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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Maquiavelo ‘made in USA’

La 'House of Cards' británica revolucionó la televisión, planteando la ruptura de la cuarta pared. A la estadounidense la salvan la maravillosa Robin Wright y secundarios de lujo

“Todos los políticos son asesinos”: así tituló el Daily Telegraph un artículo sobre House of Cards. La frase era de Beau Willimon, creador de la versión norteamericana de una serie —con el mismo nombre— que la BBC estrenó en 1990, basada en una novela de Michael Dobbs, ex jefe de personal del Partido Conservador británico, que narraba la lucha de poder surgida tras la dimisión de Margaret Thatcher. Un ex alto cargo de los tories diseccionando la corrupción de su propio partido. Eso solo puede pasar en Inglaterra... y ahora en la ficción danesa. Nuestras series tienen aún una cuenta pendiente al respecto.

En EE UU saldaron esa cuenta hace tiempo. Incluso sus políticos (Obama al frente) se declaran admiradores de House of Cards. Políticos viendo series de políticos corruptos. Eso solo pasa en EE UU, cuya industria audiovisual es tan potente que el propio presidente planta cara a Corea del Norte por una película de Sony. Ojalá algún día nuestros políticos se tomaran nuestra industria audiovisual tan en serio en vez de despreciarla. También es, sin duda, una de nuestras cuentas pendientes.

Lo reconozco: me gusta mucho más la serie original de la BBC que la de Netflix. Porque revolucionó la televisión, planteando la ruptura de la cuarta pared. Porque era más corta (cuatro capítulos), aunque luego tuvo continuidad en otras dos miniseries (To Play the King y The Final Cut). Total 12 capítulos, lejos de los 39 que lleva la americana, que —por su longitud— tiende al uso de excesivos fuegos artificiales. No pasa nada: todo lo salvan una actriz tan maravillosa como Robin Wright y unos secundarios de lujo. Porque el protagonista inglés (Ian Richardson, ya fallecido) también me gusta más que Kevin Spacey, que da la sensación de estar demasiado encantado de conocerse —y dirigirse— a sí mismo.

Eso sí. Las dos vienen a contar lo mismo: la constatación de que el espíritu de Maquiavelo pervive en pleno siglo XXI. Dicen que Maquiavelo se inspiró en Fernando el Católico para escribir El Príncipe. En eso, España no parece tener cuentas pendientes.

Javier Olivares es guionista y creador de las series Isabel, Víctor Ros y El Ministerio del Tiempo.

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