Los Goya que no se verán
Es loable que la Academia española de cine entregue también sus premios Goya a películas que probablemente nunca podamos ver, como son los cortos, tanto de animación, documentales o de ficción. Entre ellos los hay extraordinarios, como por ejemplo los nominados para este año, aunque sea inevitablemente discutible la selección de los académicos: siempre habrá opiniones distintas al respecto. Y digo que es loable porque hubo tiempo en que la propia Academia relegaba estos Goya a un segundo término, entregándolos, como avergonzada, deprisa y corriendo, incluso al margen de la ceremonia oficial. Quizás la razón que motivó aquel desatino fuera el que, en definitiva, nadie los iba a ver, al menos con facilidad. ¿Dónde? En las salas de cine hace tiempo que no se exhiben cortos a pesar de que fue obligatorio durante un tiempo, cuando desapareció la imposición del No-Do, aquel informativo franquista que ponía “el mundo al alcance de todos los españoles”. Frente a la propaganda oficial, se ofrecían por fin películas de creación. Pero aquello también se acabó. Incluso en varios festivales internacionales los cortos han desaparecido de la programación –San Sebastián- o se juntan en un bloque en sesiones marginales, como en el de Cannes. Y aunque haya festivales especializados en cortos o documentales no suelen tener cobertura informativa. Todo queda discretamente en casa, salvo cuando algún corto español es nominado en los Oscar, como ocurrió recientemente con Yo no era ese, de Esteban Crespo, o antes con cortos de Cobeaga, Fesser, Vigalondo, Recio o Fresnadillo, autores casi todos de éxito luego en el campo del largometraje.
Es paradójico que instituciones oficiales colaboren económicamente en la producción de cortometrajes para dejarlos más tarde abandonados a su suerte, que suele ser la que ellos por su cuenta se procuren en Internet. Existe una Academia del Cortometraje y agrupaciones como Cortópolis que intentan reivindicar el corto como se merece. Pero, en definitiva, mientras muchos cineastas continúan haciendo obras de creación en estos formatos, con un tesón admirable, los ciudadanos de a pie estamos lejos de poder conocerlos. Hasta en la mayoría de las televisiones han acabado suprimiendo los espacios que antes les dedicaban, y eso las que lo hacían. A lo que se ve, en lo tocante al cine el tamaño sí que importa.
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