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En el nombre del rock

Hay una fuerza en los adolescentes que les hace a gritar al mundo que son distintos

Portada del álbum de Héroes del silencio, 'Senderos de traición'.
Portada del álbum de Héroes del silencio, 'Senderos de traición'.

¿Qué es el rock? En la película The Runaways (2010), el biopic sobre la banda de chicas estadounidense de los setenta, el impetuoso mánager del grupo lo explica así: “El rock and roll es un deporte duro, un deporte de hombres. Es para personas oscuras, gatos callejeros, masturbadores, marginados sin voz ni voto que solo pueden decir: ‘¡Eh! Odio este puto mundo, que os den, paso de la autoridad, quiero un orgasmo”. Aunque quizá no sea la única definición, nos puede servir como la más cercana de cualquier músico que practique esto tan difícil de codificar llamado música rock; desde luego, es la definición más divertida.

Hay una fuerza invisible innata en los adolescentes de todos los tiempos que les empuja a coger una guitarra, un bajo o una batería y gritar al mundo que son distintos de los demás. Quizá pasen los años y los protagonistas, tanto emisores como receptores, crezcan y cambien sus preferencias. Pero el fin es siempre el mismo: molestar al poder, levantarse contra las injusticias y, claro, ligar. No siempre en este orden.

En este disco encontrarán todo esto y más. Canciones que han marcado nuestro pasado más reciente haciendo de la música que se inventó en los años cincuenta una forma de vivir. Unos más duros, otros más románticos; otros más vendedores, otros más malditos. Con raíces autóctonas o de clara inspiración anglosajona. Todos han encontrado el camino para vivir de forma distinta al resto; de encarar la existencia propia y del mundo que les rodea desde una perspectiva única. Hay triunfadores, claro; pero también entrañables perdedores. Todos ellos han compuesto canciones que forman la banda sonora de este país

Héroes del Silencio

Entre dos tierras

Senderos de traición

EMI, 1990

Suena el que quizá sea el fraseo de guitarra más conocido de la historia del rock español. Lo compuso Juan Valdivia, guitarrista de los entonces veinteañeros Héroes del Silencio, que en 1990 vivieron impasibles su revolución particular. Joaquín Cardiel, bajista, estaba allí y recuerda el momento en el que nació la canción: “En aquella época ensayábamos mucho y, enredando, Juan sacó ese riff de guitarra. Después surgieron los acordes, las armonías con el bajo y Enrique [Bunbury] empezó a meter la letra, que hace alusión a las relaciones traicionadas”. Sobre eso circulaba su segundo disco, Senderos de traición —producido por el excomponente de Roxy Music Phil Manzanera—, que se abría con esta canción y que supuso el espaldarazo definitivo del grupo de Zaragoza tras su resbaladizo debut, El mar no cesa, en 1988. En 1990 Héroes del Silencio se hizo grande dentro y fuera de España. Hasta 250.000 discos se vendieron en Alemania y 600.000 en el resto del continente.

“En aquel momento todavía éramos un grupo de local de ensayo”, recordaba Bunbury sobre el disco en la revista Rolling Stone. “Cuando volvíamos de tocar, nos encerrábamos a perfeccionar el material de los directos y a componer. (…) Continuábamos con las rutinas de grupo principiante y no éramos muy conscientes de lo que (…) el mundo exterior podía esperar o demandar de nosotros”. El sonido de la canción intuía lo que íbamos a escuchar en el resto del disco: rock duro mezclado con letras crípticas y épicas, con influencias del lado oscuro del pop gótico. Como anécdota, Cardiel explica aquello de “no seas membrillo”, que cantaba Bunbury: “Fue una broma interna de local de ensayo llevada a más”

