Nueva York se enamora de la complejidad de Gaudí
Una escuela de arquitectura exhibe la Sagrada Familia como una obra maestra colectiva
Julio Salcedo tiene hoy una sonrisa especial. Como profesor de la escuela de arquitectura Bernard and Anne Spitzer del City College de Nueva York, no todos los días tiene la oportunidad de glosar a sus alumnos el genio de un compatriota, por más que este falleciera arrollado por un tranvía en Barcelona hace 88 años. La prestigiosa institución neoyorquina acoge estos días una muestra y un programa de estudios muy especial, Sagrada Familia, la inconclusa obra maestra de Antonio Gaudí, el primero que se celebra en suelo estadounidense, según el arquitecto George Ranalli, comisario de la muestra. “Qué maravillosa manera de iniciar la temporada de otoño”, proclamó durante la inauguración la presidenta del City College, Lisa S. Coico.
“Esta escuela entiende la arquitectura como un proceso cívico y urbano, y la arquitectura de Gaudí es precisamente eso. Sus trabajos son complejos y aquí apoyamos ese estilo. No entendemos la arquitectura como algo formal, de modas, sino como un fenómeno social. Es por esto por lo que Gaudí está aquí ahora”, declara Salcedo orgulloso mientras sus alumnos contemplan embelesados las maquetas, fotos, planos y demás materiales sobre la catedral barcelonesa.
Sunny Fok, estudiante de último año, es uno de ellos. “Es impresionante, abrumador. Ese sentido de la naturaleza es maravilloso, los colores… Estuve el año pasado un mes en Barcelona admirando la obra de Gaudí. Fue una experiencia fantástica”, explica bajo la atenta mirada de su amiga Katrina Duran, recién llegada a la escuela. “No he podido ir a Barcelona todavía, pero estoy deseando hacerlo. Es emocionante ver lo que Gaudí hizo hace tantos años”, comenta.
Billy Schaefer, uno de los estudiantes más talentosos, recuerda su experiencia de niño en la capital catalana: “Con 10 años estuve allí y recuerdo aquellas increíbles estructuras. Gaudí gusta mucho a los niños. Es algo lúdico. Sus estructuras, las inclinaciones del Parc Güell, son como parques de atracciones”. Schaefer ya no es un niño. Ahora ve al maestro con otros ojos: “Es interesante que una ciudad como Nueva York contemple la obra de un genio como Gaudí. Aquí se dan muchos estilos, desde lo más racional a lo más creativo. Gaudí es una conexión con el pasado pero siempre mirando al futuro, porque fue un pionero”.
Salcedo corrobora la reflexión de su pupilo: “Nuestra escuela mira mucho esa conexión histórica entre el pasado y el futuro. Gaudí representa innovación, pero también historicismo, un pasado que viene incluso de África. Toda esa amalgama, esa complejidad, forma parte de esta escuela. La idea de esta exposición es que los estudiantes metan los dedos en la herida, conozcan el género, que vean que todo lo que se cuenta es cierto. Se trata de entrar en un universo geométrico, social y cultural”.
La exposición está organizada en cinco categorías o paneles, según explica el arquitecto argentino Fabián Llonch, comisario adjunto. La primera está dedicada a la figura de Gaudí, al personaje y su trascendencia. La segunda, al edificio, a la Sagrada Familia y su relación con la ciudad de Barcelona. La compleja geometría del genio catalán ocupa el tercer espacio. Los dos últimos son para sus construcciones y para la obra casi terminada.
La exposición, que puede visitarse hasta el 15 de mayo de 2015 y cuenta con el patrocinio del Banco Santander, es una oportunidad para reivindicar la generosidad de un creador único. Ranalli recordó las palabras del maestro catalán (“Los grandes templos no son obras de un solo arquitecto. Sé que el gusto personal de los que me sucedan influirá en el resultado final, pero no me importa. Todo será en beneficio de la obra. Un trabajo como este debe ser el fruto de una larga era. Cuanto más tiempo, mejor”) para poner en valor el trabajo en equipo: “La Sagrada Familia está impregnada de la obra de Gaudí, pero el proyecto ha ido evolucionando muy bien a través de las aportaciones innovadoras de los demás. El trabajo de Gaudí está conectado a las aportaciones más recientes de forma exquisita. Sin duda, el éxito de la Sagrada Familia se opone a la noción de única autoría como un ideal arquitectónico”.
Para Ranalli, “Gaudí es fundamento, cultura, símbolo de creación, y la Sagrada Familia es todo eso hasta un nivel asombroso”. Pero no sólo. El veterano arquitecto considera que la forma en que el maestro relaciona sus obras con el entorno es un ejemplo para las nuevas generaciones de profesionales. “La muestra incide en que un icono arquitectónico puede formar parte integral del entorno. La respuesta general de nuestra época ha sido el oposicionismo, que ha generado ambientes poco integrados. Espero que esta exhibición anime a los estudiantes a considerar cuidadosamente la obra de al lado a la hora de hacer su trabajo”.
Para ello, a lo largo de los meses de octubre y noviembre, profesionales relacionados con la construcción de la Sagrada Familia impartirán conferencias en la Bernard and Anne Spitzer School. Se trata de los arquitectos Josep Gómez Serrano, Jordi Bonet, Jordi Faulí, Judith Rohrer, Maria Rubert de Ventós, Xisco Llabrés y Mark Burry.
Para George Ranalli, la presencia de Gaudí en Nueva York es una reivindicación de la complejidad en una ciudad muy particular, única. Lo confirma su colega Salcedo: “Ranalli es muy crítico con la arquitectura escueta. Defiende las obras que tienen un sentido de masa, de solidez, de detalle y de complejidad. La ciudad de Nueva York es compleja, pero en la actualidad se nota esa falta de complejidad en la arquitectura. Gaudí es un ejemplo para todos.”
Babelia
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