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España baila a un nuevo son

Tras el boom de la salsa, nuevos bailes como el zouk y la kizomba llegan a España

Los bailarines Laura y Xavi, en el primer congreso de zouk de Israel.
Los bailarines Laura y Xavi, en el primer congreso de zouk de Israel.

En una España donde bailar se asociaba a Paquito el chocolatero en la plaza del pueblo, empezó a llegar en los años 90 la música latina. Su difusión en radios, pubs o discotecas sembró el gusanillo por mover las caderas entre una población agarrotada. Poco a poco, la oferta de clases de salsa o merengue en academias o gimnasios fue convirtiéndose en algo normal. Un hecho que se vio también impulsado por la llegada de inmigrantes al país. “Al principio teníamos que ir siempre a los mismos sitios y bailar las mismas canciones”, recuerdan Torcuato y Encarni, una pareja de granadinos que lleva 14 años metida en el mundo latino. Su hija Leticia, quien se introdujo en la salsa hace tres, es ahora quien les enseña las últimas novedades y les informa de las fiestas. Hay una cada noche, en Granada, una ciudad de menos de 250.000 habitantes.

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La salsa fue solo el principio de la entrada de nuevos bailes en España. Los últimos, el lambazouk y la kizomba, proceden de Brasil y Angola respectivamente. Los bailarines de kizomba aprovecharon el camino que habían abierto la salsa y la bachata para difundirla: congresos y competiciones de los ritmos ya establecidos hicieron las veces de escaparates para la recién llegada.

Aunque procede de África, los neófitos suelen pensar que la kizomba es otro ritmo latino. Se baila en pareja, muy junto y, una vez más, es la cadera de la mujer la que hace atractivo el baile. Con movimientos serpenteantes, siempre hacia adelante y hacia atrás, la pelvis marca los tiempos fuertes de la música. El hombre le guía los golpes, al sujetar la parte inferior de su espalda y cederle más o menos espacio. Los pies simplemente caminan la música, como en el tango argentino. En 2014, España quedó segunda en el campeonato internacional más importante de kizomba, el ÁfricAdançar, de la mano de Lara, española, y Yanis, angoleño.

Isabelle y Felicien son profesores de kizomba en París.

Al igual que la kizomba, el lambazouk es una música de cuatro tiempos, normalmente con una base electrónica. Esto lleva en muchos casos a la confusión entre los dos ritmos, aunque el baile es completamente diferente. El lambazouk es una fusión entre la lambada brasileña y el zouk de las Antillas francesas, el original. Este zouk primigenio es lento y, en él, la parte superior del tronco de la mujer juega un papel muy importante. El cuello hace un prolongación de cada giro, de modo que el movimiento no acaba en la cabeza si no en el pelo de la bailarina, que es un adorno, como pueden serlo un mantón o abanico en determinados palos flamencos. De nuevo, el hombre es el guía, pero en esta ocasión no mantiene agarrada a su compañera. Es un baile abierto, que quienes lo practican definen como “más libre” en comparación a otras danzas.

España quedó segunda en el mayor concurso internacional de kizomba

El zouk llegó a Brasil cuando la lambada estaba muriendo por falta de nuevos grupos que renovaran su música. Y entonces se produjo la fusión: los bailarines de lambada se apropiaron de la música zouk para resucitar el baile. Mantuvieron la ligereza de los movimientos; la soltura del cuello y la cabeza; y los “nudos” propios del zouk, en los que el hombre enreda sus brazos con los de la mujer, o incluso con el cuerpo de ella, para girarla o hacer una figura; pero introdujeron los pasos de la lambada y los ochos de la cadera, similares a los de la danza del vientre. En un principio lo llamaron zouk, pero el conflicto entre los bailarines del zouk primigenio de las Antillas y del que se había creado en Brasil acabó por bautizarlo como lambazouk.

La similitud entre las bases musicales de la kizomba y el lambazouk está potenciando la introducción de este último. “Estamos empezando a bailar en los espacios de kizomba”, afirma Marcio, profesor de lambazouk en Madrid desde hace tres años. “Yo zoukeo cualquiero cosa”, asegura Ángela, una de sus alumnas, para explicar que practica lambazouk con todo tipo de música. Es una de las ventajas de este baile: puede bailarse con cualquier canción de cuatro tiempos.

Una pareja baila zouk en Madrid.
Una pareja baila zouk en Madrid.

Desconocido y complicado, sin embargo, al lambazouk le está costando abrirse un hueco en España. Hay ciudades en las que ha conseguido anclarse, pero no ha llegado a contagiar la fiebre zoukera a las de su alrededor. En Barcelona, Laura y Xavi llevan más de 10 años practicándolo y ahora también lo enseñan. Todos los domingos, se reúnen unas 50 personas en un local cerca del puerto para recibir clases con ellos y otros profesores, y ensayar después lo que han aprendido. Mallorca, Valencia y Asturias son otras ciudades en las que este ritmo lleva más tiempo sonando, y el año pasado llegó con fuerza a Madrid.

Somaya, una bailarina de 27 años que se declara “enamorada” del zouk, organizó el International Zouk Flashmob 2014, una coreografía que varios grupos de distintas partes del mundo graban en vídeo el mismo día y con la misma música, en lugares representativos de sus ciudades. Luego se hace un montaje con escenas de cada grupo. “Me pareció la mejor forma de darlo a conocer en Madrid y de que la gente supiera que Madrid también baila zouk”, asegura Somaya, que pretende incentivar todos los estilos de zouk, no solo el brasileño. Con el mismo objetivo de fomentar este baile, ha organizado un Congreso de Zouk el fin de semana del 21 de marzo en Madrid. “Creo que va a venir bastante gente. El zouk es un baile que engancha. Quien lo prueba, si le gusta, ya no puede parar”, asegura.

Zouk en la playa.

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