“El humor gráfico abrió un camino a la libertad de expresión”
Dibujantes de prensa como Peridis, Forges o Zulet despiden a Máximo En los setenta, las viñetas combatieron la censura a favor de la democracia
Máximo murió el pasado domingo y ayer, lunes, fueron numerosos los dibujantes de prensa, de distintas cabeceras y empresas, que le rindieron homenaje en sus viñetas. Y también los que asistieron al funeral de uno de los más destacados humoristas gráficos españoles. “Es que en general nos llevamos bien. No sé si mejor que los periodistas. Tal vez porque somos muy pocos y ya peinamos canas o, más bien, lucimos calvas”, comenta Jesús Zulet, dibujante que trabaja para el Grupo Vocento.
Lo que hemos hecho casi todos los humoristas son titulares
Forges
“Somos una especie en extinción y por eso tratamos de protegernos. En extinción porque el papel está en decadencia. Habrá otra cosa probablemente en Internet, más inmediata y efímera”, apunta José María Pérez, Peridis. “No hay rivalidad. Una prueba de ello es que nos invitan a los humoristas a las tertulias de las TDT”, interviene Antonio Fraguas, Forges. “Yo puedo poner el ejemplo de Máximo, que fue muy amable conmigo cuando comenzaba”, destaca el también dibujante Fernando Corella.
No todos comparten esa visión tan fraternal, pero sí hay coincidencia en destacar el papel desempeñado por los humoristas gráficos, algunos ya fallecidos como Antonio Mingote, José María González Castrillo, —Chumy Chumez—, Jaume Perich o Máximo. “Fueron clave para conseguir derechos y espacios de libertad con sus dibujos que llegaban a mucha gente. Es muy difícil poner coto a la imagen”, explica Juan García, director del Programa de Humor Gráfico de la Fundación Universidad de Alcalá, a la salida del funeral al que también asistieron escritores y periodistas como Manuel Vicent o Vicente Verdú y numerosos profesionales del teatro y del cine, como Emma Suárez, Raúl Arévalo o Sergi López. Uno de los cuatro hijos de Máximo es el conocido actor Alberto San Juan.
“El humor tuvo su apogeo a final del franquismo y en la Transición, porque decía, con garbo y mucha intención, lo que no se podía decir. Para mí, el humor gráfico contribuyó a demoler el franquismo. Abrió un camino a la libertad de expresión. Iba por delante. El humor tiene que ser inteligente y polisémico para evitar la censura. La honestidad del humorista radica en que no ha sido un barco con bandera de conveniencia según el medio en que trabajara, sino que mantiene sus constantes, lo que le da credibilidad”, sostiene Peridis, que publica sus ilustraciones en EL PAÍS, al igual que Forges. Este añade: “Titulares es lo que hemos hecho casi todos los humoristas y vosotros los plumillas tenéis el marrón de escribir el texto. En mi caso fue muy importante, porque me abrió un camino para explorar, la lectura del libro Autopista, de Perich, que decía llamarse Jaime cuando estaba enfadado con la administración catalana y Jaume cuando lo estaba con la central”.
Babelia
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