Miguel Ríos

El rock de una noche de verano

El rock de una noche de verano

Polydor, 1983

Miguel Ríos decidió llamar su disco de 1983 igual que la gira que había hecho por toda España el año anterior. “Un canto a esa lúdica época del año en la que el país se llena de ciudades de fiesta; desde la Nit de Sant Joan hasta las fiestas del Pilar”, explica el cantante de Granada en su biografía, Cosas que quise contarte. Además, España ardía de ilusión: los socialistas acaban de llegar al poder, las calles cambiaban de color y se respiraba libertad. “En la movida del verano de 1982 la basca fue la estrella del Estado español”, cantaba en la canción homónima que abre el álbum. “El disco, apoyado en la gira, funcionó muy bien, aunque no llegó a las cotas estratosféricas del anterior, Rock & Ríos”, cuenta Miguel. La gira fue apoteósica; llenó nada menos que 32 estadios de fútbol por toda España. “Quería llevar la magia del circo al rock”, dijo. Y vaya si lo consiguió

Leño

Maneras de vivir

Single

Chapa Discos / Zafiro, 1981

“Nunca pensé la trascendencia que tendría”, dice Rosendo Mercado en la biografía de Leño, Maneras de vivir: Leño y el origen del rock urbano. “Recuerdo que una noche estaba en casa y me vino el fraseo de guitarra y me vi allí, agachado, tocando bajito para no despertar a la familia. Lo grabé en un magnetófono, con la guitarra eléctrica sin enchufar. No me acuerdo de más. No sé ni cómo llegó la letra ni en qué momento”. La canción, de estribillo pegadizo, certero y cervecero, define el rock urbano en los años ochenta. Reivindicación de una forma de ser diferente de una juventud recién salida del franquismo y que prefería (como cantaba Leño) educarse “con El Papus y no con el Abc”. Recogida en el disco en directo que el trío grabó en 1981 en Madrid, una versión de estudio se lanzó como single ese mismo año, que es la que aquí se incluye.

Barricada

Oveja negra

Balas blancas

Mercury, 1992

Lo cuenta el propio Enrique Villareal, más conocido como El Drogas, líder del cuarteto de Navarra: “En esta época empezaba todo el asunto de los inmigrantes, aunque no se sabía ni cómo entraban, porque todavía no se oía hablar de pateras. La canción habla del trato que se tenía aquí con ellos. Oveja negra quiere reflejar la historia de cualquiera de nosotros si nos tocara ir a ganarnos la vida a un país lejano. Es también la lucha del primer mundo contra el tercero. Lo curioso es que el mensaje en algún sector se tomó al revés y nos acusaron de racistas”. Por supuesto no lo eran. Después de diez años de vida, con este disco, Balas blancas, el grupo emergía del underground rockero. “Por fin vivíamos como siempre habíamos querido. Metidos todo el día en la historia de la música”, explica el guitarrista Boni

Fito y Fitipaldis

La casa por el tejado

Lo más lejos, a tu lado

Warner Music, 2003

La carrera en solitario de Fito Cabrales sucedió por casualidad. En 1998 publicó A puerta cerrada, con canciones “sin pretensiones” que no entraban en su hasta entonces grupo, Platero y Tú, segunda generación del rock urbano.

Cantada en primera persona, La casa por el tejado es una declaración de principios y abre Lo más lejos, a tu lado, su disco más confesional. “Y el más paranoico de toda mi vida”, reconoce el cantante de Bilbao. “Me quedé totalmente ido durante su creación. Tenía el estudio debajo de casa y no paraba de pensar en canciones, de día y de noche. Por la mañana, sin dormir, después de estar componiendo toda la noche, llevaba a los niños al colegio y volvía a casa como un loco para seguir componiendo”, continúa. “Me absorbió como ningún disco lo había hecho, y lo pagué con creces. Tuve mucha obsesión en todo el proceso de creación. Ahora, he de reconocer que me encanta”.

