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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Dedicatoria

En la dedicatoria de 'Mad Men' hay un agradecimiento expreso hacia el cine de Mike Nichols, elegante, complejo y bien envuelto, como la serie

David Trueba

El desembarco de la temporada final de Mad Men hace salivar a sus seguidores. Pese a solo contar con siete capítulos, que prolongan los siete de la temporada pasada, la perspectiva del cierre convoca un interés explicable. Por más que las últimas temporadas hayan sido algo decepcionantes, el nivel se encuentra por encima de las series que le han seguido y que están marcando una cierta decadencia del modelo que asentaron Los Soprano y The Wire y prolongó Breaking Bad. Habrá que esperar al cierre de temporada para empezar a sopesar el lugar que ocupará la serie en nuestro recuerdo. Para empezar, el capítulo inicial de esta temporada nos dejó una pista muy interesante en su dedicatoria inicial, con un recuerdo al recientemente fallecido director de cine Mike Nichols.

Durante años, Mike Nichols ha sido un director muy respetado por los actores, que encontraban en él un espacio perdido dentro del cine norteamericano. Salvo casos contados como el de Richard Linklater o Alexander Payne, las nuevas generaciones de directores en Hollywood no parecen provocar en los actores grandes desafíos. Pasados los años setenta, donde el cine americano estableció un nuevo registro para ser actor de cine, tanto la destilación de ese modelo hasta la parodia como la sumisión a la fórmula comercial han dejado huérfano ese espacio. Mike Nichols fue comediante de la inacabable cantera de Chicago antes que director y siempre se puso al mando de guiones con peso literario que retaban a los grandes actores.

Su segunda película, El graduado, marcó un hito social en el cine norteamericano, cuando logró reventar el clásico final feliz con boda para identificarlo como el final más infeliz del mundo. Pero es la cuarta película, Conocimiento carnal, en la que sembró la materia sobre la que se asienta Mad Men. Película referencial, que nacía de las viñetas para adultos de Jules Pfeiffer, un clásico durante décadas en The Village Voice, contaba el proceso de desencanto y derrumbe emocional de la generación de posguerra mundial a partir de un ideal encarnado por Candice Bergen que Jack Nicholson y Art Garfunkel se disputaban. En la dedicatoria de Mad Men hay un agradecimiento expreso hacia el cine de Nichols, elegante, complejo y bien envuelto, adjetivos que caracterizan a la serie.

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