorágine de la ciudad y dejarse llevar. En primavera, la experiencia es mayor, en pleno esplendor tras el invierno. Esa visión es la que busca recrear Drifting in Daylight más de medio siglo después, en el que está considerado como el mayor proyecto artístico en el pulmón de Manhattan desde las Gates de Christo en 2005.
En lugar de instalar enormes puertas naranjas como hizo el artista búlgaro, esta exhibición pública es más poética y menos rotunda. Busca a través de la danza, la música, el teatro y la escultura que el visitante se olvide de sus ocupadas vidas en la metrópoli. Algunos trabajos son interactivos y todos tienen una importante carga social. "Es imposible desvincularse de la visión original de esta obra maestra", comenta Nato Thompson, comisario de la muestra junto a Cara Starke.
La producción de este proyecto corre a cargo de Creative Time, la misma organización de artistas que utilizó hace un año una antigua fábrica de azúcar en Brooklyn como escenario del trabajo de Kara Walker y que acaba de reconocer la trayectoria del brasileño Vik Muniz. Es el mismo grupo que creó las dos torres de luz hacia el infinito que iluminaron el bajo Manhattan seis meses después de los atentados del 11-S y que marcaron el inicio de su renacer.
Como señala su presidenta y directora creativa, Anne Pasternak, la voz de los artistas es importante al dar forma a la sociedad. Por eso el objetivo de esta muestra es involucrar a las audiencias con el arte. Drifting in Daylight se desarrollará en la parte norte de Central Park cada tarde del viernes y el sábado, entre el 15 de mayo y el 20 de junio. Es una de las zonas más privadas y aisladas del parque. Hasta no hace mucho, a la gente le daba miedo entrar.
Central Park, como señala Cara Starke, es una gran obra de arte. "Es un espacio que parece que estuvo siempre aquí, que forma parte de la naturaleza, pero en realidad fue construido para que el público en general lo disfrutara. Pasternak recuerda que no hay una semana en la que algún artista les proponga hacer algo en este tesoro verde. La celebración del 35º aniversario del Central Park Conservacy, la entidad que se encarga de preservar el corazón verde de Manhattan, era la excusa perfecta para responder a esta demanda.
"Mucha gente va a Central Park para escapar de la ciudad, literalmente", señala Thompson, por eso explica que los trabajos elegidos para este proyecto no pretenden romper o alterar esa "magia" de este espacio. "No se trata de poner en su camino obras de arte que devuelvan al visitante a la ciudad", añade, aunque explica que habrá siempre un importante componente de sorpresa. Entre los artistas que participan se encuentra Spencer Finch, autor del mosaico que en el museo dedicado a la memoria de las víctimas del 11-S recrea el cielo azul el día de los atentados.
De nuevo mira al cielo con Sunset soft-serve. Utilizando un camión de helados alimentado con energía solar replica cinco colores del atardecer —desde el azul al rosa— y ofrece cucuruchos gratis al público. "Un delicioso gesto poético", como señala el creador, que podría combinarse con el trabajo de David Levine, que con 60 actores muestra Central Park a través de las escenarios originales de películas que ayudaron a convertir este espacio en el parque más icónico del mundo. Y mientras Marc Bamuthi Joseph rinde tributo en Great Hill al rico legado musical de Harlem, el barco S.S. Hangover de Ragnar Kjartanson navega por la Duck Island.
Cartas sin dirección
Mira también al cielo la escultura de la española Alicia Framis, un trabajo más melancólico que anima al visitante a mandar cartas sin dirección, destinadas a personas fallecidas o misivas que simplemente necesitas escribir. La artista barcelonesa afincada en Ámsterdam explica que su obra Cartas al cielo logró conservar el título en español porque la traducción al inglés limitaba el propósito de la obra. Se instaló en el parte latina para establecer una conexión con esa comunidad.
Para soñar en medio del silencio de los bosques de Central Park, el grupo de danza de Lauri Stallings + glo. Junto a ellos, la coreografía de Nina Katchadourian y el collage animado de Karyn Oliver. Como indica la comisaria de la exhibición, se trata con todos estos trabajos de incluir la experiencia de los 40 millones de visitantes del parque, una experiencia que siempre cambia cuando se disfruta de este espacio que rompe el vértigo que caracteriza la ciudad de los rascacielos.
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