Parece un milagro

José Manuel Lara fue un gran creador de equipos de trabajo. Si algo ha hecho grande al Grupo Planeta son las personas que trabajan en sus diferentes áreas, en edición, en promoción, en comercial, en diseño, en distribución...

Como autor de Seix Barral, he conocido profesionales de todas estas áreas y puedo asegurar que eran excepcionales tanto en el trato personal como en el profesional. Si formar equipos eficaces es siempre complicado, la tarea deviene memorable cuando estos han de atender a una variedad editorial como la de Planeta, donde conviven sellos en los que se publican materias absolutamente diferentes entre sí.

Navegando por los catálogos de las editoriales del grupo, podemos ir del ensayo científico a la novela popular; de la alta literatura a la filosofía; de la ciencia ficción a la economía; de la antropología a los grandes textos de referencia; de la literatura infantil a los clásicos indiscutibles de todas las épocas... Pero también queda espacio, por ejemplo, para un género tan minoritario, e inexcusable sin embargo, como la poesía. No hay ámbito del conocimiento humanístico o científico que le haya sido ajeno a este grupo editorial dirigido por hombres y mujeres que, como decíamos al principio, forman equipos de trabajo excepcionales que acogen al autor y a su obra con un respeto singular también.

La capacidad para la creación de equipos entusiastas y eficaces, tal debe de ser lo más difícil a la hora dirigir una empresa. Tal es lo que personalmente, como autor de la casa, me impactó más de la personalidad de Lara. Y el impacto no se reduce solo a la experiencia española. También en mis viajes por Latinoamérica he podido comprobar la precisión con la que estos equipos funcionan en geografías y culturas tan alejadas de la nuestra.

Parece un milagro, pero es como lo cuento. El asunto tiene mérito, pero resulta heroico cuando estos equipos han de tratar con gente por lo general tan complicada e insegura como los escritores.