En 2003 fascinó a muchos. Fue su disco que más se vendió (más de 200.000 ejemplares) e inauguró su camino al reconocimiento masivo. La canción incita a ver las cosas como son en realidad, olvidar las convenciones sociales y culturales que nos tapan lo realmente importante. “El colegio poco me enseñó, si es por el maestro nunca aprendo”, canta Fito, que así lo explica: “Trata sobre hacer las cosas al revés, hacerlas complicadas. Nadie te enseña a hacer lo lógico”. Es la verdad de un hombre sincero, que empezó a trabajar como camarero en un club de alterne y ha acabado llenando estadios: “Me han llamado poeta, pero no lo soy”, explicaba en su biografía, Soy todo lo que me pasa. “Hago canciones, aunque tampoco soy músico”

M-Clan

Quédate a dormir

Usar y tirar

DRO EastWest, 1999

El encuentro en 1999 con el excomponente de Tequila y productor Alejo Stivel cambió radicalmente la carrera de M-Clan. Tras dos discos de rock sureño cantado en castellano, la banda de Carlos Tarque abrió su sonido y con el disco Usar y tirar entró en los circuitos comerciales sin perder ni un gramo de integridad. Entonces el guitarrista Santi Campillo militaba en las filas del grupo y fue él junto a Tarque quien compuso el tema. En lo estrictamente formal no hay dudas: es una canción de amor. “De alguien que no quiere nada más en el mundo que dormir con otra persona”, explica ahora Tarque. “La canción surgió de forma natural, con un juego de palabras. Nos dimos cuenta de que la melodía era muy buena. Inspirada en una de Suzy Quatro, nos gustaba ese toque fresco que tiene, algo mediterráneo, sin retorcimientos. Una canción de pasión”, recuerda el cantante.

Mägo de Oz

La posada de los muertos

Gaia II: La voz dormida

DRO / Atlantic, 2005

A estas alturas del partido, Mägo de Oz ya era un grupo grande. Y vendía. También en Suramérica, donde habían arrasado (en todos los sentidos). La canción, una invitación a vivir, a superar los problemas y levantarse y aprender, está incluida en el octavo disco de la banda que lidera el batería Jesús María Hernández, más conocido como Txus di Fellatio. Es un ejemplo típico del universo del grupo madrileño, tanto en el fondo como en la forma: una letra de superación que mezcla lo épico con lo local y un sonido festivo con todos sus elementos básicos: violín, influencias del folk celta… El arranque de la canción no deja espacio para dobleces: “Alza tu cerveza, brinda por la libertad. Ven y vente de fiesta, el infierno es este bar”. El disco fue multiplatino, entregado por la entonces ministra de Cultura, la socialista Carmen Calvo

Triana

En el lago

El patio

Gong, 1975

Reivindicado ahora con orgullo, El patio, debut del grupo sevillano Triana, fue un disco de culto: durante meses sus ventas no superaron el centenar de ejemplares (luego remontó). Un error subsanado un año y medio después con las 200.000 copias de su segundo disco. El trío estaba formado por el excomponente de Payos Eduardo Rodríguez Rodway, el batería Juan José Palacios, Tete, y el organista y compositor Jesús de la Rosa. Este último, fallecido en accidente de tráfico en 1983, dio forma a esta pieza que se convirtió en uno de los ejes del entonces llamado rock andaluz. Una insólita mezcla de rock progresivo y folclore del sur, heredera de los también sevillanos Smash. En el lago arranca con un órgano mezclado con guitarra española y acaba con unas guitarras eléctricas distorsionadas de rock duro. Como unos Pink Floyd embadurnados de aceite de oliva

Los Suaves

Dolores se llamaba Lola

Ese día piensa en mí

Clave Records, 1988

Cuenta la leyenda que en Galicia, en 1988, cuando se publicó, aparecieron Lolas que se adjudicaban la inspiración de la canción. Dudoso mérito, pues el gran himno de la banda de Orense trata sobre la decadencia de una mujer, de las vueltas que da la vida y de lo burlón que puede llegar a ser el destino. Compuesta por Yosi Domínguez, líder indiscutible de la banda, cuenta la historia de una chica que pasó de ser la “niña de azul” en un colegio de monjas a regente de un burdel decadente (“vieja verde”). Incluido en su tercer disco, Ese día piensa en mí, el tema le dio la fama que merecía el grupo que había hecho de telonero a los Ramones siete años antes. Pese al éxito, el inefable Yosi compaginaba la música con su trabajo en la Policía Nacional. No como secreta, como se ha dicho muchas veces, sino en la oficina expendedora del DNI

