“Lo más difícil es quitar todo lo que sobra en la pintura”
La abstracción reflexiva de Jordi Teixidor gana el Premio Nacional de Artes Plásticas 2014
Siempre ha sido fiel a la pintura abstracta a la que ha ido despojando de la emoción, del gesto, del movimiento, para adentrarse en la reflexión profunda que hunde sus raíces en la filosofía. Esa inquebrantable fidelidad a través del tiempo y de cierta incomprensión le ha procurado ahora a Jordi Teixidor de Otto (Valencia, 1941) el Premio Nacional de Artes Plásticas 2014, dotado con 30.000 euros, que anunció este miércoles el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
“Para mí lo más difícil es quitar todo lo que sobra en la pintura”, afirma el artista desde su casa madrileña de Malasaña, contento por la concesión del premio, el segundo que recibe a pesar de su dilatada y contrastada trayectoria que ha evolucionado hacia el uso preponderante del negro. “Mi pintura no es de premios. No es espectacular. No tiene la visibilidad de otros pintores. Es concentrada y contiene más carga de pensamiento y reflexión que de sensibilidad y emotividad. En la obra de arte, no sólo en la pintura, también en la literatura o en el cine, la emoción no es una condición fundamental”, explica.
El jurado ha premiado al creador y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando “por sus obras, distintivas de un camino único y difícil en el arte, elegido a conciencia y con independencia. Un camino sostenido en el tiempo hasta configurar un conjunto que confiere al arte español contemporáneo la entidad que hoy tiene”. “Ciertamente, lo que elegí no era el camino habitual en el arte español”, comenta el artista que sólo practicó la figuración para conseguir aprobar cuando estudiaba de la Escuela de Bellas Artes de Valencia.
Abandonó su ciudad natal, reñida con la abstracción, para instalarse en los ochenta en Madrid, tras ejercer de conservador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, donde conoció a Gustavo Torner, Gerardo Rueda y Fernando Zóbel, y vivir varios años en Nueva York. Su obra forma parte de las colecciones de museos como el Reina Sofía de Madrid o el IVAM de Valencia y se ha visto en el Guggenheim neoyorquino o en la Bienal de Venecia.
Teixidor también considera el premio como un reconocimiento a una generación, que no recibió “demasiada atención” y que entiende el arte “en relación con una ética”. Y cita pintores como Juan Suárez, Gerardo Delgado o Santiago Serrano. “Hicimos una labor importante pero las circunstancias culturales, sociales y económicas no nos fueron favorables”, señala el artista a Efe. Propusieron “una manera de entender la pintura un poco más cosmopolita, más culta, con respecto a otras generaciones artísticas en España”, añade.
"Reivindicador de la pintura, rasgo decisivo de su obra es la distinción en su quehacer respecto a nuestro contexto artístico, con una práctica, ya desde mediados de los sesenta, próxima al arte conceptual o a la sensibilidad minimalista. Artista silencioso, amante de la poesía y la filosofía, elogiador de la duda en el arte, perteneció al grupo Nueva generación, avanzando las corrientes artísticas que llegarían durante la Transición. Un creador constante en su empeño”, continúa el jurado, según un comunicado emitido por el Ministerio.
Poesía y filosofía
Lector empedernido de poesía, ahora se dedica más a la filosofía: “No tengo prejuicios ni formación y leo también a través de otros a Heidegger o Wittgenstein, que me interesan mucho. También Vattimo, aunque ahora es muy criticado”. Teixidor recuerda la curiosidad de que le compró una de sus primeras obras a una jovencísima Carmen Calvo, premio de las Artes Plásticas 2013, cuando se reunían en los sesenta en un estudio en Valencia con el Equipo Crónica y otros artistas.
Babelia
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