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Cambio de coronas en el trono teatral londinense

Kristin Scott Thomas brilla en la reposición de la obra 'La audiencia', donde sucede a Helen Mirren en el papel de Isabel II

La actriz Kristin Scott Thomas en el papel de Isabel II en la obra 'La audiencia'.
La actriz Kristin Scott Thomas en el papel de Isabel II en la obra 'La audiencia'.JOHAN PERSSON

Mayor reto que el de meterse en la piel de un personaje vivo como Isabel II, del que el público tiene fijada su propia imagen, ha sido para Kristin Scott Thomas relevar en el trono teatral de Londres a la inmensa Helen Mirren. La actriz inglesa sale más que airosa de las inevitables comparaciones con su antecesora en el mismo papel que ha suscitado la reposición de la obra La audiencia, donde interpreta a la soberana a lo largo de más de seis décadas de reinado.

“Esta es MI interpretación de la reina”, reivindicaba Scott Thomas en vísperas del regreso a los escenarios del West End de una pieza que Peter Morgan escribió expresamente para Mirren en 2013, después de que su guion cinematográfico de la película La reina procurara a esta veterana actriz el Oscar de Hollywood. Y la crítica ha reconocido -tras el estreno del martes en el teatro Apollo- una actuación que aporta al personaje de la monarca toda su grandeza, al tiempo que la sutileza necesaria para encarnarlo en sus diferentes edades, desde los primeros y jóvenes años hasta la regia figura que hoy conocemos.

La obra toma como hilo conductor las audiencias semanales que la monarca viene celebrando con el primer ministro de turno desde que sucediera a su padre, Jorge VI, en 1952, para transitar por la evolución de la protagonista y del país en el que reina pero no gobierna. Ocho de los doce políticos que han dirigido los sucesivos gobiernos en ese dilatado periodo desfilan por la escena, y en un desorden cronológico que obliga a Scott Thomas a dar saltos adelante y atrás en el tiempo de la mano de una constante y radical transformación física.

La actriz tanto se transmuta en la reina experimentada que ejerce de psicóloga de un deprimido John Major, acosado por su propio Partido Conservador a mediados de los noventa, como en la joven que atiende aunque no se deja desbordar por los consejos de Winston Churchill semanas antes de la ceremonia de su coronación (1952), o en la soberana tan conservadora en las formas que sin embargo descubre una química personal con Harold Wilson, el primer ministro laborista que legalizó el aborto, abolió la pena capital y acabó con la criminalización de la homosexualidad.

Dos de los momentos más hilarantes de la función están en su pulso con Margaret Thatcher, la única mujer que ha dirigido el gobierno británico y a quien no podía soportar, y el encuentro de la ya octogenaria Isabel II con David Cameron, durante el que acaba dormida para incomodidad del actual primer ministro. En la vida real, Cameron aspira este jueves a una reelección incierta, en los comicios legislativos cuyo desenlace se incluirá en las sucesivas funciones de La audiencia. Morgan ya ha introducido algunos cambios en la nueva versión, incorporando el personaje de Tony Blair (ausente en el texto original) para equiparar su cínico belicismo en Irak (2003) con el de un Anthony Eden enfrentado a la crisis del canal de Suez casi medio siglo antes.

Kristin Scott Thomas (Cornualles, 1960) se convierte en todas esas reinas justo el mismo año en que la verdadera depositaria de la corona le ha otorgado el título de dama. La inolvidable protagonista en el cine de El paciente inglés o Cuatro bodas y un funeral afianza su creciente poderío en el teatro londinense, mientras Helen Mirren triunfa al otro lado del Atlántico con la misma obra que en Londres le mereció un premio Olivier, y ahora, una nominación a los Tony de Broadway. Ambas protagonizan un duelo de damas en el que resulta muy difícil proclamar vencedora.

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