El entrañable racista
Esta comedia ha alcanzado un abrumador éxito en su país de origen, Francia, con 12 millones de espectadores
En un momento de esta comedia que ha alcanzado un abrumador éxito en su país de origen –con 12 millones de espectadores- se menciona a Louis de Funès, actor que en “Las locas aventuras de Rabbi Jacob” (1973) encarnaba a un empresario francés que aprendía lecciones de tolerancia, y lograba aplacar su racismo. a través de un enredo de confusión de identidades. El Claude Verneuil que encarna Christian Clavier en “Dios mío, ¿pero qué te he hemos hecho?” podría ser una forma contemporánea del Victor Pivert al que daba vida Louis de Funès en la película de Gérard Oury: Verneuil es un conservador de provincias, tan degaullista como xenófobo, cuyas cuatro hijas se casarán, respectivamente, con un judío, un musulmán, un chino y, en el giro que motivará el conflicto principal de la trama, un cristiano de raza negra. Es evidente que Clavier se mira en el espejo de Louis de Funès: su físico le convierte en potencial heredero de los explosivos cascarrabias a los que daba portentosa vida el cómico francés, pero la energía no es la misma. Tampoco lo es su vis cómica. Y, por supuesto, la mayor diferencia la marca el contexto: la distancia abismal que separa “Las locas aventuras de Rabbi Jacob” –fruto de una época donde la comedia popular podía ser, al mismo tiempo, incorrecta (que no agresiva) e ingenua- de “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?”.
DIOS MÍO, ¿PERO QUÉ TE HEMOS HECHO?
Dirección: Philippe de Chauveron.
Intérpretes: Christian Clavier, Chantal Lauby, Ary Abittan, Medi Sadoun, Frédéric Chau, Noom Diawara, Frédérique Bel, Julia Piaton, Emilie Caen.
Género: comedia.
Francia, 2014.
Duración: 97 minutos.
La película de Philippe de Chauveron –este es el primero de sus cinco largos que se estrena en nuestro país- ejemplifica un singular paso en la evolución de la comedia para tiempos de corrección política. Si la comedia políticamente incorrecta rescata viejos lenguajes de la ofensa para cuestionar la fragilidad de un nuevo orden basado en una ortopédica asepsia del pensamiento, esta película propone la asimilación –y domesticación- de esas claves transgresoras por parte de la comedia burguesa para el gran público. El resultado es, por supuesto, inquietante y se acerca al modelo de humor amable que uno asociaría a un presente social donde exclusión y rechazo son norma: risas amables para la escalada electoral del lepenismo.
Babelia
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