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ópera
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Flórez, a la francesa

Juan Diego Flórez centró su concierto en arias de 'Lakmé', 'Los Hugonotes' o 'Werther'

El tenor peruano Juan Diego Flórez, en su recital del domingo en Madrid.
El tenor peruano Juan Diego Flórez, en su recital del domingo en Madrid.JAVIER DEL REAL

El mejor tenor rossiniano de las últimas décadas dejó esta vez en la trastienda las arias del Cisne de Pésaro. En línea con su disco dedicado a la música francesa —bien de autores galos, bien de otras procedencias, pero cantada en la lengua de Voltaire—, Juan Diego Flórez centró su concierto del pasado domingo, organizado por las Juventudes Musicales de Madrid, en arias de Lakmé, Los Hugonotes, Werther, la versión en francés de La favorita, Los troyanos, Romeo y Julieta o La bella Elena. Con un programa de este corte inauguró el jueves en Fuerteventura el Festival de Música de Canarias y, de paso, volvió a comprobar que la sombra de Alfredo Kraus es alargada, una sombra que se proyecta hacia el repertorio del romanticismo francés con una autoridad indiscutible. La admiración del tenor peruano por el canario es evidente: Flórez demostró que si hay un tenor en la actualidad que podríamos situar de alguna forma como heredero directo de Kraus es precisamente él. En el fraseo, en la claridad de la dicción, en el estilo. Flórez no se echó atrás a la hora de afrontar el aria más emblemática de Kraus: ¿Pourquoi me reveiller?, de Werther. Fue muy emocionante. Les aseguro que desde la época del tenor canario no había escuchado esta página musical con semejante sensibilidad. Por unos momentos, Kraus resucitó. La ovación fue atronadora. Bordó Flórez asimismo las arias de Los hugonotes y La favorita. En un momento, un espectador gritó “¡Vive la France!”. Y en efecto, qué mejor homenaje que el lírico, con estos niveles de calidad, en solidaridad con lo que se está viviendo en el querido país vecino.

Flórez vino con ganas de darlo todo. Había cumplido sobradamente en el apartado serio, con lo que podía permitirse un poco de bulla. Acompañándose él mismo de guitarra, abordó tres canciones populares, desde Palmero sube a la palma en versión peruana pero citando siempre la correspondencia con la originaria de Las Palmas de Gran Canaria, hasta el chotis Madrid, Madrid, Madrid, atribuido a Agustín Lara, en el que cambió la palabra México por Lima, y subrayó lo de “armar la tremolina cuando vengas a Madrid”. Y la armó. El público se encendió. En esas condiciones dejó la guitarra y volvió a cantar con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares adecuadamente dirigida por Pablo Mielgo. Era la hora del delirio. De Una furtiva lacrima o de La donna e mobile. En fin, se pueden imaginar.

No proliferan en exceso las actuaciones de Juan Diego Flórez en Madrid. Por ello, la del domingo se vivió como un acontecimiento. El tenor ha cambiado mucho en su manera de estar en escena. Se le nota más sonriente, más desenvuelto, más comunicativo. En el programa de mano, con unos documentadísimos comentarios de Andrés Ruiz Tarazona sobre las obras y autores, se incluía también un texto de Juan Diego Flórez titulado Sinfonía para el Perú en el que defiende el Sistema de orquestas infantiles y juveniles de Perú, inspirado por el Sistema Venezolano de Abreu, y del que se benefician ya 2.000 niños en 13 núcleos diferentes. El tenor peruano está detrás de todo eso. Quizás esa solidaridad social que muestran muchos artistas latinoamericanos contribuye de manera determinante a la alegría que transmiten al hacer música. Asistió al concierto el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, seguidor incondicional del tenor.

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