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Muñoz Molina y la transparencia de la escritura

El escritor publica 'Como la sombra que se va', una novela sobre el asesinato de Martin Luther King y la vida de su asesino

El escritor Antonio Muñoz MOlina.
El escritor Antonio Muñoz MOlina.BERNARDO PÉREZ

Este miércoles, Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) salió de su casa rumbo a la Residencia de Estudiantes de Madrid para presentar su nueva novela ante la prensa, Como la sombra que se va (Seix Barral), y en el camino no pudo evitar detenerse ante el escaparate de una tienda de electrodomésticos. Durante unos instantes, clavó la mirada en un lavavajillas transparente que exhibía con descaro el mecanismo de su funcionamiento. “Me quedé pensando en que, si pudiéramos ver todo lo que ocurre en la cosa publica, tendríamos otra sociedad. Y en que yo pude escribir este libro gracias a que, en Estados Unidos, logré acceder a mucha documentación acerca del asesinato de Martin Luhther King. No estoy muy seguro de haber podido hacerlo aquí, sobre un caso español”, reflexionó más tarde, ante una mesa cuadrada llena de periodistas.

Quizá por eso, el autor galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013 quiso enarbolar la transparencia durante la charla y contó que su novela tenía originalmente otro título: El pájaro de Lisboa. “Pero se lo dije a Elvira [Lindo], mi mujer, y me contestó: `no puede llamarse así. ¿Otra vez la palabra Lisboa en el título de uno de tus libros? ¿Acaso eres el novelista de Lisboa?` Bueno, pues como buen marido le hice caso y me puse a buscar otro titulo.” En eso estaba el hombre que antes de dedicarse de lleno a la literatura fue funcionario en Granada cuando, no hace mucho, cogió la Biblia y, en un salmo, encontró la frase definitiva para la historia del hombre que mató al pastor estadounidense que encabezó la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos: Como la sombra que se va.

“No sólo el título, sino toda la novela quedó así porque dejé que todo surgiera al azar. Me gusta la libertad de contar sin planes rígidos, de metamorfosear la voz narrativa cuando es preciso, de rescatar datos que puedan dar un giro a la historia. Esa es la libertad plena de la escritura. La verdad es que me gustan los libros que no paran de modificarse ante mí”, dijo Muñoz Molina —el pelo y la barba gris, el acento de Jaén— antes de subrayar que entregó el manuscrito del libro a su editora el pasado 9 de agosto, día en que un policía de Ferguson (Missouri) mató a un joven afroamericano desarmado, y que la publicación de la novela coincide con la absolución del policía y las protestas de la comunidad afroamericana que no se ha librado por completo del racismo. “El sello de la esclavitud es muy difícil de quitar. Ha habido un enorme progreso, no podemos negarlo pero, por ejemplo, en la actualidad más del 50% de la población carcelaria de Estados Unidos es negra. El sistema judicial y penitenciario sigue, es clasista y vengativo. Y la mayoría de los pobres de ese país también siguen siendo negros. Porque la sociedad americana sigue teniendo una desigualdad galopante. Eso es así”, afirmó.

En este libro, Muñoz Molina ha jugado con la ficción y la realidad. Aclara que siempre partió de lo recabado en su investigación (“datos comprobables y de fácil acceso para cualquiera”), pero que rellenó los huecos con su imaginación. “Por ejemplo: hay una escena en la que el asesino se encuentra una foto suya en la portada de la revista Life. Eso es real. Pero yo inventé que este hombre iba caminando por Lisboa y, de pronto, ve la revista en un quiosco de prensa. No sé si fue así, pero lo puse. Otro ejemplo: de Luhther King se sabe mucho, hay biografías muy documentadas, sabemos hasta la marca de su crema de afeitar, pero no con exactitud lo que pensaba. Así que yo inventé el flujo de su conciencia.” No obstante, reconoce que no tuvo que inventar demasiado. “Porque mucho de lo que ocurrió en realidad es mejor.”

El también autor de El viento de la luna (Seix Barral, 2006) agradeció el trabajo de su editora y de los correctores de estilo de la editorial. “Este es un oficio en el que participa mucha gente. Hay una idea romántica de la creación. Pero aquí, creación, ¡poca! Han sido fundamentales las surgencias de mi editora y la revisión de los correctores, palabra por palabra, línea por línea, para detectar las carencias del libro y así poder mejorarlo.”

En 1987, Muñoz Molina publicó El invierno de Lisboa (Seix Barral), obtuvo el Premio Nacional de Narrativa y comenzó a captar la atención continua de de la critica y de los lectores. 27 años después, con otra historia lisboeta, siente que es “mucho más concienzudo” en lo que escribe. “Porque ya no me dejo llevar sólo por lo que suena bien. Y soy más austero. Y transparente.”

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