Sam Smith, el nuevo chico de oro de la industria musical
Los Grammy consagran al joven músico británico que ha sido comparado con Adele
Hay un capítulo de Mad men en el que Don Draper, antes de pegarle un trago a su Old fashioned, mira a una de esas chicas sofisticadas y preciosas con las que se cita en un bar y, entre el humo de cigarrillos, afirma: “Lo que tú llamas amor fue inventado por tipos como yo para vender medias”.
La industria musical ya tiene un nuevo gran maniquí con el que vender medias. Su nombre: Sam Smith. Este británico de 22 años, que todavía no ha terminado sus estudios escolares, se ha erigido como el nuevo chico de oro del negocio tras vender millones de copias de su álbum de debut In the Lonely Hour y hacerse anoche con los premios de mejor nuevo artista, grabación del año y canción del año, entre otros, en la gala de los Grammy, el principal escaparate de la industria a nivel mundial.
Con su cara de niño bueno y sus elegantes chaquetas, Smith se ha hecho famoso cantando a los vaivenes amorosos en su exitoso primer álbum. En los primeros compases hacia la cima, muchos le llamaban el “Adele masculino”, etiqueta que no le hace ninguna gracia pese a que las semejanzas con la intensa vocalista británica saltan a la vista. Ambos han tenido debuts espectaculares y son dueños de dos gargantas refinadas, que tocan la fibra en las lentas, mientras defienden un soul ligero, ese rhythm and blues de nuestros días, pasado por el tamiz de lo edulcorado y de impecables arreglos.
Stay With Me, la canción que ha ganado el Grammy como mejor composición del año y que lleva más de 230 millones reproducciones en Youtube, es un ejemplo perfecto del estilo de Sam Smith, que antes de arrasar en la fiesta musical de la Academia ya había sido portada de revistas como Rolling Stone, en la que se le podía ver con su cazadora de cuero negra y su mirada de cervatillo, como salido de un catálogo de ropa de moda, que deja al Mick Jagger en edad de jubilación todavía como un chico malo de la clase.
Pero su mega éxito nació con polémica. Tom Petty aseguró que es un plagio de su tema I Won't Back Down -se percibe especialmente en ese estribillo con aire efusivo marca Petty-, aunque el rockero de Florida terminó por echar tierra encima del asunto después de que él y Jeff Lynne formasen parte de la autoría y del lustroso acuerdo comercial al que llegaron con la compañía. Olvidadas las disputas, Stay With me fue interpretada anoche en el Staples Center de Los Ángeles junto con Mary J. Blige. Como casi todo lo que viene con el poder del dólar detrás y el respaldo de grandes discográficas, es una composición perfectamente cosida, como I’m not the only one o Like I can, otras que se encuentran dentro de In the Lonely Hour. Pero todo suena tan pulido y relumbrante que se hace irreal, por mucho que Taylor Swift, una de sus grandes admiradoras junto a Lady Gaga, diga que Smith “es auténtico”.
De alguna forma, estas canciones y discos que tanto triunfan en los Grammy son como el encuentro que tuvo Jorge Luis Borges consigo mismo en el relato de El Otro: la misma conversación -dígase la música- puede olvidarse o durar en la memoria, en el tormento, en la vigilia, porque, a fin de cuentas, esta última es real, y no pertenece a un mundo de artificio. Tras dar una calada a su cigarro y beber de su cocktail de Bourbon, el Don Draper de turno sonríe a la chica, pero también al oficinista que baja con él en el ascensor escuchando a Sam Smith, porque sabe que, otro año más, tipos como él siguen vendiendo medias.
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