La SGAE afronta el supuesto fraude de la franja nocturna
La entidad debate hoy modificar las reglas que permiten recaudar millones a una docena de autores de música para programas televisivos de madrugada
Las reuniones en la SGAE suelen durar horas. Incluso días enteros. Da igual que se trate de asambleas, juntas directivas o consejos de dirección: los debates y las peleas se prolongan ad infinitum. "No se vota hasta que ya estén agotados", resume un socio. Así que cuesta calcular cuándo la junta directiva, que se encuentra reunida desde las 10 de esta mañana, tomará la decisión que tiene hoy en el orden del día: modificar el reparto de los derechos por la emisión de música en televisión. El objetivo, en teoría, es acabar con las recaudaciones millonarias para 13 socios gracias a los temas que suenan en los programas de madrugada.
"Según la hora a la que se emita música en la televisión, se cobra más o menos. Desde las 2 de la madrugada hasta las 8, está la franja uno, cuyo valor es uno. El prime-time en cambio vale cinco. Así que, si por un minuto en la franja uno se cobran, por ejemplo, 10 euros, en la cinco serían 50", resume el sistema actual de reparto Carlos Duque, compositor y socio de la entidad. Con la reforma sobre la mesa de la junta directiva, la madrugada pasaría a valer 0,7, con el objetivo de dificultar la práctica de los 13 autores que han convertido esa franja en su gallina de los huevos de oro. Y que pueden llegar a cobrar más de un millón al año por temas que acompañan, de fondo y mejor si en directo -se recauda más-, los programas nocturnos. Más que Pablo Alborán, Alejandro Sanz o cualquier fabricante de hits.
Sin embargo, la modificación también incrementaría notablemente la recaudación de la franja part-time, lo que indigna a Duque y otros socios. Denuncian que se trata de un favor a las majors musicales y su repertorio internacional, cuyo resultado será que "el 75% del dinero de la SGAE acabe fuera de España".
Cerca de la mitad de los ingresos de la SGAE proceden del canon que las televisiones pagan por su catálogo. De ahí que las emisoras decidieran en un momento dado crear sus propias editoriales musicales para registrar parte de los temas que emiten y generar a su vez derechos de autor. Así, según denunció en su momento el ya expresidente de la entidad, Anton Reixa, sucesivamente cesado por la junta, surgió una red de 13 socios que proporcionan el contenido musical para los espacios de madrugada. A las televisiones les corresponde un 50% de esos derechos, el otro 50% es para el compositor, y aquí es donde se benefician estos intermediarios. Y hay que tener en cuenta también que basta con modificar ligeramente una partitura de dominio público de sinfónica (que se paga más que el pop) para poder volverla a registrar como si fuera una creación original del nuevo autor. Multiplicando esta jugada por miles de temas, la recaudación también se dispara.
Contra este sistema, la entidad busca aprobar hoy nuevas trabas. La reforma ya fue ratificada por el consejo de dirección, cuyos miembros casi coinciden con los de la junta. Así que todo deja pensar -salvo sorpresas, habituales en la SGAE- que hoy el cambio recibirá otro sí. Sea como fuere, no se hará efectivo hasta que la asamblea extraordinaria de la entidad en enero también dé su visto bueno. Si es que eso ocurre, ya que los votos para cada socio en la entidad dependen de su recaudación y los más beneficiados por el supuesto fraude son los que más cobran.
Aquí empiezan los problemas. Una treintena de socios, entre ellos Duque, ha acudido a protestar ante la sede madrileña de la SGAE y, ante la imposibilidad de acceder a la sala de la reunión -la junta votó si podían entrar, y ganó el no-, ha leído un comunicado contra la modificación. A su manera de ver el cambio favorece solo a las multinacionales y castiga a los cientos de músicos de jazz y flamenco cuyos temas se emiten sobre todo por la noche. Este grupo sostiene que nunca se demostró que la llamada rueda -los autores que aprovechan la franja nocturna para hacer el agosto- existe y que en cualquier caso sería un problema puntual. También defienden que una junta directiva que fue desautorizada en su momento por la asamblea, tanto que ya hay elecciones convocadas para febrero, no puede tomar una decisión de este calado.
Babelia
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