Marea

La rueca

28.000 puñaladas

DRO EastWest, 2004

Muchas comparaciones tuvieron que soportar los miembros de este grupo navarro formado en 1997. La primera y más evidente, con Extremoduro. La voz ronca y arrastrada de su líder y compositor principal, Kutxi Romero, se parecía tanto a la de Robe Iniesta que en sus comienzos costaba distinguirlos. Fue en 2004 cuando con La rueca, que abría su cuarto disco, 28.000 puñaladas, supieron diferenciarse. Inspirado en los días que vive un ser humano de media (28.000), su rock descarnado, agreste y poético logró conectar con miles de personas que llegaron a llenar varias veces el Palacio de los Deportes de Madrid. “La rueca habla de las cruces que tiene que llevar cada uno al hombro. Somos lo que somos y tenemos que lidiar con nuestra soledad”, explicaba sobre la canción el exalbañil Kutxi Romero

Extremoduro

La vereda de la puerta de atrás

Yo, minoría absoluta

DRO EastWest, 2002

En 2002, Roberto Iniesta ya no era ese genio asilvestrado que se peleaba con las sustancias, firmaba conciertos caóticos y vivía al límite. Llevaba dos años residiendo en el País Vasco, solo batallaba contra sus musas y las metáforas y había acabado la carrera de Filosofía. Pero su genialidad seguía intacta, como se puede comprobar en esta canción compuesta en una escapada junto a su mano derecha, el guitarrista Iñaki Uoho, por Extremadura —más concretamente por el valle del Jerte—, la tierra de Robe (nacido en Plasencia). Surrealista y descarnada, La vereda de la puerta de atrás conserva la belleza y a la vez la crudeza de sus canciones más poéticas. En la portada de Yo, minoría absoluta, el álbum donde está incluida, vemos a Robe en su máximo esplendor: cual Jesucristo con dos pistolas, en calzoncillos y las heridas abiertas

Obús

Vamos muy bien

El que más

Chapa Discos / Zafiro, 1984

Imaginen la escena: es verano de 1984. Cuatro heavys melenudos, en lo más alto de su carrera, pasan cuatro meses en un estudio de grabación en Ibiza con todos los gastos pagados. ¿Adivinan en qué ocupaban la mayor parte de su tiempo? “Nos pasábamos el día entero tumbados en la playa tomando el sol”, comenta Fructuoso Sánchez, alias Fortu, el líder de Obús. “También grabábamos, claro. Pero recuerdo que [la gente de] nuestra discográfica de entonces nos llamaba a menudo para controlarnos. Querían hablar conmigo para ver cómo iba el disco, pero alguien siempre le daba una buena excusa. Le decían que en ese momento no podía hablar porque estaba grabando… En realidad, estábamos tirados en la playa. Fueron unos años maravillosos y lo recuerdo con mucho cariño”, explica.

De allí salieron varias canciones que conformaron el disco El que más, del que ahora se cumplen treinta años. Eran los tiempos de gloria de un grupo que, junto a Barón Rojo, hizo que miles de adolescentes se dejasen melena (larga de verdad) y comprasen pulseras de pinchos. También era la época del “rock es violencia”, cuando en realidad tanto artistas como público eran unos buenazos.

