Warren Clarke, actor británico
Participó en películas como ‘Firefox’, ‘Ishtar’ o ‘La naranja mecánica’
Fuera de Reino Unido Warren Clarke fue uno de los dragos de La naranja mecánica, aquellos pandilleros salvajes que bebían leche especial para sus noches de sangre y violencia a las órdenes del personaje que encarnaba Malcom McDowell. En su país, Clarke será recordado por su policía Andy Dalziel, un tipo soez y machista —“Me hubiera gustado que hubiera sido aún más malhablado, pero la BBC no me dejó nunca decir pillock [gilipollas] por mucho que yo les enseñara que Shakespeare ya la usó en El rey Lear”, comentó en una entrevista— protagonista de la serie Dalziel and Pascoe, en la que participó en sus 61 episodios entre 1996 y 2007, llegando a dirigir algunos de ellos. Sea cual sea su mejor trabajo, los británicos le echan en falta desde el pasado miércoles 12, cuando Clarke falleció a los 67 años, víctima de “una breve enfermedad”, según su familia, que no especificado mucho más.
Hombre de teatro, en sus inicios, y de televisión, Clarke tuvo poco recorrido en la gran pantalla, al menos en papeles de peso. Junto a La naranja mecánica destacan en su currículo Marco Antonio y Cleopatra, que dirigió y protagonizó Charlton Heston; Un hombre de suerte, donde repitió con McDowell; De un país lejano, la biografía del papa Juan Pablo II dirigida por Krzysztof Zanussi, amigo del pontífice; Firefox, de y con Clint Eastwood; la delirante Top secret, o la maldita Ishtar.
Clarke nació en Oldham (Inglaterra) en 1947. Sus padres, un cristalero y una secretaria, iban mucho al cine y él recordaba cómo le hipnotizaba todo lo que veía en sesiones dobles los sábados por la tarde. A los 15 años dejó los estudios y entró como chico de los recados en el diario Manchester Evening News, mientras se curtía en el teatro aficionado, cuando cambió su auténtico nombre, Alan, por el de Warren, por culpa de una novia que idolatraba a Warren Beatty. A finales de los sesenta ya estaba haciendo teatro en la radio de la BBC y en 1971 debutó en la televisión en el culebrón Coronation Street. Esa década también le conllevó sus mejores interpretaciones en el cine, en los escenarios —curiosamente abandonó el teatro durante tres décadas hasta que en 2011 encarnó a Winston Churchill en Tres días de mayo— y un montón de televisión.
Sin embargo, la labor de un secundario no siempre está reconocida: a finales de los ochenta Clarke se planteó abandonar la actuación porque no ganaba suficiente dinero con la teleserie Nice work; incluso su esposa empeño su anillo de bodas para pagar las facturas. Remontó la mala racha, prosiguió con más series para la pequeña pantalla y finalmente le llegó Dalziel and Pascoe, basada en los libros de Reginald Hill, en la que daba vida al típico detective veterano borracho machista en contraposición a su mucho más joven compañero, el universitario y liberal —en el sentido que tiene esta palabra en el mundo anglosajón— Peter Pascoe.
Clarke ha trabajado hasta poco antes de morir en las series Chuggington y en la aún inédita Poldark, revisión del clasíco de los setenta.
Babelia
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