Los campeones mundiales de la novela negra contemporánea
Celebramos Getafe Negro con una selección de autores contemporáneos del género
Getafe Negro llena estos días todo Madrid de autores de novela negra y locos de la ficción criminal. Desde EL PAÍS ya hemos hablado con algunos de esos autores (Jo Nesbo o Lee Child) pero ahora queríamos proponer algo más ágil, divertido y polémico.
Elegimos 13 escritores contemporáneos cuya obra, éxito de ventas y/o crítica, repercusión e influencia les colocan muy arriba en el escalafón del género. Hay anglosajones, nórdicos, franceses o españoles.
Faltan, como en cualquier lista (se me ocurren a bote pronto James Sallis, Deon Meyer , Donna Leon o Tana French), pero a alguien había que dejar fuera. Son 13 para que se pueda elegir uno por mes y uno de más de regalo. Importante: el orden no es jerárquico.
Michael Connelly (Filadelfia, 1956)
El padre del personaje Harry Bosch es una figura clave en la literatura del género de las últimas dos décadas. Su pasado por el mundo del periodismo como reportero de sucesos le da un estilo directo, pulcro y emocionante. En los 16 libros escritos sobre Bosch el personaje evoluciona, envejece y se hunde como pocos en la oscuridad de un trabajo nada agradable. Si tengo que elegir, me quedo con Cuesta Abajo. Es también responsable de la serie del abogado Mike Haller y de otras obras como Deuda de sangre.
Ian Rankin (Fife, 1960)
Hablar de Rankin es hacerlo de John Rebus, aquel policía malencardado, complejo, contestatario, genial. Le hizo envejecer, le jubiló, pero ha tenido que rescatarlo e incluso lo ha cruzado con el policía de asuntos internos Malcom Fox. Todo para crear una saga tremendamente exitosa, con cientos de miles de lectores detrás de las peripecias de John Rebus, pobre John Rebus. Su renovación de la novela negra escocesa, que tantos y tantos buenos autores nos ha traído, le hacen merecedor de un sitio en esta pequeña lista.
Dennis Lehane (Boston, 1965)
Uno de los grandes renovadores del género. Una voz esencial en la novela negra de los últimos años con una obra diversa y literariamente rica. Su serie protagonizada por los detectives Kenzie y Gennaro es una delicia. Su maestría con el género se ve perfectamente en otras obras ajenas a esta serie como Vivir de noche, Mystic River o Shutter Island. Es, además, guionista de The Wire, creador y guionista de Boardwalk Empire y uno de los escritores del género que mejor han sido llevados a la pantalla.
James Ellroy (Los Ángeles, 1948)
El autor de la Trilogía americana o del Cuarteto de los Ángeles, entre las que se incluye la hiper famosa L.A. Confidencial, y de otras series menos conocidas pero igual de esenciales como la Trilogía del sargento Lloyd es posiblemente uno de los personajes más insoportables de la escena contemporánea. Pero su extensa y gran obra le justifica. Su radiografía del EE UU de los 40, 50 y 60 del siglo XX, su buceo en lo peor de las cloacas del poder, su estilo abrumador y original y la fuerza del universo que ha creado le hacen sin distinción merecedor de casi todos los halagos que él mismo se dedica
Jo Nesbo (Oslo, 1960)
Decir novela negra nórdica hoy en día es decir Jo Nesbo. Las novelas de Harry Hole son un manual de los límites del género y del ser humano para enfrentarse al sufrimiento. El inicio de Némesis (una de las mejores narraciones de un atraco de la literatura contemporánea) o la evolución de Harry Hole en las, hasta ahora, últimas novelas del personaje son dos grandes ejemplos. Promete matarlo, lo que no dejaría de ser una novedad que dejaría huérfanos a los millones de fans de este policía tan, tan especial. Su enorme difusión en el mundo anglosajón ha hecho de este excantante y antiguo economista uno de los autores de más éxito de la ficción criminal.
