La ministra francesa defiende la cultura como resistencia al integrismo
Fleur Pellerin plantea proyectar en los colegios el filme mauritano 'Timbuktu' sobre la ocupación de la ciudad de Mali por radicales
El año pasado el cine francés vendió 111 millones de entradas fuera de sus fronteras. Las cifras son buenas, un 119% más que en un desilusionante 2013, pero anoche en París la ministra francesa de Cultura, Fleur Pellerin, quería hablar más de tolerancia que de cine tras el atentado a la revista Charlie Hebdo y los posteriores problemas acaecidos en varios colegios franceses a la hora de rendir tributo a los periodistas y dibujantes asesinados. Pellerin participó anoche viernes en la inauguración de los 17º Rendez-Vous, un fin de semana en que periodistas de todo el mundo entrevistan a cineastas franceses, y al finalizar el acto dedicó unos minutos a charlar con cinco periodistas de medios europeos, incluido EL PAÍS.
“La cultura sirve para defender la libertad de expresión y la diversidad, es la mejor arma contra la intolerancia, ayuda a crear nuestra identidad y al mismo tiempo ser críticos con nosotros mismos. En estos tiempos necesitamos más cultura. En el ministerio estamos preparando medidas concretas para contrarrestar esta intolerancia, pero creo que hay que mirar más lejos. Cuando llegué a mi despacho hace casi dos años, entendí que debías acentuar las políticas educativas, y trabajar mucho más en común los dos ministerios. La terrible situación vivida el 7 de enero y los días posteriores demuestran que no estaba equivocada: la cultura nos hace críticos y a la vez resistentes a los integrismos”.
Pellerin también aseguró que deberían plantearse la proyección en cada colegio francés de películas como la mauritana Timbuktu, de Abderrahmane Sissako, coproducción francesa candidata al Oscar de habla no inglesa, basada en un hecho real: la ocupación de Tombuctú, la ciudad de Mali, durante un tiempo por integristas islámicos. “Usemos la cultura para provocar discusión y que los niños tengan información sobre lo que realmente ocurre. Creo que reciben muchos datos de Internet pero poca explicación acerca de lo ocurrido. Y espero que la comunidad artística entienda que parte de su labor está también en ayudar a esos niños a tener una distancia crítica”.
La ministra dijo que el resto del gabinete le respaldaba en esta defensa. “En tiempo de crisis –económica, social o cual fuera- hay gente que asegura que la cultura no importa, que no es prioridad y que debe sufrir recortes económicos. “Cuando llegué a mi cargo, discutí con el presidente y el primer ministro: les dejé claro que la cultura debía de ser una prioridad. Hace unos diez días, creo que la misma mañana de los terribles asesinatos, se anunció en rueda de prensa que el presupuesto de Cultura no solo se estabilizaba para los próximos tres años, sino que crecía. Fue una gran victoria para mí”.
Pellerin, la primera ministra de origen asiático de un gobierno francés, fue de mayo de 2012 a abril de 2014 ministra de la pequeña y mediana empresa y de economía digital. Desde aquel cargo se opuso a gigantes como Amazon o Google: “Hay una verdadera distorsión de la cadena de valores entre los diferentes actores”, comentó entonces insistiendo en la importancia de respetar los derechos intelectuales.
Su opinión no ha variado desde que está en el departamento de Cultura. “Seguiré con ello”. Pero anoche prefería hablar de cine y de la respuesta a la matanza de Charlie Hebdo. “No soy quién como para provocar una respuesta artística a ello. Pero es que no hace falta, porque ya han surgido suficientes iniciativas espontáneas, empezando por el Je suis Charlie. Algunos me vienen a preguntar: ‘¿qué hago?’. Mi labor no está ahí, sino en respaldar esas iniciativas en algo útil para Francia. Ya estamos viviendo suficientes manifestaciones artísticas a favor de la libertad de expresión y en apoyo del espíritu que impulsaba a los creadores de Charlie Hebdo. Es un humor insolente, pero que debe estar protegido por esa libertad”. ¿No hay límite para esa libertad? “Es cuestión de equilibrio. Podrás usar esa libertad mientras no vulneres la ley o los derechos de otra persona”.
No todo ha sido aciertos en el mandato de Pellerin. Cuando el escritor francés Patrick Modiano ganó el último Premio Nobel de Literatura, la ministra reconoció en televisión que no solo no había leído ningún libro del autor, sino ningún otro en el año y medio en el cargo: “Solo informes”. Anoche quiso puntualizar. “Yo leía dos o tres libros por semana. Ahora paso 16 horas al día trabajando. Solo tengo tiempo en vacaciones. Estas navidades leí 10, lo que para mis estándares es poco. Fui honesta, siempre fui una gran lectora y me lamentaba de la situación, por otro lado lógica. Lo único que me preocupa es que algunos usaran mi declaración para defender que no es importante leer. Y la lectura ha sido fundamental en mi vida”.
Sobre el cine, la ministra sacó pecho sobre una de las grandes puntas de lanza de la industria cinematográfica francesa: la coproducción, que les lleva a formar parte de la mencionada Timbuktu o de la ganadora de la Palma de Oro en Cannes, la turca Winter sleep. “Francia siempre ha sido el país de la libertad. Espero que los artistas nos vean como la nación donde pueden hacer posibles sus obras o encontrar apoyo financiero para lograrlo. Me llena de orgullo que nuestro sistema permita que directores extranjeros rueden en sus países películas de calidad”.
27 millones más de entradas
En el cine, efectivamente, las cosas van bien tras el temblor que supuso 2013. El cine francés ha vendido en casa 91,6 millones de entradas (27 millones más que el año pasado) y 111 millones en el resto del mundo, donde recaudó 640 millones de euros. La película más vista, con 53,5 millones de entradas y creciendo, ha sido Lucy, de Luc Besson, que anoche mismo bromeaba en el mismo acto sobre qué es o no una película francesa. “Yo filmé en inglés pero en París, con una actriz sueca [una broma sobre el apellido de su protagonista, Scarlett Johansson]. Lucy es francesa porque el equipo es francés, y da igual el idioma o la localización”. Otras 13 películas galas han superado el millón de entradas vendidas en el extranjero. Asia (28,3 millones de entradas) se confirma como su segundo gran mercado regional, desde que adelantó en 2012 a Norteamérica (21,7 millones), aunque siempre detrás de Europa Occidental (33 millones). Y puede que incluso la supere, gracias al brutal crecimiento vivido en China. Si en 2013 el cine francés tuvo allí 5,2 millones de espectadores, en 2013 superó los 17,4 millones.
Babelia
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