El que más se grabó con el ingeniero de sonido de Judas Priest. El disco resultó un éxito y los mantuvo en “la cresta de la ola”, como se decía entonces. “Con Vamos muy bien queríamos hacer una canción popular”, recuerda Fortu. “Una canción fiestera, sin complicaciones, para que la gente la pudiese cantar cuando iba de juerga”. Así ocurrió: en los ochenta en muchas plazas de los pueblos se cantaba aquello de “vamos muy bien, borrachos como cubas, ¿y qué? ¡Aún nos mantenemos en pie!”.

A la vuelta los cuatro componentes de Obús aparecieron por su discográfica, contentos por lo que habían grabado. “Y aparecimos morenitos”, sonríe Fortu. “Tanto que hasta que no escucharon el disco no se creyeron que habíamos estado trabajando. Es una pena que en aquellos estudios [los Mediterráneo Studios] hubiese poco después un accidente y se quemasen. Se habían acabado las vacaciones playeras para los grupos de rock en Ibiza. Una isla a la que le tengo mucho cariño”. En 1990, el grupo gallego de punk Siniestro Total grabó una desquiciada y beoda versión.

Medina Azahara

Necesito respirar

Sin tiempo

Avispa, 1992

Supervivientes del rock andaluz —y en activo desde 1979—, Medina Azahara nunca gozó de tanto éxito comercial como cuando en 1992 lanzó Sin tiempo, donde se incluía Necesito respirar. “La canción no es solo un canto a la libertad”, explica Manuel Martínez, cantante del grupo cordobés. “También era una reivindicación propia de evolución. Nosotros veníamos de hacer un rock andaluz muy profundo y queríamos abrirnos a canciones más pegadizas y abiertas. Una evolución en el propio rock andaluz”. El guitarrista Paco Ventura compuso la música y Manuel redactó la letra, que incluye líneas tan apremiantes como: “Necesito respirar, descubrir cada mañana que soy libre como viento…”. El cantante añade que “trata de liberarse de las ataduras”, y reconoce que nunca puede cantar esa parte en sus conciertos porque el público la canta más fuerte que él

Topo

Mis amigos dónde estarán

Topo

Chapa Discos / Zafiro, 1979

José Luis Jiménez y Lele Laina, disidentes de Asfalto, formaron Topo en 1979. Su plan era el mismo que el de su anterior grupo: letras sociales y rock que mezclaba los sonidos de sus ídolos (Yes, Pink Floyd) con un aire castizo y suburbial. “Con el paso del tiempo te das cuenta de que las canciones te transportan a aquella época”, explica Laina. “Esta canción era como la segunda parte de Días de escuela [canción del primer disco de Asfalto]. Era como decir: ‘Hemos crecido y pasamos las horas en los billares”. En la portada destacaba su logo, el mismo del metro de Madrid: “Tuvimos que solicitar permiso para usarlo. El tipo se quedó un poco alucinado con nuestra propuesta, pero nos lo autorizó, sí”. El tema vivió un segundo impulso tres años después, cuando Miguel Ríos incluyó un fragmento en el mítico directo Rock and Ríos (1982)

Barón Rojo

Siempre estás allí

Metalmorfosis

Chapa Discos / Zafiro, 1984

Compuesta por el cantante y bajista Sherpa y su mujer, Carolina Cortés —frecuente letrista del grupo—, en colaboración con el guitarrista Armando de Castro, Siempre estás allí, con su irresistible crescendo a lo Stairway to heaven, de Led Zeppelin, es una de las baladas más bonitas del rock español. “Quería reflejar eso que nos ocurría siempre en los conciertos: esa cara de un chico o una chica que se repite, alguien al que ves con frecuencia entre el público. Estés en la provincia que estés”, recuerda Sherpa. “En la canción nos preguntábamos qué haría o dónde iría esa persona tras el concierto. Y para eso utilizamos las metáforas. Aquello de ‘un náufrago se ahoga en un rincón’ es el tipo que se pilla el pedo y se queda dormido en el pabellón tras el concierto. O lo de ‘descenderás al reino de la oscuridad’ no es otra cosa que meterse en el metro”.

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