John Banville (Wexford, 1945)
El reciente Premio Príncipe de Asturias de las Letras ha llevado a cabo sus incursiones en el género bajo el pseudónimo de Benjamin Black. Las cinco novelas de Quirke y Hackett, personajes sublimes, supusieron un impulso literario tremendo para un género siempre bajo sospecha. El lémur es un sencillo y maravilloso thriller. Aunque hay opiniones para todos los gustos, La rubia de los ojos negros es una acertada continuación de las obras de Raymond Chandler, una misión suicida de la que sale bien parado. Un grandísimo escritor haga lo que haga.
Gillian Flynn (Kansas, 1971)
De plena actualidad por la película Perdida, basada en su excelente thriller con el mismo título, esta antigua periodista y crítica de televisión víctima de un ERE es una voz renovadora del género, que trata con maestría la novela psicológica femenina, que entra de lleno en la novela de venganza, una hija bastarda de Jerry Seinfeld y Patricia Highsmith, capacidades que demuestra de sobra en otro de sus libros, Heridas abiertas. Todo esto sin olvidar que Perdida es el tercer libro electrónico más comprado de la historia y que llegó a desbancar a 50 sombras de Grey en la lista de The New York Times aunque, todo hay que decirlo, con bastante más calidad.
Andrea Camilleri (Sicilia, 1925)
“Comunista, siempre, siempre, siempre, por justicia social” “empleado de la escritura” y, sobre todo, padre de Salvo Montalbano, uno de los mejores regalos que nos ha hecho la literatura italiana del último siglo. El autor recibió el Pepe Carvalho de novela negra en Barcelona el pasado mes de febrero, un reconocimiento que esperamos no sea el último a una carrera excelsa.
Fred Vargas (París, 1957)
La creadora del comisario Adamsberg, ese hombre que tiene como don y como castigo una tremenda intuición, es una de las más loadas autoras de novela negra contemporánea por la calidad de sus textos. Algo que tiene más mérito todavía si consideramos que durante años escribió las novelas a salto de mata, en las tres semanas que tenía de vacaciones de verano. Por cierto, le encantan las pequeñas batallas.
Por ejemplo, sigue publicando en Francia en la misma pequeña editorial a pesar de las ofertas millonarias que le han hecho los grandes grupos.
Henning Mankell (Estocolmo 1948)
Con Kurt Wallander ya fuera del panorama y su creador relatando su vida bajo el cáncer brutal que padece, Mankell se merece un homenaje. Y Wallander, ese policía melónmano, gordo e hipertenso, ese pobre justiciero inteligente e infeliz, ha tenido una influencia enorme en todo lo que ha venido después.
Pierre Lemaitre (Paris, 1951)
No es nada fácil que un Premio Goncourt de novela no sólo venga del género negro, sino que lo reivindique. Tampoco es fácil que alguien que empieza a escribir a los 56, a los 63 tenga ya un buen puñado de novelas negras como por ejemplo la trilogía del comisario Camille Verhoeven (excelente debut y homenaje al género con Travail Soigne) o Robe de Marié, auténticas referencias del género. Una voz brutal y con un hondo sentir literario.
Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927)
Puede que la novela negra española tenga varios padres, lo que nadie discute es que González Ledesma es uno de ellos. El creador de Ricardo Méndez, ese extraño detective con los bolsillos llenos de libros imposibles, sobre todo dotó al género en España de una mirada más social, más pegada a la realidad, más crítica. Otro maestro al que hemos incluido aunque no se pueda ya prodigar.
Lorenzo Silva (Madrid, 1966)
Responsable de esa pareja de guardias civiles formada por Bevilacqua y Chamorro; responsable a su vez de dotar a esos personajes de un visión más cercana para el lector español; responsable, si no culpable, de haber arrasado con esos dos personajes en las siete novelas que ha escrito con ellos de protagonistas. Premio Planeta, Premio Nadal, autor de género juvenil y, sobre todo, un escritor comprometido con la calidad del género.
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