La voz sobrenatural
El contratenor francés Philippe Jaroussky (Maisons-Laffitte, 1978) ha centrado su repertorio en las composiciones italianas para castrado de los siglos XVII y XVIII, aunque desde 2009 defiende su ampliación hacia la mélodie francesa de los siglos XIX y XX. Estos días regresa a España para ofrecer tres recitales junto al pianista Jerôme Ducros en Sevilla (el pasado día 21), Madrid y Barcelona en los que muestra el interés y coherencia de esa ampliación con su modelo vocal, formación y personalidad artística. A sus dieciocho años, y tras escuchar al contratenor Fabrice di Falco (cuyo repertorio combina el Barroco con el jazz y la música contemporánea), abandonó sus estudios de violín para desarrollar su voz natural de barítono hacia el registro agudo o de cabeza (conocido como falsete) hasta conseguir un instrumento de una tersura, flexibilidad y elegancia inigualables. Su profesora, Nicole Fallien, le animó además a acercarse al repertorio de la mélodie francesa de Fauré y Debussy, donde Jaroussky pudo ahondar en los colores e inflexiones de su registro y dar rienda suelta a su pasión por la poesía francesa.
Tras un primer proyecto fonográfico titulado Opium en 2009, acaba de aparecer el segundo, titulado Green, que ha sido la base de su recital en Madrid dentro del 21º Ciclo del Lied del Teatro de la Zarzuela. La principal novedad de este segundo lanzamiento es la inclusión de los poemas de Paul Verlaine como denominador común junto a arreglos de chanson de cantautores franceses. El programa del recital exploró con gran interés las diversas musicalizaciones de los poemas de Verlaine que se disponían de forma simétrica, como sucedió al principio de cada una de las dos partes con versiones bien conocidas de Clair de lune y Green, de Fauré, frente a las realizadas por el discípulo de Massenet, Josef Szulc, o el colaborador de Debussy, André Caplet. La obra central del concierto fueron los dos cuadernos del ciclo Fêtes galantes, de Debussy, distribuidos también simétricamente en las dos partes que culminaron con sendas chansons de Léo Ferré y Charles Trenet.
El programa también incluyó piezas pianísticas a modo de interludio donde Jérôme Ducros incluyó L’isle joyeuse de Debussy, aunque no tuviera mucho que ver con el ambiente tan sugestivo y delicado creado por las canciones circundantes. No obstante, el mayor logro de Ducros fue conseguir un maravilloso equilibrio de su instrumento con el tamaño de la voz de Jaroussky, que sonó más convincente en la segunda parte. A pesar de que sus versiones de las mélodies no tengan que ver con los ejemplares míticos del género de Pierre Bernac o Gérard Souzay, el contratenor consigue con su musicalidad, encanto vocal y perfecta dicción resultar plenamente creíble en este repertorio. Para el final, reservó dos divertidas propinas: un aria de la opereta Frisch-Ton-Kan de Chabrier, con la colaboración vocal de Ducros como coro, y Colombine de Brassens, donde exhibió su voz de pecho como barítono. Y terminó devolviéndonos al ensueño con L’heure exquise de Hahn.
Babelia
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