El cartero aún reparte caligrafía
A uno de cada cuatro españoles le han enviado recientemente una postal, pero la nostalgia por lo manuscrito no es poca: el 41% reconoce que echa de menos las cartas
Querido lector:
Esta carta (necesariamente digital) que le llega desde el otro lado de la pantalla le propone un ejercicio de memoria, casi de nostalgia. ¿Ha recibido recientemente algún escrito a mano? ¿Una postal, pongamos por caso, una carta de amor, una nota de cariño…? Si se ha visto obligado a reconocer que no, puede considerar la suya como una vida normal; si la respuesta es un “sí”, tranquilícese, tampoco se crea un bicho raro.
El informe Samsung Galaxy Note 4 sobre hábitos de escritura en España se pregunta en qué momentos recurrimos al boli y al papel en estos tiempos de smartphones y ordenadores, y resulta que, además de anotaciones menores (la lista de la compra, las notas de recordatorio o los recados del trabajo), aún hay cosas que escribimos manualmente.
Sentimos nostalgia del hecho mismo de rasgar un sobre, de desdoblar el papel con parsimonia o nervios o torpeza
Durante el verano y en las Navidades, los carteros reparten historias personales, buenos deseos y caligrafía. Al 23% de los españoles le han enviado recientemente una postal escrita a mano, aunque eso no es lo único que recibimos con el carácter inconfundible de lo manuscrito. Nos llegan también felicitaciones de cumpleaños (le ocurre al 16% de los encuestados), mensajes de cariño (16%), cartas de felicitación (13%), agradecimientos (11%) e incluso notas en ramos de flores (8%).
Pero ¿nuestra sociedad se está enfriando? Solo el 5% dice haber recibido una carta de amor escrita a mano en los últimos tiempos. Y aunque entre los jóvenes de 16 a 24 años sobrevive algo más ese desgarro, ya que el 9% de ellos ha encontrado recientemente en su buzón algunas líneas de amor de puño y letra, en general se confía en el lápiz y el folio menos que antes.
A la mitad de los españoles no le envían notas manuscritas desde hace tiempo. Póngase en su lugar, querido lector, si es que no lo está ya: ¿no las echaría de menos? En verdad así ocurre: sentimos nostalgia del hecho mismo de rasgar un sobre, de desdoblar el papel con parsimonia o nervios o torpeza, según la circunstancia o el remitente; echamos de menos, en definitiva, que nos manden cartas (de cualquier tipo) como hacían antes.
Le pasa a cuatro de cada diez españoles, que también se acuerdan de las postales (31%), de las felicitaciones de cumpleaños (25%) y, en particular, de las cartas de amor (22%). En el caso de este género epistolar concreto, unos llevan peor que otros su pérdida de protagonismo: el 28% de los andaluces lo añoran, mientras que ese porcentaje se queda en el 16% en Cataluña y Galicia. Las mujeres también sufren su ausencia más que los hombres (un 26% de ellas frente a un 18% de ellos).
Y por pedir, que no quede, piensa la gente. Al 38% de los encuestados (el 44% si nos fijamos en Madrid) le gustaría recibir cartas escritas a mano, o bien postales (33%), felicitaciones de cumpleaños (32%) y, por supuesto, las consabidas cartas de amor (33%). ¿También le pasa a usted? Sin embargo, reflexione un poco: probablemente tenga que reconocer que tampoco pone mucho de su parte por remediar la situación, a no ser que forme parte de la minoría. La última vez que lo hizo, ¿cómo escribió “te quiero”? ¿A mano? Ese es el caso únicamente del 21% de los españoles, al mismo tiempo que casi la mitad (un 44%) prefiere utilizar el WhatsApp para transmitir un mensaje tan relevante.
Solo cinco de cada cien españoles ha recibido una carta de amor manuscrita en los últimos tiempos
Parece que resulta complicado elaborar algunas notas manuscritas: solo piden perdón de esa manera el 9% de los españoles, que tampoco se animan a decir “te deseo” (10%) ni a admitir que echan de menos a otra persona (8%). Ni siquiera un simple “felicidades” se escribe a mano porque siempre es más rápido el WhatsApp, al que recurren el 54% de los encuestados. Por no hablar de sentencias como “no quiero verte más”: solo el 4% dice haberlas manuscrito. Aunque, en este caso, los mensajes rápidos mediante el smartphone apenas se llevan un discreto 9%, y gana la partida el afán por pasar página: el 77% no recuerda cómo escribió una frase tan contundente como esa. Ciertamente, hay cosas que es mejor olvidar.
Vistos los resultados del estudio, solo queda confiar en los más cercanos. La pareja y los amigos son las personas que más nos escriben a mano. Casi cuatro de cada diez españoles cuenta que la última nota manuscrita recibida se la mandó su pareja, mientras que al 24% se la remitió un amigo. Los compañeros de trabajo son citados por el 20% de los encuestados, mientras que el 19% sostiene que fueron sus hijos quienes les enviaron unas líneas a mano por última vez. Otros familiares (15%), la madre (15%), el jefe (10%) y el padre (7%) también aparecen en la encuesta como autores de las cartas o notas hechas a mano.
En El abrecartas (Anagrama, 2006), Vicente Molina Foix construyó una ambiciosa novela-río que arranca con las cartas que un amigo de la infancia envía a Federico García Lorca; después va tejiéndose con el diálogo de multitud de personajes que en lugar de hablarse, se escriben. Hombres y mujeres corrientes, además de grandes figuras como Vicente Aleixandre o Rafael Alberti, comparten a lo largo de casi un siglo una correspondencia que se traslada del papel al correo electrónico de una manera natural. Y Molina Foix, declarado amante de la escritura de cartas, ha sostenido en alguna ocasión que con el e-mail se puede mantener una correspondencia igual de continuada que por correo convencional.
Sin embargo, el estudio Samsung Galaxy Note 4 sobre hábitos de escritura en España concluye que nos sentimos más próximos a los otros cuando los mensajes íntimos nos los dan escritos a mano. En una escala del 1 al 10, un “te quiero” de esas características alcanza un grado de cercanía de 8,6; si nos llega por correo electrónico, el mismo mensaje se queda en el 6,5. Hay palabras que tienen mucho más valor si las vemos manuscritas, dice el informe: “amor”, “perdón”, “necesito”, cariño”, “gracias”, “deseo”, “enhorabuena”, “contigo”…
Si es su caso, no desespere y mire en el buzón, tal vez un día encuentre una carta con esa caligrafía que tan bien conoce. Y antes de la despedida, querido lector, solo un deseo: que no le ocurra lo mismo que al 1% de los españoles, que afirma haber recibido recientemente una nota anónima. Por si acaso.
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